La manipulación psicológica implica acciones de distorsión mental y explotación emocional para ejercer el control sobre una persona, con el objetivo de obtener cierto beneficio u objetivo. A diferencia de la influencia social saludable, un fenómeno habitual en las relaciones constructivas gracias al cual todos ganan, el manipulador emocional se aprovecha de su víctima generando un desequilibrio de poder que utiliza a su favor. Cuando se establece este tipo de relación, hay un claro “ganador”: el manipulador emocional, y un “perdedor”: su víctima ¿Cómo detectar a un manipulador emocional? La mayoría de las personas manipuladoras tienen estos rasgos en común: Egocentrismo. Las personas manipuladoras no suelen pensar en lo que su víctima necesita, siente o desea. Debido a su perspectiva egocéntrica del mundo, anteponen continuamente sus intereses y necesidades a los de los demás.
Falta de empatía. El elevado nivel de egocentrismo de las personas manipuladoras les impide ponerse en lugar de los demás. Son poco empáticas con los problemas y necesidades de quienes les rodean. En los casos extremos, ni siquiera ven a los demás como personas sino como medios para alcanzar sus objetivos.
Irresponsabilidad. Las personas manipuladoras suelen huir de las responsabilidades, no asumen las consecuencias de sus actos pues no creen que aprovecharse de las debilidades ajenas sea algo malo. Aunque lastimen a los demás, no sentirán remordimientos.
Maquiavelismo. Las personas manipuladoras suelen puntuar elevado en el rasgo de maquiavelismo, lo cual significa que son expertas en crear escenarios y dinámicas que fomentan la intriga, la rivalidad y los celos.
Facilidad para detectar las debilidades ajenas. Estas personas son muy hábiles detectando las debilidades de los demás, para usarlas a su favor. Se aprovechan de la sensibilidad emocional y, sobre todo, de la amabilidad, pues saben que es más fácil manipular a personas sensibles y dispuestas a ayudar.
Manipulador emocional en la pareja
Las personas con ciertos trastornos de personalidad también son más propensas a recurrir a la manipulación emocional para lograr sus objetivos:
Trastorno de la personalidad antisocial. Son personas astutas y calculadoras, que al inicio parecen encantadoras, pero sufren una profunda falta de empatía y pueden llegar a ser muy cínicas y crueles.
Trastorno de la personalidad límite. Estas personas tienen una autoimagen frágil y fluctuante, así como un profundo temor al abandono, por lo que pueden convertirse en manipuladores expertos.
Trastorno de la personalidad narcisista. Estas personas experimentan una profunda necesidad de admiración, creen que son especiales y únicas, pero carecen de empatía. Dado que piensan que tienen más derechos que los demás, es común que se aprovechen de los otros.
Las técnicas de manipulación emocional
Las personas manipuladoras suelen recurrir a diferentes técnicas de manipulación mental para dominar a sus víctimas, conocerlas te ayudará a detectarlas y evitar caer en las redes de la manipulación.
Infundir miedo. Es una de las estrategias de manipulación mental y emocional más usadas y eficaces puesto que hace leva en los temores de la víctima. Una vez que el manipulador descubre sus miedos, los exagerará para asustar a la persona y lograr que haga lo que desea. En la pareja, es común recurrir al miedo al abandono o a la sensación de indefensión.
Gaslighting o hacer luz de gas. Se trata de una manipulación mental tan sutil que muchas personas no se percatan de ella. Básicamente, el manipulador emocional se dedica a minar la autoconfianza de su víctima distorsionando la realidad para adaptarla a su visión de lo que sucede. En los casos más graves, la víctima incluso llega a dudar de su memoria y cordura ya que el manipulador no tiene escrúpulos en cambiar los hechos y mentir para generar una dependencia. Constituye una forma de maltrato psicológico.
Generar culpa. La sensación de culpa es un poderoso motor impulsor del comportamiento, por lo que los manipuladores a menudo intentan que su víctima se sienta culpable. Lo más común es que se hagan pasar por personas desvalidas que necesitan ayuda, de manera que su víctima se sienta terriblemente mal si no cede a sus deseos. Estas personas inventan “necesidades imperiosas” que su víctima debe satisfacer o falsean la realidad para hacerles sentir culpables.
Actitud protectora. En los casos más sutiles de manipulación emocional, el manipulador se presenta como el “protector”. En práctica, le hace creer a su víctima que no es capaz de valerse por sí misma y que le necesita. A cambio de esa “protección”, que puede ser económica o emocional, el manipulador le pedirá que se adapte a sus deseos. De esta forma, la protección se convierte en un control total generando una relación de profunda dependencia.
Castigo. El manipulador emocional casi nunca recurre a la violencia física, su violencia es psicológica. Por eso, castiga a su víctima cada vez que no cumple con sus exigencias. Ese castigo puede adoptar diferentes formas, desde humillaciones verbales y sarcasmos hasta un tratamiento silencioso que implica obviar por completo al otro, soslayar sus necesidades emocionales y negarse a afrontar el conflicto, manteniendo así el control de la situación.
La manipulación psicológica en la pareja
La manipulación psicológica en la pareja es mucho más difícil de detectar ya que el vínculo emocional existente impide analizar la situación con objetividad. Sin embargo, este tipo de manipulación tiene consecuencias nefastas ya que no solo corroe las bases de la relación sino que suele provocar una profunda falta de confianza en la víctima.
El manipulador emocional en la pareja suele despreciar los sentimientos, opiniones, deseos y necesidades del otro, para anteponer o imponer los suyos. Como resultado, es usual que la víctima experimente frustración, resentimiento y una profunda insatisfacción con la relación.
En algunos casos, sobre todo en las primeras fases de la relación, el manipulador emocional en la pareja recurre a una estrategia diferente: realiza demostraciones excesivas de atención y afecto con el objetivo de que la relación progrese más rápido. Con esta táctica, el manipulador crea una especie de vértigo emocional en su víctima que le impide pensar y le empuja a tomar decisiones con las que no se siente suficientemente cómoda. Cuando esa persona intenta echar el freno, el manipulador le recriminará su falta de compromiso y entrega.
Uno de los principales riesgos de la manipulación psicológica en la pareja, sobre todo cuando se extiende a lo largo de los años, es que el manipulador termine “absorbiendo” la personalidad de su víctima, generando una relación de profunda dependencia en la que ostenta el poder absoluto. De hecho, muchas de las personas que han salido de relaciones de larga data en las que han sido manipuladas, experimentan una profunda despersonalización y falta de autoestima, por lo que el primer paso del camino de sanación emocional implica redescubrirse a sí mismas.
¿Cómo evitar la manipulación emocional?
Conoce tus derechos fundamentales. Para evitar o ponerle freno a la manipulación, es fundamental que tengas presente tus derechos como persona:
- Derecho a ser tratado con respeto.
- Derecho a expresar tus sentimientos, opiniones y deseos, aunque difieran de los de los demás.
- Derecho a establecer tus prioridades.
- Derecho a decir “no” sin sentirte culpable.
- Derecho a protegerte de las amenazas físicas, mentales y emocionales.
- Derecho a planificar una vida feliz y saludable.
- Estos derechos fundamentales representan límites que los demás no deben traspasar y no debes sentirte mal por defenderlos.
REDACCIÓN WEB DEL PSICÓLOGO