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Consecuencias en la Salud Mental de los niños que sufren Bullying

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Las relaciones y las experiencias que viven los niños, niñas y adolescentes en la familia, el colegio  y el barrio son imprescindibles para un buen desarrollo emocional, social y cognitivo. Sin embargo, la convivencia y las relaciones humanas, implican conflictos y perturban estos ambientes seguros y cálidos. Uno de estos conflictos, que despierta gran alarma social, es la violencia o acoso escolar que se genera entre niños o niñas o adolescentes en los colegios e institutos. ¿Qué es el acoso escolar o Bullying?. El acto de acoso o intimidación se caracteriza por ser un comportamiento agresivo, repetitivo, metódico y sistemático, que se produce durante un período de tiempo prolongado. El objetivo del acoso es intimidar, tiranizar, aislar, amenazar, insultar, amedrentar, someter emocional e intelectualmente a la víctima, es decir, controlarla a través del pensamientos y /o la acción y satisfacer su necesidad de controlar, dominar, agredir, y destruir a los demás. El agresor hunde y machaca la personalidad y la autoestima de la víctima. En la mayoría de los casos existe un desequilibrio de poder entre el agresor y la víctima. Este desequilibrio puede ser real o ser una percepción subjetiva por parte de la víctima.

La víctima generalmente sufre en silencio y en soledad, no habla del problema, por miedo a la venganza, por vergüenza, por no saber qué hacer, a dónde o a quién acudir.

Las agresiones, ya sean físicas, verbales de exclusión social y/o psicológicas, se manifiestan en los lugares donde no hay adultos, como el recreo, comedor, pasillos, baños, entre otros, y se suelen realizar sobre niños o niñas concretos, nunca a un grupo. Sin embargo, el agresor sí puede actuar en solitario o en grupo. Nadie debe subestimar el miedo que un niño, niña o adolescente intimidado puede llegar a sentir.

Los niños, niñas y adolescentes que son intimidados, con frecuencia no saben cómo responder a un comportamiento agresivo. Luchan contra las humillaciones y, al ser excluidos, y piensan que la escuela es un lugar inseguro y angustiante.

Ahora bien. ¿Quiénes son los protagonistas del acoso escolar? ¿Quiénes participan?

El acosador o agresor, niños, niñas o adolescentes:

Que desarrollan conductas de agresión o intimidación hacia otros y que buscan obtener el reconocimiento y la atención de los demás. Pueden ser niños que presenten una autoestima y una seguridad en sí misma alta o muy baja, pero, en ambos casos aprenden un modelo de relación basado en la exclusión y el menosprecio de otros.

Cuyo objetivo es eliminar, amedrentar, aterrorizar y destruir al que no es su seguidor, al que se resiste, al diferente, al que sobresale académicamente, en definitiva, al que le hace sombra y le rebaja socialmente y académicamente y al que, en el fondo, le hace de espejo de sus propias carencias.

Que presentan normalmente pocas habilidades sociales para comunicar y negociar sus deseos.

Cuyas características suelen ser: personas con falta de empatía, falta del sentimiento de culpabilidad, y con un nivel de tolerancia a la frustración ante los conflictos bajo y, por último, suelen ejercer sus agresiones y estudiar a su víctima de forma premeditada.

Cabe mencionar que según estudios psicológicos a personas que han realizado alguna acción de acoso escolar, su perfil encaja con niños y niñas que viven en un ambiente familiar permisivo. Este ambiente familiar puede haber desarrollado en ellos un umbral de tolerancia a la frustración muy bajo, irritándose mucho cuando no consiguen lo que quieren, además de la incapacidad de ponerse en el lugar del otro por una carencia de empatía, mermando también su capacidad de buscar soluciones que puedan beneficiar también a los demás.

Lo más probable es que el niño o niña educado en este ambiente familiar reproducirá en la escuela los hábitos adquiridos. Ni respetará, ni empatizará con el profesorado, ni con sus compañeros y compañeras.

Los niños, niñas o adolescentes pueden estar intimidando a otro si ellos:

  • Se involucran en peleas físicas o verbales
  • Tienen amigos que intimidan a otros
  • Son cada vez más agresivos
  • Los mandan a dirección con frecuencia
  • Tienen dinero o pertenencias nuevas sin explicación adicional
  • Culpan a otros por sus problemas
  • No aceptan la responsabilidad por sus acciones
  • Son muy competitivos y se preocupan mucho por su reputación o popularidad

El acosado o la víctima, niños, niñas o adolescentes:

Que suelen mostrarse débiles, inseguros, con baja autoestima y fundamentalmente incapaces de salir por sí mismos de la situación que padecen, aunque lo hayan intentado de muchas formas.

A quienes en la mayoría de las ocasiones les supera la situación y se sienten deprimidos.

Quienes presentan bajas habilidades sociales y suelen ser rechazados dentro del grupo, lo que los vuelve un objetivo fácil para el acosador.

Que sienten que no disponen de herramientas psicológicas y sociales para hacer frente a la situación.

Quienes suelen ser apegados a su familia, dependientes y sobreprotegidos por sus padres y madres.

Quienes en situaciones más raras, suelen tener un comportamiento irritante hacia los demás. A veces, sus compañeros les provocan para que reaccionen de mala manera, y así poder acosarlo pareciendo que la responsabilidad del acto agresor está justificada, disfrazando así la culpabilidad del acosador frente al resto de niños y niñas y, a veces, frente a los adultos.

Es importante resaltar que las víctimas de acoso escolar no suelen contarlo a sus padres o madres, sobre todo a partir de los 10 ó 12 años. Sentimientos como la vergüenza, la inseguridad o el sentirse inferior hacen que el niño o niña sufra las agresiones en silencio.

Por ello, resulta muy importante que los adultos seamos capaces de ponernos en guardia ante determinadas conductas que pueden darnos pistas de que está siendo víctima de algún acosador escolar. La primera alarma debe saltar cuando se observa un cambio importante en la conducta habitual del niño o niña.

Entonces, ¿Qué consecuencias o secuelas negativas sufren los protagonistas del proceso de acoso escolar?

Todas las personas que están involucradas, ya sean de manera activa o pasiva en un proceso de acoso, son víctimas de este proceso. Los acosadores, los espectadores y, por supuesto, las víctimas directas son las que más secuelas negativas sufrirán tanto físicas, como emocionales y psicológicas.

Consecuencias para la víctima:

Secuelas por estrés postraumático. Investigaciones científicas realizadas sobre el estrés humano sugieren que las víctimas de acoso escolar son más vulnerables a padecer problemas de conducta, como trastorno por estrés postraumático, depresión y trastornos del ánimo a medida que pasan los años.

En el caso de que los sentimientos del niño o niña no estén siendo bien encauzados y se queden sin resolver, pueden desarrollarse modificaciones en su comportamiento diario y rutinario como insomnio, pérdida de apetito, ataques de ira, etc.

Vivir aterrorizado con la idea de asistir a la escuela y, por ello, intentar aparentar estar enfermo en la mañana, o pueden aparecer síntomas psicosomáticos como vómitos, dolores abdominales o de cabeza sin causa aparente, o puede cambiar de camino para ir al colegio.

Mostrarse muy nervioso, triste y solitario en su vida cotidiana.

Mostrar modificaciones más profundas de índole psicológica y emocional, como la pérdida y destrucción de su autoestima y la confianza en sí mismo, llegando a estados depresivos o de permanente ansiedad social al generarse situaciones de inadaptación, y de índole escolar y cognitivo, al observarse una disminución del rendimiento académico.

Es muy importante que padres y madres estemos muy atentos a cualquier cambio de actitud, comportamiento o conducta con respeto a su rutina diaria por parte de nuestro hijo o hija. Algunas de los indicadores más fácilmente observables pueden ser:

  • Presencia de lesiones físicas
  • Pérdida o rotura de pertenencias
  • Insomnio, pesadillas, terrores nocturnos, enuresis, etc.
  • Llanto inmotivado y frecuente
  • Cambios de humor evidentes y marcados
  • Tristeza o síntomas de depresión
  • Pasar mucho tiempo sólo y no salir con amigos
  • El aumento de la pasividad o la retirada
  • Cambio repentino en la forma en que el niño habla – llamándose a sí mismo un perdedor o llamando idiota a un ex amigo
  • Descenso en su rendimiento escolar
  • Miedo a ir al colegio o instituto, o poner excusas para faltar de forma recurrente.

Entonces, ¿Qué podemos hacer para mejorar la experiencia educativa y prevenir la violencia?

Debemos enseñar a resolver conflictos de forma constructiva; es decir, pensando, dialogando y negociando. Un posible método de resolución de conflictos se desarrolla en los siguientes pasos:

  • Definir adecuadamente el conflicto
  • Establecer cuáles son los objetivos y ordenarlos según su importancia
  • Diseñar las posibles soluciones al conflicto
  • Elegir la solución que se considere mejor y elaborar un plan para llevarla a cabo
  • Llevar a la práctica la solución elegida

Valorar los resultados obtenidos y, si no son los deseados, repetir todo el procedimiento para tratar de mejorarlos

Por una parte, en los programas de prevención de la violencia escolar que se están desarrollando en los últimos tiempos, se incluyen la mediación y la negociación como métodos de resolución de conflictos sin violencia.

Fuentes

REDACCIÓN WEB DEL PSICÓLOGO

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