Mercè Conangla nos explica las propuestas de la Ecología emocional y cómo aplicarlas a los nuevos retos sociales con el fin crear un mundo interior y exterior emocionalmente más ecológico, equilibrado y armónico. La editorial Zenith ha publicado recientemente ‘Ecología emocional para el nuevo milenio’, cuyos autores, Mercè Conangla y Jaume Soler, son los creadores de la Fundació Àmbit, que tiene como objetivo asesorar y formar a las personas para que aprendan a gestionar mejor sus emociones. Charlamos con Mercé Conangla sobre algunos de los principales conceptos reflejados en la obra, como el impacto que tienen las emociones y la forma de canalizarlas sobre nuestra calidad de vida y la de los demás, o el nivel de responsabilidad que debemos asumir sobre todo lo que sucede en el entorno. La autora explica que “este libro es la recopilación de nueve años de aplicar los principios del concepto ‘ecología emocional’ que sacamos en 2003, por lo que su estructura es producto de la experiencia” aunque, como añade, también “es una mirada al momento actual de crisis global que tenemos ahora”.
Ecología emocional para el nuevo milenio
Han escrito mucho sobre el tema, imparten cursos y talleres e, incluso, recientemente han creado un máster, pero ¿podría explicar en pocas palabras en qué consiste la “ecología emocional”?
Hace referencia al arte de vivir una vida emocionalmente sostenible, es decir, que nuestra vida emocional, que de hecho es la que va a influir en todo lo que serán nuestras dinámicas de relación, nuestra calidad de vida y nuestro bienestar, sea una vida equilibrada, una vida armónica, una vida con unos territorios interiores bien cuidados, que disponga de energía limpia, renovable y sostenible para enfrentar estos retos.
Que sirva como prevención para que este clima emocional que respiramos todos esté más limpio, no resulte tan tóxico como está siendo, y esto nos permita construir unos vínculos y unas relaciones basadas en el respeto y la responsabilidad, en lugar de la dependencia que a veces se da entre las personas. Se trata de canalizar esta energía de tal manera que mejore nuestra calidad de vida, aumente la calidad de las relaciones con los demás, y nos permita cuidar mejor de este mundo en el que vivimos.
¿Se puede considerar Ecología emocional para el nuevo milenio un libro de ‘autoayuda’?
Desde mi punto de vista es un ensayo de divulgación psicológica. Sí que es verdad que los lectores lo podrían encontrar en la librería clasificado como un libro de autoayuda. A mí esto no me molesta porque considero que incluso un libro de poemas puede ser de ‘autoayuda’ porque si sabes descubrir en él algo que te ayuda a vivir mejor, ya te estás ‘autoayudando’, con lo cual para mí no es un término peyorativo, y parte de un principio que también defendemos en ecología emocional que es el de autonomía personal que dice ‘ayúdate a ti mismo y encontrarás personas que te van a ayudar, pero empieza ayudándote tú, no esperando que venga un salvador a arreglar tu vida y a salvarte’.
Ayúdate a ti mismo y encontrarás personas que te van a ayudar, pero empieza ayudándote tú, no esperando que venga un salvador a arreglar tu vida y a salvarte
¿En qué consiste el máster sobre ecología emocional, qué aplicaciones profesionales tiene?
El máster es producto de siete años con un programa previo de formación en ecología emocional, o sea que no partimos de cero, sino que ya hemos experimentado los contenidos, y ha llegado el momento de llevar a cabo el máster. Ya tenemos 64 personas, profesionales procedentes de áreas muy diferentes, haciendo el máster.
Lo han elegido por varios motivos: uno es que resulta muy vivencial, por lo que facilita el propio crecimiento como persona y ayuda a autogestionar mejor las emociones; pero, además, también tiene aplicaciones profesionales. De hecho, en el tercer capitulo del libro hay un apartado que describe los ecosistemas, y habla del ecosistema virtual, un mundo virtual que tenemos que aprender a manejar, del ecosistema salud, del ecosistema educación y del ecosistema organización.
Aquí están las áreas en que un profesional puede aplicar los conocimientos adquiridos en el máster y trabajar, yo diría que como ‘ecólogo emocional’, porque participará en temas de prevención, de salud emocional, y también en algo muy nuevo que estamos trabajando que es el sello de calidad emocional para las organizaciones.
Así como ahora hay normas ISO, sellos que garantizan que las tecnologías y los procesos en una empresa se realizan con calidad, nosotros proponemos muchas cosas nuevas en el apartado organizaciones; por ejemplo, cuando una persona entra a trabajar en una empresa, que en el contrato donde se estipulan las condiciones económicas, el horario, etcétera, firme conjuntamente con la empresa un contrato emocional.
Además, estos profesionales que están realizando el máster podrán cooperar con los departamentos de recursos humanos en programas específicos de formación, o en el desarrollo de las organizaciones, o incluso como auditores para formar parte del protocolo que dicte que a una organización que cumpla unos requisitos determinados de salud emocional (en los que se analizará el funcionamiento de las áreas de ecología de esa empresa), se le pueda otorgar un sello que determine el nivel de calidad en este aspecto, y que se hará público.
Personas tóxicas y personas emocionalmente ecológicas
El contacto con algunas personas genera malestar o inquietud, mientras que con otras ocurre todo lo contrario, que tras conversar con ellas te sientes más optimista y vital. ¿Debemos entonces procurar relacionarnos únicamente con aquellos que aporten algo positivo a nuestra vida, o también se aprende algo de la negatividad ajena?
Es una forma de funcionar contaminante. Hablamos de toxicidad emocional o relacional, y este fenómeno es tan importante que lo tratamos en un único libro, que se llama ‘Sin ánimo de ofender’, en el que hablamos precisamente de contaminación emocional porque hay mucho trabajo por hacer en ese aspecto.
De hecho, se trata de una de las áreas de ecología emocional, y pertenece a los fenómenos que ocurren en el clima emocional, y en el de los vínculos también. De la negatividad lo que se aprende es a evitarla. Aunque una cosa es que una persona sea negativa, y otra cosa es que sea tóxica.
El negativo no te aporta mucha vitalidad y agota tu energía, pero al menos no es una lluvia ácida. El tóxico es aquel que erosiona tu autoestima, que te echa un dardo que se te ha clavado aunque aparentemente no ha pasado nada. Que cuando tú quieres hacer una cosa o tienes una ilusión te la corta de raíz, para que tú desistas.
Estas personas tóxicas no son amigos, es lo primero que diría. Y no hay que confundirlas con otras personas que sí son amigos, pero que atraviesan por una etapa de su vida, o tienen una serie de problemas, que hacen que no estén bien y, en un momento dado, lo comparten contigo; y se produce una situación sin alegría ni optimismo, pero de la que sí podemos aprender, y salir de estos procesos, tanto unos como otros, con mucho crecimiento personal; pero esto no es para nada lo mismo.
REDACCIÓN WEB DEL PSICÓLOGO