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[Carmen Alemany] Autolesiones no suicidas. ¿Qué les está pasando a nuestros adolescentes?

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Los medios de comunicación se están haciendo eco de una conducta que para muchas familias resulta alarmante: el aumento de la tendencia de los adolescentes a autolesionarse. Un artículo publicado en la revista científica Actas españolas de psiquiatría refiere que en Europa, el 27,6% de los adolescentes se ha autolesionado al menos una vez en la vida. En España, el porcentaje de adolescentes que refirieron haberse autolesionado alcanza el 21,7%. La Universidad de Manchester señala que esta tendencia ha advertido un 68% en los últimos tres años. Este estudio señala que hasta no hace mucho tiempo, las conductas autolesivas iban vinculadas a trastornos mentales. Sin embargo, en la actualidad, esto ha cambiado. Actualmente, no es una conducta poco frecuente, y tampoco implica, no obstante, que se padezca un trastorno mental. Las conductas autolesivas van dirigidas a aliviar emociones negativas, resolver una dificultad interpersonal o generar sentimientos positivos. Sin embargo, algunos autores se refieren a que las autolesiones constituyen un factor de riesgo para el desarrollo futuro de trastornos mentales, como el Trastorno Límite de la Personalidad (Grotschwithz, et al, 2015). Las conductas autolesivas también constituyen un importante factor de riesgo de suicidio.

Internet y las redes sociales son el principal canal por el que los jóvenes se informan sobre estas conductas. La mayoría de estudios coinciden en señalar que los adolescentes comparten información sobre las conductas autolesivas a través de sus redes sociales y cuelgan en sus perfiles las lesiones que se han autoinfligido.

Un reciente estudio de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) afirma que el 45% de las chicas adolescentes visitan webs que enseñan a autolesionarse y un 38% visitan páginas que fomentan la anorexia y la bulimia (páginas Ana y Mía) . El 42% de los adolescentes visitaron páginas de contenido pornográfico. Un tercio de los niños/as de 11 y 12 años contacta con desconocidos en Internet, y más de la mitad en el caso de los preadolescentes de 12–13 años.

Por su parte, un estudio de la Facultad de Psicología de la Universidad de Deusto alerta de que un 58% de las chicas adolescentes y un 53% de los chicos han llevado a cabo conductas autolesivas, aunque muchos de los daños producidos son superficiales. Aun así, un 32% llega a causarse daños más graves.

¿Qué les está pasando a nuestros jóvenes?

La sociedad en la que vivimos es cada vez más compleja. Los cambios a nivel de mentalidad, hábitos y estilo de vida son vertiginosos. Tal y como decía Zygmunt Bauman, nos encontramos en una “sociedad líquida” en la que nada parece sólido ni estable. Ni las relaciones personales, ni la amistad, ni los valores, ni los referentes morales o sociales.

Todo es líquido, efímero y volátil. Las redes sociales transmiten con rapidez nuevas ideas, dan a conocer a referentes que buscan fama y nuevos seguidores. Las relaciones sociales no tienen lugar únicamente en los pasillos del instituto, sino en Instagram, donde es muy importante para los jóvenes mostrar un perfil que permita ser aceptado por sus pares.

A más seguidores en Instagram, más popularidad y aceptación, lo que lleva a muchos adolescentes a desarrollar conductas llamativas en redes sociales para mejorar su “rating” de popularidad. El número de likes se convierte en una validación del yo.

Adolescentes que posan en sujetador o en posturas sexys en Instagram. Enlace con aplicaciones de preguntas y respuestas, donde las adolescentes responden sobre su intimidad personal, sentimental y sexual de forma pública. Creación de dobles perfiles en redes sociales, para que los padres y madres solo conozcan el perfil “oficial” (atención, padres. La mayoría de adolescentes tienen más de un perfil en Instagram y únicamente os muestran uno de ellos).

En este contexto social resulta difícil desarrollar una identidad sólida. La popularidad manda, lo socialmente aceptado cambia según las modas y el adolescente trata de adaptarse. El sentido de identidad se diluye o cambia de año en año (muchos adolescentes van “probando” identidades, estéticas, ideas y valores).

La adolescencia es, de por sí, una etapa de formación de la identidad, en la que el joven se va encontrando a sí mismo, y va fortaleciendo lo que serán sus valores y su identidad propia. Los rápidos cambios de la sociedad actual dejan a muchos jóvenes perdidos y desorientados, buscando la validación en la respuesta de sus iguales. Y hay jóvenes dispuestos a hacer cualquier cosa para ser aceptados.

Un futuro incierto

La sociedad también presenta un futuro incierto a la actual generación de adolescentes. Las familias y el profesorado les animan a que estudien, pero los jóvenes ven que muchos graduados no encuentran trabajo de lo suyo. Los líderes del patio de recreo no siempre son los mejores estudiantes. Los ídolos de masas tampoco suelen caracterizarse por ser gente muy preparada y formada. La gente preparada, en muchas ocasiones tienen que emigrar a otros países para trabajar, o tienen que conformarse con trabajos precarios. El lema de “estudio, hijo mío, y llegarás lejos” ya no supera la prueba de la realidad. La formación y la cultura son importantes por mil motivos, pero muchos adolescentes no pueden comprender su valor, al ver que en muchos casos no se obtiene una recompensa clara.

La sociedad se transforma muy deprisa. Las tecnologías tienen mucho que ver con esa transformación, que repercute en el empleo, en las modas, en los valores, en la mentalidad, en los hábitos de vida, y en la rapidez con la que suceden todos los cambios (lo que era válido ayer, no puede serlo hoy). Esto genera desorientación en muchas personas, y especialmente en muchos jóvenes que están tratando de encontrar su identidad.

La vía de escape

Los adolescentes que llevan a cabo conductas autolesivas suelen experimentar emociones negativas: problemas de autoestima, inestabilidad emocional, soledad, ansiedad, ira, problemas de identidad y otros malestares. Algunos jóvenes han vivido experiencias traumáticas en el pasado, pero otros adolescentes simplemente tratan de encontrarse a sí mismos y se adaptan socialmente en un entorno complejo. Las autolesiones que constituyen para muchos menores una vía de escape, una forma de aliviar emociones negativas, un medio de expresión de la ira o del malestar emocional, o una forma de pedir ayuda.

Las familias suelen alarmarse cuando descubren que su hijo/a se está causando cortes o heridas voluntariamente. Muchas familias no saben cómo reaccionar ni a quién acudir. Es importante que en estos casos, los padres estén al lado de sus hijos, que hablen con ellos y les pregunten por las fuentes de su malestar, y que traten de proporcionarles acompañamiento y apoyo.

Encontrar afecto, comunicación y apoyo en la familia puede suponer una gran diferencia en el malestar de algunos adolescentes. También se puede buscar apoyo profesional. Psicólogos y trabajadores sociales pueden orientar a los jóvenes, ayudars a canalizar su malestar ya gestionar sus emociones y orientarles sobre recursos de apoyo social para jóvenes (grupos de adolescentes, asociaciones de infancia y juventud, centros juveniles o centros comunitarios).

La importancia de la prevención

Para prevenir las conductas de riesgo, es esencial que la familia acompañe a su hijo/aa diario, con una buena comunicación y apoyo, con un interés genuino por sus problemas y dificultades. Un vínculo familiar sólido es un factor protector para muchas conductas de riesgo. Asimismo, es también importante supervisar las interacciones de los adolescentes en redes sociales, ya que a través de estos se transmiten una gran cantidad de “consejos” y “enseñanzas” para llevar a cabo conductas autolesivas.

Desde la escuela también se recomienda implementar programas preventivos de las conductas autolesivas y del suicidio, necesidades a los jóvenes información realista y científicamente validada, creando un espacio en el que poder hablar del tema y ofreciendo canales de resolución de los problemas en el centro,

A nivel de políticas públicas, es fundamental controlar la información peligrosa en Internet y en redes sociales. Se trata de un problema de salud pública que puede causar graves riesgos para la salud y la vida de los adolescentes, por lo que determinados contenidos seguramente estarán prohibidos y ser activos denunciados y perseguidos.

Las páginas que fomentan las conductas autolesivas, que enseñan técnicas para hacerse daño, las páginas que promueven los trastornos de la conducta alimentaria y que fomentan las conductas de riesgo deben ser cerradas. Muchos expertos han asegurado que es muy difícil lograr el cierre de todas las páginas, ya que cuando se cierra una, se abre otra nueva inmediatamente. Es necesario denunciarlas y promover su cierre, pero también hay que ser consciente de que surgen páginas nuevas de forma constante. Por ello,

A nivel de prevención secundaria, es importante detectar a los jóvenes que ya han llevado a cabo episodios autolesivos para poder intervenir y evitar que se cronifique o evolucione a otros trastornos psiquiátricos como el Trastorno Límite de la Personalidad. La terapia psicológica puede ser útil para los afectados. En este sentido, las terapias como la basada en solución de problemas, la cognitivo-conductual, el entrenamiento en habilidades sociales, la terapia de reconocimiento y control de la ira y la terapia de familia pueden ser de gran utilidad, según recoge el protocolo de autolesiones de AEPNYA.

Autora: Carmen Alemany es Trabajadora Social y Periodista. Escribe artículos de análisis sobre diversas problemáticas sociales. Publica en prensa y revistas especializadas, además trabaja con adolescentes y jóvenes. medium.com

REDACCIÓN WEB DEL PSICÓLOGO

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