En los últimos años, especialmente a raíz de la pandemia de Covid y del período de confinamiento, se ha constatado un aumento de los problemas de salud mental. Un estudio de 2022 difundido por la OMS refleja un empeoramiento severo de la salud mental de todos los grupos de población en todo el planeta, con un significativo aumento de la conducta suicida. Por su parte, la Asociación Española de Pediatría alerta de un importante deterioro de la salud mental de los niños y adolescentes en los últimos años, con un aumento del 47% de los problemas de salud mental en jóvenes. Este organismo advierte de un aumento de la ansiedad, síntomas depresivos, autolesiones y conductas suicidas en los adolescentes. Según UNICEF, España se halla a la cabeza en prevalencia de trastornos de salud mental en adolescentes y jóvenes. El suicidio ya es la primera causa de muerte no natural en este grupo de edad. La Fundación ANAR trató en 2021 a 4.542 menores de edad por ideación suicida, autolesiones o intentos de suicidio.
Factores que afectan a la salud mental de los niños/as y adolescentes
Es necesario analizar cuáles son los factores que afectan a la salud mental de los niños, niñas y jóvenes, y que se han superpuesto o solapado con los efectos negativos de la pandemia.
Los problemas de salud mental son multifactoriales y multicausales. Los expertos apuntan como posibles factores de la situación actual: La pandemia de COVID-19 se asocia con un incremento de factores de riesgo psicosocial, como son el aislamiento social, la violencia intrafamiliar, el hacinamiento en viviendas reducidas, la pobreza por la pérdida de ingresos y el abuso de nuevas tecnologías.
La presión social que experimentan los adolescentes en muchos ámbitos de su vida. La presión social de los amigos por elegir una determinada estética o hábitos de ocio, la presión de encajar, de ser o sentirse diferente, de no querer quedarse sin amigos, las jerarquías sociales de los patios del instituto (categorizando a los jóvenes: el popu, el friki, el pringao).
Todo eso supone una presion diaria y puede dañar su autoestima (además de ir acompañado de acoso o ciberacoso en ocasiones).
La influencia de Internet y de las Redes Sociales como Instagram o Snapchat, que afectan a la autoestima de los y (sobre todo) las jóvenes, al imponer unos cánones de belleza muy concretos y también por los efectos de la comparación social negativa, al difundir imágenes filtradas y poco realistas de otras personas.
Un estudio de la Royal Society for Public Health del Reino Unido ha confirmado los efectos perjudiciales de las redes sociales en la salud mental de las adolescentes, especialmente Instagram, Snapchat, Facebook y Twitter.
Disponer de dispositivos electrónicos sin una adecuada supervisión puede exponer a los jóvenes a diversos riesgos, como el ciberacoso, el grooming, el sexting, la sextorsión, el aprendizaje de técnicas de autolesión, la difusión de retos virales peligrosos, entre otros riesgos.
El acceso ilimitado a todo tipo de información sin filtro puede generar confusión. Los adolescentes tienen acceso a una gran cantidad de ideas que se difunden masivamente en redes sociales y no siempre es fácil discriminar lo verdadero de lo falso, lo sensato de lo peligroso, ante la profusa difusión de información sesgada o manipulada.
La incertidumbre económica y laboral que estamos atravesando como sociedad puede hacer que muchos adolescentes teman por su futuro. Ante las sucesivas crisis económicas y las cifras de desempleo juvenil, muchos jóvenes pueden perder la motivación y la esperanza en el futuro.
Cómo podemos ayudar a los adolescentes
Vivimos en una sociedad compleja, y por tanto, los apoyos que proporcionemos a los jóvenes han de ser diversos, flexibles y adecuados a la complejidad del entorno. Hay varias pautas que podemos emplear para promover los factores de protección frente a los factores de riesgo:
Escuchar a los niños/as y adolescentes. Es importante que ellos mismos expresen la causa de su malestar y que sepan que van a encontrar apoyo y comprensión.
Acompañarles en lo que nos cuentan. Ante lo que nos esté narrando el menor, no debemos mostrar una reacción emocional o de alarma demasiado intensa, ya que esto puede cohibir al adolescente y dificultar futuras conversaciones. El niño/a o adolescente necesita hallar a un adulto que pueda sostenerle y escucharle con serenidad, y que pueda proporcionarle una base de empatía y seguridad.
No tener miedo de hablar de suicidio o de salud mental. Es necesario hablar de estos temas para que sean capaces de abrirse, de contar lo que realmente les pasa. Solo si sabemos lo que realmente sucede, podremos actuar.
Ante una mención de ideas suicidas, es importante recordarles que el suicidio no soluciona el problema sino que “acaba con todo”, es una medida permanente y extrema ante un problema temporal, y que existen otras formas de abordar el problema, personas que pueden ayudarles, y tratar de buscar apoyos efectivos para el problema concreto que les está afectando.
Si los padres tienen dudas sobre cómo abordar estos problemas con los hijos, la Fundación Anar cuenta con un teléfono 24 horas en el que orienta tanto a niños y adolescentes como a adultos preocupados por menores.
Buscar apoyo profesional: Cuando un niño o joven presente ideación suicida o cuando el sufrimiento o malestar psíquico sea significativo, es siempre recomendable buscar apoyo profesional que complemente el soporte familiar.
Una terapia psicológica puede constituir un espacio donde el adolescente pueda abordar todos esos temas que le preocupan. Es importante buscar un profesional con experiencia en terapia con adolescentes, y estar atentos a la creación del vínculo terapéutico, ya que es uno de los factores esenciales para la eficacia de la terapia.
La falta de recursos en Salud Mental: un problema que nos afecta a todos
Uno de los problemas a los que se enfrentan las familias cuando buscan atención a la salud mental en el sistema sanitario público, es la falta de recursos. La atención en psiquiatría puede tener una lista de espera de 2 o 3 meses (según zonas sanitarias y Distritos), y el espaciamiento de las citas a veces puede ser superior a los 3 meses.
Algo similar sucede con la atención psicológica pública. Numerosos profesionales de la sanidad pública han denunciado esta situación, y exigido un aumento de la plantilla de psicólogos PIR para cubrir la demanda existente en el sistema público.
Actualmente, muchas familias recurren a un psicólogo privado, con el fin de poder recibir una terapia con la frecuencia necesaria, que debe ser al menos semanal. En muchos casos, esto se compagina con un seguimiento en Psiquiatría en la sanidad pública (este sí, cada 3 meses).
Pero no todas las familias pueden costear una terapia privada, por lo que el aumento de los recursos en la sanidad pública es un elemento esencial para frenar esta segunda pandemia: la de la salud mental.
11 personas se suicidan al día en España. Sin embargo, nuestro país no cuenta aún con una Estrategia Nacional de Prevención del Suicidio, a pesar de lo alarmante de estas cifras. Se trata de un importante problema de salud pública que requiere una Estrategia específica y una mayor inversión en recursos específicos. La protección de la salud es un derecho básico, y no hay salud sin salud mental.
Recursos para la prevención del suicidio y de atención a la salud mental
Línea de Atención a la Conducta Suicida: 024
Teléfono de la Esperanza: 717 003 717
Teléfono contra el suicidio Asociación Barandilla: 911 385 385
Fundación ANAR:
- Para niños/as y adolescentes: 900 20 20 19.
- Para adultos preocupados por un menor: 600 50 51 52.
Sistema sanitario público:
Para situaciones no urgentes: acudir al médico de Atención Primaria. Si lo considera necesario, derivará a Salud Mental.
En situaciones de urgencia: llamar al 112 o acudir a Urgencias al hospital. Hay hospitales con unidades específicas para menores, como el Hospital Niño Jesús y el Hospital Gregorio Marañón.
Asociaciones: Las asociaciones de ayuda a la salud mental suelen contar con servicios de apoyo. Existen asociaciones específicas para niños, niñas y adolescentes con trastornos psicológicos, emocionales o de conducta. Algunas asociaciones son Afatrac, Asfatac, Anxiños, Apsmia y otras. También puede ser interesante acudir a una asociación especializada en el trastorno específico que tenga el niño o adolescente (asociaciones para personas con trastorno límite de la personalidad, con TDAH, con un trastorno de la conducta alimentaria, u otros).
Aplicación CALMA: Es una aplicación diseñada para jóvenes, que promueve actividades para prevenir el suicidio, reducir nuevas crisis y estrategias, como el almacenaje de fotos, audios, videos y frases para generar bienestar y funcionan como anclaje a la vida.
Autora: Carmen Alemany es Trabajadora Social y Periodista. Escribe artículos de análisis sobre diversas problemáticas sociales. Publica en prensa y revistas especializadas, además trabaja con adolescentes y jóvenes. medium.com
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REDACCIÓN WEB DEL PSICÓLOGO