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Alicia Gonzáles: “Cuando mas solo estás tu empatía y comprensión disminuyen”

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Alicia Gonzáles. Tener buenas amistades es esencial en todas las etapas de nuestra vida para disfrutar de una buena salud mental. Pero Alicia González, psicóloga sanitaria, lamenta que nadie nos enseña a construir vínculos sanos, gestionar conflictos del día a día, recolocar o soltar amistades que ya no nos hacen bien.

Sobre todas estas cuestiones conversamos con ella, a raíz de la publicación de su nuevo libro Amigos mejores. Construye amistades sanas, suelta las que no lo son y cura las heridas del pasado (Montena, 2023).

Siempre se dice que tener buenos amigos es cuestión de suerte. ¿Cree que es así?

Alicia Gonzáles. Durante mucho tiempo, yo misma he vivido esa frase. Cuando tienes una muy buena amiga o amigos te consideras una persona muy afortunada. pero claro, en el caso de no tenerlo, es una desdicha. Cuando todo queda en manos de la suerte, ahí no tienes ninguna responsabilidad y ningún poder. Ni en lo bueno, ni en lo malo. Te quedas ahí como un alga a merced de la corriente. Por eso creo que esto no es así.

Sí que es verdad que en la historia vital hay un componente de suerte y encima no depende ni de ti, depende de tus padres. De dónde te sitúen. Que tengas la suerte de ir a un un colegio en el que coincida que vayas a hacer amigos. Pero los amigos de la infancia no siempre perduran y eso, no es bueno ni malo. Sin más.

Pero como no nos han enseñado gestión emocional, a poner límites, ni a saber que hay cosas que no se tienen que tolerar, nos quedamos con las amistades que nos llegan y que, muchas de ellas, no nos hacen sentir bien. Por eso, entiendo que la gente piense que tener buenos amigos es cuestión de suerte, pero no lo es.

Podemos estar rodeados de gente y aun así, sentirnos solos. ¿Cómo podríamos identificar que esas personas que tenemos alrededor no nos están aportando lo que necesitamos?

Alicia Gonzáles. Has dicho algo que es clave: no me aportan lo que necesito. Considero que las cosas tienen que tener un equilibrio. Ni se trata de que yo esté al cien por cien por y para ti, ni que solo me encuentre yo en las relaciones. Durante muchos años ha existido como una ola de individualismo, como si fuese la panacea, lo que nos va a liberar del dolor. Porque la gente huye del dolor. «Si no me aportas, aparta»: típica frase que se escucha mucho.

Pero fíjate que cuando cambias el foco y dices «no solo existo yo en la relación, también existe otra persona», la cosa cambia. Quizá siento que no recibo lo que necesito y quiero, pero quizás a la otra persona tampoco le estoy dando lo que necesita y lo que quiere. Tampoco estoy mirando a la otra persona y estoy pensando si estará bien o no, si está pasando por un mal momento. A veces, vamos de blanco a negro: o me aportas o te vas. Te echo del todo.

¿Existe un punto medio?

Alicia Gonzáles. Sí, hay veces que, aunque nuestros valores disten, se separen, se puede recolocar a esa persona en mi vida de otra manera. Puede que no haga falta echar a esa persona de tu vida. Pero cuando te sientes muy solo estando acompañado, normalmente ese es el resultado de no haber actuado en coherencia contigo durante mucho tiempo. Es como un clic. Estar en un lugar y decir: «¿Y yo qué hago aquí?».

¿Y ese momento en el que dejas de ser la prioridad de un amigo que para ti sí lo es?

Alicia Gonzáles. La vida no es estable. A ti y a mí nos pueden ocurrir cosas que propicien que nuestras prioridades se muevan. Pero fíjate que eso, al ego, no le sienta bien. Sentirme la prioridad de una persona, me hace sentir especial y me conecta con la exclusividad, un vínculo especial y único. Pero cuando entra una pareja en juego, o los hijos, la vida de la otra persona, cambia. Lo que sucede aquí es que no somos capaces de tolerar el duelo. Eso en primer lugar.

Me acuerdo cuando me quedé embarazada que tuve una amiga que no lo gestionó bien. En realidad, tuve varias. Una desapareció de mi vida por completo, pero la segunda me dijo: «Ali, te quiero infinito, me alegro tanto por ti, pero a la vez tengo tristeza porque nuestra vida va a cambiar». Era evidente. Lo que no podemos hacer es negar lo evidente.

No es que mi amiga pase a no ser importante, que esto es un concepto súper relevante. Sino que, si con mi amiga me veía cada día, ahora a lo mejor me veo dos veces a la semana. ¿Por qué? Porque ahora necesito dar amor a otras cosas que son prioridad en el sentido de que están en coherencia con mi sentido vital y mis valores.

Ahora bien, es mi responsabilidad cuidar de todos los vínculos también. Recordarle a mi amiga que la quiero. Cuando alguien, de repente, nos pega la patada, de cien a cero, es muy duro. Siempre hay que buscar el equilibrio, aunque es difícil de conseguir.

¿Qué diferencias hay entre un amigo y un mejor amigo?

Hay muchos estudios que dicen que, mejores amigos, solo podemos tener un máximo de cinco. A mí me parece una barbaridad. Esos que sientes como tu familia, que dices: «Contigo me muestro al cien por cien». Evidentemente, esto es una generalización. Habrá personas que son capaces de tener más y otras que con cinco se desbordan, con una sola amistad así, son felices.

Luego los amigos, siguen siendo personas con las que tú puedes conectarte a un nivel profundo, pero no traspasar según que barreras porque sabes que en parte, están como instrumentalizados. Es decir, tengo una buena amiga con la que me veo una vez al mes y que oye, me siento bien como para compartirle mi vulnerabilidad, pero no hablaré con ella todos los días. Y a lo mejor tengo una amiga, la única que tengo, con la que comparto mi vida al cien por cien.

“Cuando mas solo estás tu empatía y comprensión disminuyen”

¿Crees que la amistad entre los hombres es diferente?

—Sí. Este tema me encanta. Crecí pensando que, cuando alguna amiga me hacía algún feo, en casa siempre me decían: «Eso es que te tiene envidia, hija». Lejos de sentirme bien, me sentía mal, en un mundo hostil. Primero, que no lo entendía. Pensaba: «¿Entonces, las mujeres, en general, nos tenemos envidia?».

Crecí con esa sensación y con la madurez, me di cuenta de que las mujeres tenemos un peso muy grande en la sociedad en cuanto a la competición. Pero a la vez, también de que eso es de fuera hacia adentro. Muchas veces la sociedad nos señala. Crecí creyendo que las mujeres son más malas entre ellas, que somos más criticonas… Pero cuando fui más mayor me di cuenta de que no puede ser. Las amistades entre las mujeres son pasionales, intensas y leales. Y de esa lealtad es de donde, a veces, surgen las conductas tóxicas, los celos. Pero porque somos más intensas.

REDACCIÓN WEB DEL PSICÓLOGO

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