Cuando hablamos de hemisferios cerebrales tendemos a pensar en sus diferencias. Es conocido que cada hemisferio tiene unas funciones distintas. Generalmente, el hemisferio izquierdo suele ser el más racional mientras que el derecho es el más emocional. Estas diferencias, ¿son importantes en nuestro día a día? Sí, lo son. El cerebro humano tiene una forma única de percibir e integrar la información que le llega del exterior. Cada hemisferio, procesa estos inputs de una manera diferente. Cuando estamos ante una situación, nuestro cerebro tiene que analizar esta información de una forma rápida y eficiente. Dependiendo de qué hemisferio analice en ese momento la información, podemos entenderla de una manera u otra. Lo saludable, es que, al darse una situación, ambos hemisferios cooperen, ayudando así a que el resultado de ese análisis sea global. Esto incluiría la parte racional y la emocional. Por lo general, nuestros hemisferios están en constante sincronía, intercambiando información entre ellos, lo que nos lleva a tener un estado mental y emocional saludable. Pero cuando ocurre un evento negativo, nuestros hemisferios pueden desestabilizarse, haciendo que ese evento negativo se quede “atrapado” en las redes neuronales del hemisferio emocional.
Contralateralidad y dominancia cerebral
Una peculiaridad que tiene nuestro cerebro es lo que se llama la contralateralidad. Esto quiere decir que lo que percibimos por nuestro lado izquierdo, activa el hemisferio derecho y lo que percibimos por el lado derecho, activa el hemisferio izquierdo. Esto es algo importante a tener en cuenta cuando queremos activar uno u otro hemisferio de forma voluntaria.
Ningún hemisferio es mejor que el otro, cada uno tiene funciones necesarias. Lo que sí es cierto es que se han encontrado diferencias individuales entre las personas: Hay gente que tiene un hemisferio más desarrollado que el otro. A esto se le llama dominancia. La dominancia hace referencia al hecho de que una persona tienda a percibir todo desde un hemisferio más que desde el otro. Es por esto por lo que vemos personas que son mucho más racionales que otras. Que se de cierta dominancia, depende del estilo de personalidad, la educación recibida, las situaciones vividas, etc.
Diferencias entre hemisferios
Actualmente contamos con numerosos estudios que apoyan la teoría de la lateralización del cerebro. Esta teoría apunta a que algunas funciones neuronales y procesos cognitivos se dan sólo en un lado del cerebro. Se podría decir que cada hemisferio está especializado en una serie de tareas. Por ejemplo, el hemisferio izquierdo, es el encargado de analizar la información paso a paso.
Este lado utiliza información que ya tiene almacenada para crear nuevos outputs. Busca soluciones y es temporal. Es capaz de distinguir entre pasado, presente y futuro. Controla la habilidad del habla, la escritura y la parte matemática. Utiliza tanto números como palabras para interpretar situaciones. Hay también evidencias de que el lado izquierdo es significativamente más grande que el derecho.
Implicaciones de las diferencias hemisféricas en terapia
A nivel terapéutico, los dos hemisferios juegan su papel:
Podríamos decir que el lado izquierdo tiene muchos más recursos positivos y es menos sensible a pensamientos y situaciones negativas. Es más concreto y es capaz de analizar las cosas desde una perspectiva más objetiva.
Por otro lado, el hemisferio derecho es mucho más emocional y creativo. A la hora de pensar, lo hace con imágenes y símbolos. Gracias a este hemisferio somos capaces de entender la ironía, el sarcasmo, bromas y metáforas. Esta parte del cerebro es capaz de crear nueva información y nuevas ideas usando la imaginación.
El hemisferio derecho, al contrario que el izquierdo, es atemporal. Esto quiere decir que no es capaz de distinguir entre pasado, presente y futuro. Este hecho es muy importante a la hora de trabajar en terapia, ya que nos ayuda a entender por qué un suceso que ocurrió hace años puede seguir afectando al presente de una persona. Para el hemisferio derecho todo es ahora.
Es mucho más abstracto que el izquierdo y percibe la información en términos de emociones y sentimientos. Procesa la información de una manera global y luego coge las partes del total. Es capaz de reconocer melodías y se encarga de la parte visual.
Como hemos visto, el hemisferio derecho tiene unas grandes cualidades, pero tiene también ciertas desventajas. A parte de no ser capaz de distinguir entre pasado, presente y futuro, se queda con las emociones negativas. Es mucho más sensible a situaciones traumáticas y tiene menos recursos para solucionarlas.
Las dificultades en el procesamiento emocional del trauma
Teniendo en cuenta lo mencionado anteriormente, es muy importante considerar en terapia la forma que tiene nuestro cerebro de funcionar. La manera que tiene nuestro cerebro de procesar la información condiciona cómo esa información nos va a afectar en el futuro. Nuestro cerebro procesa los elementos de nuestras experiencias y los almacena en la memoria de manera que la tengamos accesible, pero cuando sucede un evento traumático, este sistema de procesamiento deja de funcionar de manera adecuada.
Que esto ocurra se debe a la intensidad con la que vivimos un evento negativo. Cuando se da un evento traumático, tendemos a experimentar emociones negativas de manera intensa. Estas emociones dificultan que la información sea procesada de manera adecuada. Al darse esto, la memoria del evento traumático se almacena de forma incompleta. Muchas de las conexiones neuronales que se suelen dar en el reprocesamiento, no ocurren en estos casos, lo que hace que algunos elementos de la situación queden sin procesar. Esto provoca que el recuerdo se quede única y exclusivamente en el lado derecho, dejando al hemisferio izquierdo fuera de juego.
Cerebral sincro
Como hemos comentado antes, el hemisferio derecho es atemporal. Esto hace que un hecho que pasó hace 20 años, por ejemplo, pueda afectar en el presente como si estuviera sucediendo en este momento. Si la persona que ha sufrido una situación traumática piensa en ello o se le presenta un disparador que le conecte con la situación, la revivirá en el presente.
Cuando hablamos de trauma generalmente pensamos en eventos “grandes” como un abuso, maltrato, accidentes, etc…pero realmente cualquier situación en sí puede ser traumática. Lo que hace que lo sea es la intensidad con la que la persona lo vive. A nivel psicológico decimos que todo aquello que se ha vivido con vehemencia, puede ser traumático. Sí que se diferencia entre “grandes” y “pequeños” traumas respecto a la gravedad de las consecuencias que estos pueden tener para nuestra salud mental, pero cuando trabajamos en terapia, el método para reprocesarlos es el mismo.
Es muy habitual ver en terapia pacientes que han sufrido situaciones traumáticas, grandes o pequeñas, que están afectando a su bienestar en el presente. Para poder superar un evento negativo es necesario que la información que se ha quedado en el hemisferio derecho sea procesada adecuadamente. Necesitamos que este lado sea capaz de acceder a los recursos positivos del hemisferio izquierdo y poder tener así una visión más completa de la situación, incluyendo la parte racional.
Por suerte, actualmente contamos con técnicas que hacen que la estimulación bilateral del cerebro sea posible. Ayudando así a recuperar un equilibrio entre ambas partes.
Cómo recuperar la sincronización cerebral
Hace unos años, en 1990, Francine Shapiro fundó el instituto de EMDR (en inglés Eye Movement Desensitization and Reprocessing) lo que significa Desensibilización y reprocesamiento a través de movimientos oculares. Esta técnica se originó inicialmente para aliviar los síntomas y el estrés asociado a situaciones traumáticas. En sus inicios, solo era EMD. No fue hasta pasado un tiempo que Francine Shapiro se dio cuenta de que también se producía un reprocesamiento de la situación cuando se trabajaba con estimulación bilateral del cerebro.
Hemisferios cerebrales
Shapiro afirma que el uso de esta técnica facilita el acceso a las redes neuronales creadas tras una situación traumática. Si accedemos a esas redes, es posible desensibilizar el recuerdo (volverlo menos doloroso) y cambiar las creencias negativas que la situación haya podido crear. Se crean así nuevas redes neuronales que hacen que la situación se vea de una forma más completa (racional y emocionalmente).
Cuando estimulamos el cerebro de forma bilateral, facilitamos que ambos lados cooperen entre ellos de nuevo. Esto ayuda a que la parte emocional tenga acceso a los recursos positivos de la parte racional, cambiando así el recuerdo, reduciendo los síntomas asociados y cambiando las creencias negativas.
Existen diferentes maneras de estimular al cerebro de forma bilateral:
Originalmente, Francine Shapiro utilizaba el movimiento ocular. Les pedía a sus pacientes que siguieran el movimiento de su mano solo con la mirada, sin mover la cabeza. Moviendo la mano de un lado a otro delante del campo visual del paciente, conseguía que se diera en movimiento sacádico de los ojos, que es el mismo que se da en la fase REM del sueño.
Más adelante se dieron cuenta de que no solo se estimulaba al cerebro con el movimiento de los ojos, si no que también se podía hacer con tapping,(toques o golpecitos intermitentes en alguna parte del cuerpo como las manos, rodillas u hombros). También mediante la audición se puede conseguir. Con unos cascos que emitan un sonido intermitente se estimula igualmente ambos hemisferios.
En el día a día, cómo funciona nuestro cerebro no es algo que nos preocupe demasiado. Éste sabe qué tiene que hacer y cómo tiene que hacerlo, pero cuando una persona sufre una situación traumática, es importante entender cómo procesa nuestro cerebro esa información. De esa manera, se puede trabajar de una forma mucho más eficaz en terapia, reduciendo así el tiempo de tratamiento y aumentado los resultados positivos.
REDACCIÓN WEB DEL PSICÓLOGO