Una nueva forma de hacer psicología



Walter Riso: “La gente no acude a los psicólogos en busca de cura, que duele, sino de alivio”

Grupo en  |  Grupo en  |  App  |  Artículos  |  Play  |  Podcast

“La vida no es un lago tranquilo entre montañas nevadas. Eso no existe. La vida es un río que baja turbulento, arrastrando piedras, personas, maderas. Y cuando estás en el río tienes que aprender a sobrevivir”. Walter Riso regresa a Aprendemos Juntos con una clase magistral sobre bienestar emocional y resiliencia para afrontar épocas de crisis, adversidad e incertidumbre. Walter Riso es doctor en Psicología, especialista en Terapia Cognitiva y Máster en Bioética, con más de 30 años de experiencia en el ámbito de la psicología clínica y la formación, a través de su cátedra universitaria entre España y Latinoamérica. Es autor de más de 20 textos científicos y de divulgación, traducidos a más de 10 idiomas, que le han convertido en autor superventas de títulos como ‘El coraje de ser quien eres’, ‘Más allá de la adversidad’, ‘Pensar bien, sentirse bien’, ‘Filosofía para la vida cotidiana’, o ‘Amar o depender’.

Hola, Walter. Yo te quiero preguntar cómo podemos saber si nuestros amigos y familiares están pasando solo por un mal momento o es una depresión.

Bueno, la pregunta es muy importante. No se suele explicar la diferencia entre depresión y tristeza. En primer lugar, entendamos que hay emociones básicas que nacen contigo, que no las aprendes, ¿de acuerdo? Tú no puedes ir a un curso y decir: “Voy a aprender a estar triste”. La depresión es aprendida, es una cuestión que no.

A no ser que tenga un sustrato bioquímico. Cuando una persona o cualquier organismo está sometido a un estrés donde el estrés se vuelve incontrolable, hagas lo que hagas, el estrés sigue, escapa totalmente de tu control, entiendes que no tienes ningún recurso para manejar este estrés y no lo puedes predecir, la respuesta ahí es la desesperanza y esa es la depresión.

¿En qué se diferencian? La tristeza cumple la función de que cuando estás en una situación difícil se lentifica. Todo tu sistema nervioso, tu software, se vuelve más lento para que tú puedas buscar alguna solución en el pasado. Tienes acceso más fácil a la memoria cuando estás triste. Cuando estás muy acelerado, la misma biología se frena. Es como si la naturaleza te dijera: “Para un poquito, que vas muy rápido”, y la tristeza se vuelve más lenta para recuperar energía.

La tristeza también sirve para que tú transmitas tu estado a los demás. La tristeza está acompañada de determinados gestos. Esos gestos no pasan desapercibidos en las personas. Es una manera de avisar, de comunicar que tú te sientes mal. O sea, que cumple la función de aviso, cumple la función de recuperar información importante para resolver el problema y cumple la función de recuperar energía.

Para eso está la tristeza. Eso es lo que sabemos de la tristeza. La depresión no cumple ninguna función. ¿En qué se diferencian? Hay muchas diferencias. Te voy a dar algunas. Cuando tú estás triste, tú puedes seguir funcionando en tus actividades. Puedes ir a trabajar, puedes tener sexo, puedes comer normal, puedes relacionarte con la gente y lo haces a media máquina. Pero todavía lo puedes hacer. No terminas aislándote. En la depresión.

La depresión es una enfermedad heterogénea. Se te dificulta comer, se te dificulta ir a trabajar, se te dificulta el sexo o es cero sexo. Cambia tu sistema de alimentación y te cuesta mucho trabajar, actuar en la sociedad. El depresivo se aísla mucho. El triste todavía no se aísla. La tristeza dura poco tiempo. No te puedo decir el tiempo exacto, pero ponle 15 o 20 días. Estoy poniéndote esto para que lo puedas comparar. Entonces, te sientes triste. Entonces, tú tienes que aprender a leer la tristeza. A gestionarla. Entonces, la tristeza es: “Estoy triste. Me está pasando alguna de estas cosas. Quizá estaba un poco acelerada.

Quizás tengo un problema y no lo sé resolver. Quizás quiero transmitir un estado interior a alguna persona”. La depresión, cuando ocurre, no dura 15 o 20 días. Tú dices a la tristeza: “Hola, tristeza, gracias por estar conmigo”. La metes en el bolsillo y te la llevas encima. Esa se va a ir sola. Se va. No te produce ninguna alteración.

La depresión dura más. Una depresión moderada, leve, puede durar seis meses, a veces un año. Hay otras investigaciones que dicen más. Hay depresiones que duran más. El punto más importante es que en la depresión siempre hay un sentido de autodestrucción del yo. Siempre se está buscando la autodestrucción psicológica o física. En la tristeza, no.

En la tristeza, no hay autodestrucción del yo. No dejas de quererte. No quieres desaparecer. Yo diría que esas son las diferencias más importantes. Si estás viendo a un amigo o una amiga y lo ves que se está aislando, que llora, que tú en la tristeza no lloras, en la tristeza puede que te emociones un poquito, pero en la depresión lloras mucho.

Si ves que la persona tiene dificultades para ir a trabajar, tiene dificultades para relacionarse con la gente de manera manifiesta, que ya lleva bastante tiempo así… Hay dos tipos de depresiones en cognición. En la parte de terapia cognitiva, que es la que yo hago. La depresión autónoma, que es cuando no puedes alcanzar una meta. Y te deprimes. La otra es la sociotrópica. Es cuando te rechaza la gente o cuando te sientes solo. Tienes que fijarte si la persona ha tenido algún fracaso reciente o está aislado. Puede tener un fracaso, inclusive en las relaciones personales y se mezclan los dos. Puede estar en una situación de estrés no controlable.

Que tú ves que la persona viene desde hace tiempo en una situación de adversidad que, pese a querer controlarla, no puede. Se quebró con una empresa. Siempre vas a ver que en el término de tres, cuatro o cinco meses antes, si no es una depresión bioquímica, hay algo que explica, que es una adversidad.

Entonces, yo diría que ante la menor sospecha hay que pedir ayuda profesional, porque muchas personas depresivas, si realmente atentan contra sí mismas, avisan. Pero avisan de una manera tan sutil que a veces uno no se da cuenta. Por ejemplo, van y piden ayuda a un psiquiátrico o piden ayuda a alguna parte y no le dan la cita inmediatamente, o van donde el terapeuta y explican lo que les está pasando, pero no cuentan todo. Le dan algunos elementos, a ver si el terapeuta los descubre. Es decir, algunos avisan y piden ayuda. Otros planean todo muy bien. Entonces, ante el menor indicio, ya sabiendo qué es tristeza y qué es depresión, ante el menor indicio hay que pedir ayuda profesional.

¿Cómo puedo ser una persona resistente?. Vanessa. Hola Walter, mi nombre es Vanessa. En los últimos años, la vida ha sido un… Ha traído algunas cosas un poco negativas. Nos ha traído una pandemia, una guerra, una crisis. Y en este ámbito me pregunto qué les podemos decir a nuestros jóvenes, cómo pueden superar lo que viene sin saber qué es lo que va a pasar.

“Si sacamos nuestro guerrero interior, quizá nos irá mejor en el futuro”

Walter Riso. Bueno, muchas gracias. Bueno, los tres ejemplos que me pones son válidos, pero hay mucha gente en el mundo. Hay países donde hay terremotos, hay países donde hay hambrunas, es decir, las crisis pueden ser de cualquier tipo. Con la pandemia, yo creo que aprendimos algunas cosas, o, por lo menos, algunos aprendimos algunas cosas.

Primero, que estamos más cerca de la muerte de lo que pensábamos y que la muerte, que era un tema tabú, ahora se puede tocar un poco más abiertamente. Entonces, nos asustamos. Nos dimos cuenta de que un animalito que es mil veces más pequeño que una bacteria nos arrodilló a todos, inmunólogos inclusive. Nos dimos cuenta de que quizás valorábamos ciertas cosas que no eran tan importantes.

Que somos más vulnerables, además, de lo que creíamos. No sé si les habrá pasado a ustedes, pero había muchas cosas que yo consideraba imprescindibles en mi vida. Ahora ya las considero prescindibles. Había muchas cosas a las cuales yo estaba apegado que ahora ya no estoy tan apegado. He visto mucha mejoría en pacientes tacaños. Que ahorraban obsesivamente y ya dijeron: “No, en cualquier momento puede pasar esto. Entonces, empiezo a gastar». Pero digamos que, para mí, todos somos guerreros. Nosotros tenemos un gran guerrero interior que es el sistema inmunológico.

Ese sistema inmunológico ha peleado por ustedes millones de veces y los ha ayudado millones de veces. Ese sistema inmunológico es biológico, pero también tenemos un sistema inmunológico psicológico. “Todos somos guerreros” significa que, si sacamos afuera las características del guerrero o de la guerrera y las ponemos en práctica, quizá nos vaya mejor.

Hay una tradición en Japón que, cuando se rompe, por ejemplo, una jarra, la pegan y se le ven todas las cicatrices. Y esas cicatrices las forran o en platino o en oro. Ese objeto ya no es desechable. Ese objeto se pone otra vez a la venta y vale más. Porque es un objeto que está mostrando su historia. Está mostrando que se recuperó. Además de tener eso de oro, es resiliente, es un objeto que sobrevive. La resiliencia es esa. Es la capacidad de recuperarme. Pero el buen guerrero muestra las cicatrices.

Yo tenía un paciente que sudaba mucho, entonces, siempre sudaba mucho. Tenía un problema. Era como una especie de eritrofobia, es decir, una fobia al sudor, y se le notaba mucho. Entonces, él usaba siempre ropa blanca para que no se le viera la marca. Evitaba estar en lugares donde hubiera aire acondicionado porque nadie sudaba, sino solamente él y se había aislado mucho.

La tarea que se le dio fue hablar de su problema siempre, cada vez que pudiera, en cada reunión donde estuviera. “Buenas tardes. ¿Cómo están ustedes? Quiero contarles que yo tengo un miedo a sudar en público, a que se me hagan unas manchas. Por eso llevo tantos pañuelos y estoy en tratamiento. Entonces, si me ven sudar, entiendan eso, por favor”. Hizo tres explicaciones de eso y nunca más sudó. En público. Tres.

Todas estas cosas juntas, haces un cóctel y quizá sean una buena manera de poder empezar a enfrentar, a afrontar inteligentemente los problemas que se nos vienen, porque apenas esto está empezando. Cada época ha tenido sus problemas, pero aquí estamos en una posmodernidad donde hay una serie de valores que son difíciles de captar. Eso sería tema para otra conferencia. Quiero hacer esta reflexión para terminar. Una reflexión que espero que les sirva. A mí me ha servido.

Lo que no podemos perder nunca en la vida es la conducta de exploración. Es explorar el mundo. Es seguir conociéndolo. Es seguir metiéndose en él. Para eso necesitamos tres emociones. Todo esto que les voy a decir, la conducta de exploración no es aprendida, es natural. El niño, después de los dos años, de estar en una etapa de attachment pasa a una etapa de detachment donde quiere explorar el mundo. Por eso los terribles dos, el niño a los dos años corre a todas partes porque eso le genera sustancia blanca y eso hace que pueda aprender más rápido. Ustedes ven el niño correr y el papá detrás.

Siempre es así. A los dos años, se vuelven insoportables. Pero esa conducta de exploración nunca la tenemos que perder. Es investigar. Investigar el mundo. Hay tres emociones que siempre están ahí. Curiosear. La curiosidad. No la pierdan nunca. No importa que tengan 500 años. Ustedes pueden jugar a los 500 años, bailar a los 500 y ser curiosos como el gato. Dicen: “Pero la curiosidad mató al gato”. No, pero el gato tiene siete vidas, así que no me molesten con eso.

“La gente no acude a los psicólogos en busca de cura, que duele, sino de alivio”

Esta entrevista fue publicada por BBVA: aprendemosjuntos.bbva.com

REDACCIÓN WEB DEL PSICÓLOGO

Comparte este artículo
URL compartible

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

También puede leer:





Se desactivó la función de seleccionar y copiar en esta página.