Puede ser que si estás leyendo esto sea porque hace poco que tu pareja te ha dejado o a lo mejor has sido tú quien ha tomado la decisión de terminar con la relación sentimental o quizá te lo estás empezando a plantear pero el miedo te está paralizando… en cualquiera de los casos, respira y quédate tranquila porque es importante que seas consciente de que continuamente hay parejas que rompen, no es nada excepcional, al contrario es algo totalmente normal y habitual en los tiempos que corren. Aunque al principio, independientemente de cuánto haya durado la relación de amorosa y cómo de brusco haya sido el final, más o menos traumática, será algo doloroso y la cosa pueda ser complicada, un proceso difícil, eso cambiará y con el paso del tiempo se quedará atrás guardada como otra experiencia más en tu mochila y lo recordarás sin dolor, como una oportunidad de crecimiento y aprendizaje.
Fases de la Separación
Cuando una relación de pareja termina vivimos un proceso de duelo y es que se trata del fin de una historia. De la misma forma que ocurre ante la pérdida de un ser querido, nuestra mente necesita tiempo para hacerse a la idea de que las cosas han cambiado. Toca asimilar y afrontar que la otra persona ya no está en nuestra vida, y permitirnos sentir y vivir cada una de las emociones que cada etapa va a traer consigo: ansiedad, miedo, ira, rabia, tristeza, frustración.
Cuando la ruptura llega lo habitual y lo normal es pasar por las diferentes etapas del duelo (negación, ira, negociación, depresión y aceptación) pero cuidado porque si nos quedamos estancados en alguna de ellas, o si el duelo no se realiza de forma correcta, o la cosa se complica, puede traducirse en un gran bloqueo y podemos vivir un duelo patológico en el que sería necesario solicitar ayuda de un profesional. Sin duda, conocer estas fases, una por una, te ayudará a entender el proceso por el que estás pasando.
Negación
“Esto no me puede estar pasando a mí”, “es como una pesadilla”, “dime que no es verdad, no es posible”. Esta es la primera etapa y es el principio de todo. En esta fase te negarás a aceptar que ha terminado la relación, te costará creer que se ha producido la ruptura, sentirás tristeza y probablemente llores.
Ira
“¿Cómo ha podido hacerme esto a mi? ¡Le odio con todas mis fuerzas!” Una vez asimilada la situación, del dolor pasamos al odio. Ira que nace por pensar que te han tratado de forma injusta y/o que te han traicionado. En esta fase suele haber una tristeza profunda y puede haber agresividad y ansiedad.
Negociación
Tercera etapa en la que intentamos buscar soluciones y forzar acuerdos para que la situación cambie. En este punto es habitual actuar de manera mucho más impulsiva enviando mensajes, haciendo llamadas, forzando encuentros sorpresa… que no suelen lograr el objetivo deseado.
Depresión
En esta fase comenzarás a entender por fin todo lo ocurrido, comprenderás que la relación de verdad ha terminado y que no vais a volver a estar juntos. En este punto puedes sentirte muy triste, desganado y desesperanzado. Aquí es totalmente normal dejar de comer, dormir mal y no tener ganas de salir.
Aceptación
Última etapa. En esta fase aceptas que terminaste con tu pareja, vas recuperando tus fuerzas y no tienes tantos pensamientos negativos. Los recuerdos de tu pareja (fotografías, regalos) ya no te causan tanto sufrimiento como lo hacían antes y empiezas a volver a hablar con normalidad de tu ex y de tu relación pasada.
Si no se posee una buena autoestima de base, podemos caer en conductas autodestructivas o en relaciones tóxicas. Implicándonos demasiado con otra persona cuando quizás no sea lo más adecuado en ese momento.(iepp.es)
Claves para superar una ruptura amorosa
Superar una ruptura amorosa es una fuente de estrés para ambos miembros de pareja. Las relaciones son una fuente primaria de felicidad y satisfacción para la mayoría de las personas por lo que su ruptura puede convertirse en una de las mayores fuentes de malestar. En cualquier situación de ruptura amorosa se produce de forma habitual tanto un aumento del malestar psicológico como una reducción del nivel de satisfacción vital de la persona.
Existen diversas formas en las que puede producirse una ruptura amorosa. En el caso de que no se produzca por mutuo acuerdo, la recuperación puede resultar más difícil, especialmente para la persona que no se muestra de acuerdo en finalizarla o no comparte los motivos. Para la persona que se encuentra en esta situación inevitablemente surge un malestar intenso e inesperado, con frecuentes dudas y rencores.
De forma general, las consecuencias de la ruptura amorosa, han sido estudiadas en relación al divorcio, sin embargo, se trata de un fenómeno que también se da de forma frecuente en personas jóvenes, a pesar de no haber tomado la decisión de casarse. Las relaciones en parejas jóvenes son también relaciones serias y estables y las consecuencias psicológicas de la ruptura pueden llegar a ser prácticamente las mismas.
Gestiona tus emociones en las fases del duelo
Desde un punto de vista psicológico, una ruptura amorosa implica un proceso de duelo personal de menor o mayor intensidad que puede conllevar, en los casos más complicados, pensamientos recurrentes y dolorosos sobre lo sucedido. Malestar, hostilidad, nostalgia o tristeza son indicadores de la presencia de un desequilibrio mental y emocional propio de la ruptura. Dicho desequilibrio tendrá una extensión temporal variable según el caso y puede conllevar o una maduración personal o una cierta regresión emocional. Se trata de una fase de adaptación natural que variará en intensidad y duración en función de la personalidad, historia personal y estado anímico general de cada persona.
A pesar de ello, es relevante destacar que la ruptura amorosa se trata de una fase. Por este motivo, no podemos permitir que se extienda en el tiempo más allá de lo adecuado para ponernos en marcha en la recuperación de nuestro bienestar y en la adaptación a nuestra nueva situación personal.
No hay culpables, deja de buscarlos
Una relación amorosa, en tanto que relación interpersonal, necesariamente se produce entre dos personas. Cada parte de la relación juega el mismo protagonismo dentro de ésta: las responsabilidades, las culpas y los reproches siempre se repartirán entre ambos miembros de la pareja. Reflexionar acerca de las propias conductas como forma de aprender de los errores puede resultar en cierto modo beneficioso. Sin embargo esto debe realizarse con cierta moderación y siempre y cuando el fin de nuestra reflexión sea seguir adelante. Centrar toda nuestra atención y energías en encontrar al culpable no servirá de ninguna ayuda en el proceso de recuperación, sino más bien todo lo contrario.
No te precipites ni huyas.
Aunque parezca imposible, tu objetivo tiene que centrarse en recuperarte y lograr pasar página enfocándote en acciones productivas que te ayuden a salir adelante de la ruptura amorosa de la mejor forma posible. Tómate las cosas con calma. Puedes tomar la situación como una oportunidad para conocerte mejor, identificar tus deseos y necesidades de forma más clara y con ello crecer como persona. Antes de tomar ninguna decisión sobre grandes cambios en tu vida (cambiar de amigos, mudarte, dejar tu trabajo, etc.) debes centrarte en los cambios que se están produciendo en ti a nivel interno y hacer las paces con tu nueva situación personal.
Evita a toda costa tomar decisiones precipitadas acerca de tu futuro intentando huir de tu malestar actual. Escapar de las dificultades puede resultar un alivio temporal, pero no va a mejorar tu estado de ánimo de forma definitiva. La mejor forma de superar tu estado anímico actual es aceptándolo y trabajando sobre el mismo. Una vez que tu estado emocional sea más adecuado podrás iniciar todos los cambios que consideres necesarios en tu vida con el fin de adaptarla a aquello que tú, con las ideas mucho más claras y sin depender de nadie, más desees.
Trabaja la soledad y la inseguridad
En ocasiones pueden aparecer, tras una ruptura amorosa, sentimientos de soledad, inseguridad y abandono. Estos sentimientos son completamente normales en los primeros momentos, ya que la persona se encuentra habituada a sentirse acompañada y apoyada, concibiéndose a sí misma como parte de la pareja. El sentirse abandonado o menospreciado por la persona que nos ha dejado puede generar grandes inseguridades. Creer que no se es lo suficientemente bueno o que acabaremos solos es también un pensamiento habitual. Una forma de combatir estas ideas podría ser centrarse en los aspectos positivos de uno mismo, que en un momento contribuyeron a mantener la relación amorosa.
La situación de ruptura puede reconceptualizarse como una oportunidad para redefinirse a uno mismo. Pensar en quiénes somos, qué queremos hacer o ser en un futuro próximo puede parecer inicialmente aterrador, pero ¿qué mejor momento para decidir qué es lo que queremos sino ahora?
Limita el contacto con tu ex pareja
En este momento es importante que tanto tú como tu ex pareja dispongáis del tiempo y espacio necesarios para reflexionar acerca de lo sucedido. En ningún caso resulta adecuado insistir en seguir debatiendo vuestra relación o las causas de la ruptura una y otra vez o, en el extremo opuesto, mantener vuestra relación como amigos desde el primer momento como si nada hubiera pasado.
Independientemente de las causas de la ruptura amorosa, ambos tenéis que aprender a estar sin el otro. En caso de no hacerlo, existe el riesgo de establecer una relación perjudicial entre ambos, basada únicamente en la costumbre, los reproches y la dependencia, que impedirá que sigáis adelante. Todo ello no significa que no sea posible volver a establecer contacto, sino que, al menos inicialmente es importante poner atención en limitarlo de alguna forma con el fin de crear el espacio necesario para la recuperación y pasar página.
En cuanto a este aspecto, las redes sociales suelen resultar uno de los peores obstáculos a superar. Tener la facilidad de conocer qué está haciendo el otro, con quién e incluso dónde no facilita la ruptura amorosa. Procurar no acceder a los perfiles de la ex pareja o utilizar menos las redes resulta extremadamente complicado en estos momentos. Por ello, una recomendación más asequible podría dirigirse a no sentirse atacado por las posibles imágenes o “estados” que el otro publique. Aunque es probable que el otro piense en ti de forma frecuente, debes evitar pensar que todo lo que hace tiene una intención oculta (ya sea de llamar tu atención, perjudicarte, etc.).
Invierte tu energía en cosas positivas, cuando estés listo
Como seguramente te recomendarán tus familiares y amigos, tras una ruptura amorosa, es necesario e importante ocupar tu mente y llenar tu vida de cosas nuevas y positivas. Y a pesar de que es totalmente cierto y recomendable, en este aspecto también puedes y debes tomarte un tiempo, recuperarte emocionalmente, reflexionar y decidir. Nadie te exige que al día siguiente de la ruptura te hayas inscrito en las suficientes actividades como para ocupar todo tu tiempo libre.
Por un lado, es probable que después de romper con tu paraje no te sientas motivado o no se te ocurra en qué invertir tu tiempo. No permitas que la presión te obligue a tomar decisiones que no te satisfacen. Tienes que hacer cosas, pero sólo cuando te sientas preparado y te apetezca. Por otro lado precipitarse o abusar de esta estrategia puede tener el efecto contrario al esperado, ya que si transcurrido un tiempo abandonas las tareas o metas propuestas, aumentará tu malestar por no haber logrado los objetivos iniciales.
Pide ayuda cuando la necesites
Disponer de alguien de confianza que sea capaz de echarte una mano en todo el proceso es más que una ventaja para lograr superar la situación de ruptura amorosa. Apoyarte en tus amigos y familia es, además de un recurso necesario, un recurso muy apropiado. Sin duda las personas que te rodean querrán apoyarte y escucharte cuando lo necesites y no debes temer mostrar tus sentimientos ante ellos por miedo a ser juzgado.
Sin embargo, debes procurar no abusar de esta situación. Tus amigos están para escucharte siempre que sea necesario, pero también valorarán que con el paso del tiempo seas capaz de ponerte en marcha para lograr encontrarte mejor. Desde luego, nadie quiere convertirse en el amigo que siempre se lamenta de su ruptura o habla del mismo tema una y otra vez sin hacer nada para remediarlo.
Por otro lado, también existe la opción de buscar ayuda profesional. Acudir a un psicólogo, en contra de lo que comúnmente puede pensarse, no necesariamente significa que no puedas superarlo por ti mismo o que no tengas el apoyo de los que te rodean. Una situación de ruptura amorosa es un cambio en tu vida que debes afrontar y no se trata sólo de superarlo de la manera menos dañina posible, sino también de aprender de las circunstancias y seguir creciendo a partir de tu experiencia. Contar con el apoyo de una persona capacitada para escucharte y guiarte en todo este proceso de ruptura puede aportarte mayor seguridad o cierta guía para sacar el máximo partido de la situación, salir de ella fortalecido como persona, con nuevos recursos y habilidades que te pueden resultar útiles más adelante.(psisemadrid.org)
Fuentes
REDACCIÓN WEB DEL PSICÓLOGO