Una nueva forma de hacer psicología



El vínculo entre el psicoterapeuta y paciente es poderoso y sanador

Grupo en  |  Grupo en  |  App  |  Artículos  |  Play  |  Podcast

Las tres características que todo psicoterapeuta debería tener a la hora de relacionarse con un paciente son empatía, aceptación incondicional y autenticidad. Más allá de las técnicas psicológicas que se apliquen y del método que se siga, la psicoterapia siempre implica una relación profunda con otra persona, un vínculo que tiene un poder sanador en sí mismo. De hecho, a lo largo de los últimos años se han realizado numerosos estudios cuyo objetivo era evaluar la eficacia de los diferentes enfoques psicoterapéuticos y la mayoría de ellos han llegado a la conclusión de que gran parte del poder sanador de la psicoterapia radica en el vínculo que el psicólogo establece con el paciente. En realidad, este resultado no es sorprendente, ya que la psicoterapia es, básicamente, un proceso en el cual el psicoterapeuta acompaña a la persona a lo largo de un camino que le lleva a solucionar sus conflictos y desarrollar la autonomía emocional. Cuando no se establece un vínculo adecuado, la persona se sentirá insegura y el psicoterapeuta (y por lo tanto  también el paciente) no podrá avanzar en la terapia. Al contrario, cuando se establece un vínculo sano que potencia la sensación de seguridad, el paciente se sentirá aceptado, confiará en el psicoterapeuta y bajará las barreras defensivas.

Más allá de la empatía: La sintonía

Las personas experimentamos una necesidad natural de relacionarnos con los demás porque a través de estas interacciones nos construimos, adquirimos determinadas habilidades y desarrollamos la imagen que tenemos de nosotros mismos. Mediante estas relaciones establecemos vínculos afectivos, pero hay ocasiones en que esos lazos no nos satisfacen, sino que generan sentimientos de malestar y frustración.

En esos casos, mientras peor sea la calidad de nuestras relaciones, más necesidad de afecto tendremos; lo cual nos sumerge en un círculo vicioso muy dañino que puede conducirnos a la dependencia emocional.

El vínculo que se establece con el terapeuta rompe este círculo vicioso porque proporciona la cantidad de protección, confianza y seguridad necesarios como para que la persona desarrolle su autonomía emocional. Este vínculo se va consolidando en cada sesión y se basa en la confianza mutua. No obstante, para lograr este tipo de relación es imprescindible que el terapeuta sea capaz de sintonizar con la persona.

Qué es la sintonía

La sintonía implica la existencia de la empatía, pero va un paso más allá. De hecho, la capacidad de identificarse con las necesidades y sentimientos del paciente no es suficiente en la psicoterapia, es necesario que el psicoterapeuta o psicólogo sea capaz de comunicar esa empatía, no solo a través de las palabras sino también mediante su lenguaje no verbal. Solo entonces tiene lugar la sintonía, que no es más que la capacidad de unirse plenamente con el paciente durante el tiempo que dure la terapia psicológica.

Cuando la sintonía se consolida, la persona puede llegar a conectar con algunas partes de sí que daba por desaparecidas o que no expresaba por miedo al rechazo. Una vez que el paciente se siente seguro y confía plenamente en el psicoterapeuta, elimina las defensas y logra ventilar emociones y/o experiencias que son importantes para el proceso de sanación.

¿Cómo se crea un vínculo sanador entre psicoterapeuta y paciente?

Cada persona demanda un tipo de interacción diferente, por lo que el secreto para establecer una relación que conduzca a la resolución del problema radica en saber adaptarse a las necesidades del paciente. No obstante, en sentido general, el psicoterapeuta debe ser capaz de validar las experiencias, pensamientos y emociones de la persona, haciéndole sentir que es plenamente aceptado.

El psicoterapeuta no asume el rol del juez, sino que debe figurar como un acompañante incondicional. Cuando la persona se siente aceptada, no solo comienza a conectar con el terapeuta, sino que empieza a aceptar esos deseos, necesidades y/o problemas que antes negaba. En este punto comienza la verdadera resolución del conflicto.

Obviamente, el psicólogo o psicoterapeuta no se limita a ser empático y sintonizar con el paciente, al ser alguien ajeno a la problemática, aporta una visión más objetiva. Por tanto, el psicoterapeuta no solo conecta emocionalmente con la persona sino que, a la misma vez, mantiene la distancia necesaria para poder ayudarle. Siente empatía y comprende sus emociones, pero aún así, no permite que estas le embarguen, por lo que puede reaccionar de una manera más adaptativa e indicarle la vía más adecuada para resolver sus problemas.

La psicoterapia como experiencia emocional correctiva

Nuestros afectos y nuestra vida emocional se van construyendo a través de las relaciones con los demás. Nuestra autoestima se asienta en la estima que nos han mostrado las personas con las que nos hemos vinculado, y nuestra seguridad en la protección que nos han proporcionado. Si en nuestra infancia hemos tenido algún déficit en este sentido probablemente arrastremos esas carencias de adultos.

Experiencia emocional correctiva

La psicoterapia constituye una segunda oportunidad de establecer un vínculo sano con una persona de referencia en nuestra vida, supone por lo tanto una oportunidad de aprender a valorarnos y a sentirnos seguros en el mundo. A través del vínculo con nuestro psicoterapeuta sanamos de alguna forma los vínculos que no se han establecido de manera adecuada en el pasado.

El vínculo entre psicoterapeuta y paciente, constituye por lo tanto, una experiencia emocional correctiva, tal y cómo propuso Alexander, es decir, “una forma de estar con el otro” que es en sí misma reparadora a nivel emocional.

REDACCIÓN WEB DEL PSICÓLOGO

Comparte este artículo
URL compartible

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

También puede leer:





Se desactivó la función de seleccionar y copiar en esta página.