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Jordi Gil

Jordi Gil: “El tipo de infancia y de adolescencia que tuvimos es la gran influencia de nuestra vida, pero esa influencia se puede compensar”.

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Jordi Gil. Mi propia infancia marcó mi vida durante años y solo a través de la toma de conciencia y del apoyo de distintos aliados he podido transformar mi dolor infantil en una riqueza personal que me permite disfrutar de la vida”, escribe en la introducción de Aprende a cuidar de tu niño interior:

Cómo cicatrizar las heridas de la infancia para alcanzar una vida adulta plena (Diana) el psicólogo Jordi Gil.

Es el suyo un volumen que parte de su experiencia –la personal y la profesional– para acercar a los lectores una guía para reencontrarse con el niño maravilloso (el niño antes de la herida) sin renunciar a aprovechar los valiosos aprendizajes que puede dejarnos el dolor y el sufrimiento que alimentan al niño herido.

Y es que, como afirma este experto especializado en terapia individual y psicología del trauma, que desde 2005 codirige el centro Gestalt Salut Psicoteràpia de Barcelona, la infancia “es la gran influencia de nuestra vida”, pero eso no significa que esa influencia, sobre todo cuando es negativa, no se pueda compensar.

“Tiene remedio”, afirma. Eso sí, ese remedio implica un trabajo personal importante. ¿Estamos dispuestos a hacerlo?

“El tipo de infancia y de adolescencia que tuvimos es la gran influencia de nuestra vida, pero esa influencia se puede compensar”.

‘El niño es el padre del hombre’, titula el prólogo Francesc Miralles, citando al poeta británico William Wordsworth. ¿La infancia nos marca de forma irremediable?

Jordi Gil. El tipo de infancia y de adolescencia que tuvimos es la gran influencia de nuestra vida. Nos condiciona y nos influencia mucho, pero también te digo que esa influencia y ese condicionamiento se pueden compensar.

Tienen remedio. Pero para ponerle remedio hay que hacer un trabajo de conciencia, de esfuerzo y de atención. Y no siempre estamos dispuestos a ello.

Es habitual escuchar esa frase manida de que nunca debemos perder al niño que llevamos dentro. Entiendo, sin embargo, que si ese niño interior está herido, nos puede acabar condicionando para mal nuestra adultez.

Por supuesto. Pero antes del niño herido está el niño maravilloso o el niño divino (dependiendo del enfoque terapéutico que utilicemos), así que el objetivo debería ser recuperar a ese niño maravilloso o divino que existió antes de la herida; y tener en cuenta que el niño herido también tiene cosas que aportarnos.

“El hecho de haber sufrido durante nuestra infancia también nos puede hacer más humanos, más compasivos, más empáticos”

Al final el hecho de haber sufrido también nos puede hacer más humanos, más compasivos, más empáticos. Nunca hay que olvidar ese obsequio que nos hace el niño herido. Se pueden sacar aprendizajes de ese niño herido.

Jordi Gil. Sí. Se puede sacar más luz, más claridad. Quien ha sufrido en la infancia y ha hecho un trabajo de conciencia posiblemente pueda ser un adulto más compasivo y más cuidador.versosyreversos.com

Autoconocimiento para identificar las heridas de la infancia

Hay experiencias traumáticas (violencia, agresiones sexuales, etcétera) que evidentemente hirieron al niño que fuimos y cuyas consecuencias nos lastran por mucho tiempo. Sin embargo, hay gente que puede que fuese herida en la infancia de una manera más sutil y no sea capaz de identificar esa herida. ¿Cómo podemos saber que nuestro niño interior está herido?

Jordi Gil. La forma de detectar las heridas parte de la observación: de observar qué tipo de situaciones me tensan en exceso, por qué me enfado mucho, por qué cosas tengo una respuesta emocional exagerada (ya sea ésta depresiva o eufórica), etcétera. Esas cosas que nos alteran más de lo que deberían nos pueden dar pistas de que quizás existen heridas de fondo que no han cicatrizado o que no hemos curado del todo.

Esta entrevista fue publicada originalmente por Web Consultas: webconsultas.com

REDACCIÓN WEB DEL PSICÓLOGO

 

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