Vivía sola en el centro de la ciudad, era una mujer callada, regaba sus plantas todos los días y solo algunos salía a pasear al parque de al frente, recibía pocas visitas en su casa, tenía mucho miedo de recibir a las personas equivocadas y por ello revisaba todo los días la lista con sus futuras visitas. Un día llamaron a la puerta, y se alarmó, ya que en su lista no figuraba ninguna persona que la fuera a visitar ese día, se asomó por la puerta, no le agradó el aspecto del visitante y lo consideró un intruso, el hombre se dio cuenta que había alguien adentro y empezó a llamar con insistencia, ella se asustó, se acercó a la puerta, comprobó el cerrojo, lo hizo varias veces, con sigilo, aseguró las ventanas y desconectó el teléfono, ya no golpeaban a la puerta, se calmó un poco, no le contó a nadie lo que pasó, anuló algunas visitas que tenía programadas en los días siguientes y desde ese día a veces sentía que alguien respiraba al otro lado de la puerta, las ventanas de la casa estaban cerradas, las persianas bajadas, anuló todas las visitas y dejó de salir a regar las plantas, dejó desconectado el teléfono.
Después de unos días se atrevió a levantar algunas persianas de su habitación para que el sol llegara a sus moribundas plantas, miraba con desconfianza a través de la ventana cuando escuchó ruidos, eran pasos, sus corazón empezó a latir con fuerza, su respiración se aceleró, su estómago se cerró con fuerza y su cuerpo se dobló, pensó que era un ladrón, desde su habitación no veía el salón, pero en su imaginación fue capaz de ver al intruso, grande y amenazante, cientos de preguntas retumbaron su cabeza, empezó a pensar la manera de alejarlo de su casa, siguió en la habitación callada y muy quieta, pasó el tiempo, las horas y los días, hasta que cansada de tanta angustia salió con paso decidido hacia el salón, puso dos tazas de te bajo la mesa y preguntó en voz alta ¿Usted tomará te también? Esperó la respuesta, respiró y por fin se sintió tranquila, sabía que nadie iba a responderle.
Una historia inquietante, las obsesiones afectan a muchas personas, las viven con la angustia y sufrimiento que tratan de trasmitir en el relato, piensa en algo que alguna vez te obsesionó, sabrás que es una obsesión y que va más allá de una preocupación porque te genera pensamientos, impulsos o imágenes de una forma recurrente y aunque sabes que es un producto de tu mente y el esfuerzo por intentar ignorar esto, la obsesión permanece ahí, se resiste a desaparecer. Te pongo un ejemplo, un día vez a tu pareja tratando de forma amable y cercana a otra persona entonces puede aparecer la duda de si esa acción significa algo más que una simple cordialidad, incluso podría saltar a tu mente la idea de que tú pareja te es infiel, pero si ves una continua avalancha de imágenes y pensamientos en un continuo análisis de que hace tu pareja, las relaciones que tiene, entonces te estás obsesionando.
Componentes de una obsesión
Piensa en algo que te obsesionó, la obsesión es una cuestión de grados, en mayor o menor grado todos hemos pasado por momentos obsesivos, sabes que es obsesivo porque te daba miedo, no podías dejar de pensarlo y a la vez no podías evitar que asaltara tu mente una y otra vez. Ahora recuerda el relato, trataremos de identificar alguno de sus significados.
La casa podría ser tu propia mente, concretamente la parte consciente y voluntaria, tienes una lista de invitados y esos invitados son las cosas que planificado dejar entrar en tu mente, una casa inmaculada representa una consciencia excesivamente rígida, aquí entra quien yo diga y bajo ninguna circunstancia pueden entrar en mi mente nada que vaya en contra de lo que yo considero adecuado, el intruso es el pensamiento, imagen o impulso que es amenazante, que entra en tu mente sin generarte algo positivo, algo en contra de lo que piensas y valora.
Siente la reacción espontánea de miedo, el bloqueo, la introversión, empezamos a recorrer el camino de la obsesión, no puedo ni pensarlo, nos decimos, la angustia, la soledad, el aislamiento, la perdida de contacto representa una forma de conducta típica, por protegernos de lo que nos da miedo nos distanciamos de aquello que nos fortalece, vamos perdiendo el contacto con el exterior y profundizamos en el miedo, el intruso grande y amenazante es la obsesión que ocupó nuestra mente, cómo en el relato aunque no vemos al intruso nuestra mente lo convierte en tangible y se queda a vivir en nuestra mente generando ideas que profundizan en nuestra mente y lo vemos más real, entrando en un bucle. Con el final del relato he tratado de explicar que para superar las obsesiones, requiere de acciones, de pasos que nos saque de nuestro encierro, para mostrarnos que de real hay en nuestros pensamientos obsesivos.
Los procesos obsesivos
Los pensamientos inclusivos son fenómenos normales y comunes para la mayoría de las personas, el 90% de las personas reconocen tener este tipo de pensamientos, sin embargo aquellos que la interpretan de manera catastrófica, el pensar de forma inadecuada convierten estos pensamientos en obsesiones, está información científica es crucial, nos indica que el 90% de las personas, involuntariamente nos llegan imágenes o ideas que son contrarias a nuestros principios y valores de los que creemos, podemos tener pensamientos o imágenes que consideramos inaceptables, la cuestión no es temer a esas imágenes, sino la valoración que hacemos si llegan, eso determinará si se conforma o no una obsesión.
¿Porqué hacemos un artículo sobre las obsesiones?
Por lo frecuentes y dolorosos que son los procesos obsesivos y la falta de información que hay sobre ellos más la necesidad de conocer bien como funcionan.
¿Cómo se resuelven las obsesiones?
Aceptando que es normal la obsesión, no dándoles importancia y sobre todo también atendiendo el miedo del que surge y manejando lo mejor que puedo ese miedo.
¿Por qué nos obsesionamos?
Algunos dan mucho miedo y nuestro cerebro trata de que no nos impacte y hace esfuerzo por deshacerlo de nuestro pensamiento consciente.
Entonces, ¿No es negativo la obsesión?
Es un mecanismo automático de protección, el cerebro trata de protegernos de contenidos mentales, pero el problema es que nos hace daño, es incómodo y desagradable, pero no es tan negativo cuando lo entendemos y vemos cómo trabajarlo.
¿Qué hay que hacer para no obsesionarnos?
Pregúntate que te da miedo y que tu cerebro digiera ese miedo en lugar de expulsarlo.
Un ejemplo
Si te obsesionas porque tu pareja pueda ser infiel, busca que te da miedo de esa posibilidad y busca la forma de digerirlo, o si te obsesiona tener una figura ideal, busca el miedo de no tenerla y trata de digerirlo, si te obsesiona hacer tu trabajo perfecto, busca que te da miedo de no conseguir la perfección y trata de digerir ese miedo.
¿Cómo se digiere un miedo?
Sustituyendo ese continuo esfuerzo de nuestro cerebro por expulsar de nuestro consciencia aquello que no queremos que ocurra por un esfuerzo de procesar los miedos de forma adecuada.
¿Qué es un procesamiento adecuado?
Procesar un miedo es hablar de ello, escribirlo, compartirlo, sentirlo, integrarlo en tu vida y finalmente que la vivencia se vaya transformando.
¿No es eso lo que hacemos al obsesionarnos?
No, en absoluto, nuestro cerebro se obsesiona para no sentir de lleno lo que nos da miedo.
Un consejo para no obsesionarnos
Busca la forma o la persona que te ayuda ver tus miedo y procésalos
REDACCIÓN WEB DEL PSICÓLOGO