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Rodrigo Quian Quiroga: “Estudiar el cerebro es estudiarme a mí mismo”

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¿Qué nos hace humanos? Esta es una de las obsesiones del neurocientífico Rodrigo Quian Quiroga. Y parece haber encontrado el camino para responder a la pregunta. En el año 2005 descubrió la ‘neurona de Jennifer Aniston’, un tipo de neuronas que representan conceptos y tienen un rol crítico en la formación de memorias. “La gran capacidad del pensamiento no es recordarlo todo, sino olvidar un montón de cosas”, asegura el también escritor. De espíritu renacentista y aglutinador, Quian Quiroga es director del centro de Neurociencia de Sistemas en la Universidad de Leicester en Inglaterra. Estudió Física en la Universidad de Buenos Aires y se doctoró en Matemática Aplicada en la Universidad alemana de Lübeck. Recientemente ha obtenido una plaza de investigador ICREA para incorporarse al instituto IMIM de Barcelona. Quian Quiroga ha recibido múltiples distinciones entre las que destaca el premio al mérito en investigación científica que otorga la Sociedad Real de Inglaterra. Además, fue seleccionado como uno de los diez científicos líderes en ciencia e ingeniería del Reino Unido. ¿Por qué es fabulosa la neurociencia?

“Uno de los aspectos interesantísimos del estudio del cerebro es que la gran revolución está pasando ahora. Casi todo lo que sabemos del cerebro las estamos descubriendo ahora”, asegura el científico. Su trabajo se centra en el estudio de los principios de la percepción visual y la memoria y es autor de varios superventas de neurociencia: ‘Borges y la memoria’, ‘¿Qué es la memoria?’ o ‘NeuroCienciaFicción’.

Hola, Rodrigo. Estudiaste física y matemática aplicada, pero has dedicado tu vida a la neurociencia. ¿Por qué decidiste dedicarte a la neurociencia? Y, como experto mundial en esta disciplina, me gustaría que nos contaras en qué consiste la neurociencia.

Las vueltas de la vida te van llevando de un lado al otro, o sea, uno un poco trata de… como de torcer su destino para el lado que más le gusta. Yo tuve suerte que terminó siendo algo que me gustaba, me intrigaba, te diría, de siempre. A mí, de chico, el tema del cerebro me intrigaba. Yo decía: “¿Y cómo es eso? ¿Cómo es que acá… acá adentro están los pensamientos y todo el potencial que tenemos?” En su momento me dediqué a la física, empecé a estudiar física, me apasionaba la cosmología.

Terminé haciendo algo que se llama Teoría del caos en Física. Y un día mi jefa me dice: “Bueno, mira, te voy a conseguir unos datos, que es un sistema dinámico, muy complejo para que los estudies, y que esto, que lo otro, son datos del corazón. Y yo decía: “Pero a mí el corazón no me interesa tanto. Sí, está bien, yo entiendo que es un sistema complejo… a mí me interesa el cerebro”. Y me acuerdo que hablé con mi jefa en ese momento, estaba haciendo mi trabajo de grado, o sea, para recibirme de físico y yo le dije:

“¿No podría trabajar con el cerebro?” Y ella me dijo: “Si conseguís los datos, ningún problema”. Y literalmente fui y golpeé la puerta a un instituto de investigación de neurociencia en Argentina.

En ese momento tuve mucha suerte de que encontré una persona que se interesó mucho por lo que yo le decía, el doctor Horacio García, que fue mi primer mentor en neurociencia, y a partir de ahí empecé a dedicarme a lo que más me apasionaba, que era a empezar a contestarme a preguntas que realmente me interesaban, que es como ¿Cómo funciona el cerebro? Y básicamente la neurociencia para mí es eso, es… Son distintas maneras de tratar de entender qué es lo que hace lo que tenemos acá adentro, en nuestra cabeza.

Hay muchas ramas de neurociencia, hay gente que se dedica a estudiar las neuronas y qué es lo que hace que una neurona dispare, todos los procesos bioquímicos que están involucrados en cómo funcionan las neuronas… A mí me interesa algo un poquitito más, si querés, de alta escala, más elaborado, que es cómo las neuronas, interactuando entre ellas y activándose, hacen que yo te pueda estar viendo en este momento, que yo sepa que estoy acá sentado en Madrid, que sea consciente de mí mismo, que podamos tener esta charla.

Entonces, si vos te lo pones a pensar, todo eso no es magia, es la actividad de neuronas que están acá adentro de mi cerebro.

Entonces, lo que yo trato de hacer es estudiar cómo en la actividad de estas neuronas subyacen todos estos procesos que tenemos. Bueno, y por otro lado, hay otro aspecto que a mí me parece fascinante y te lo cuento de esta manera. A mí algo que me frustraba mucho cuando yo estudiaba física es lo siguiente: yo leía, yo estudiaba física y la impresión que me daba, como estudiante, es que yo decía: “Bueno, pero esto ya está todo descubierto.

O sea, nací tarde, ¿no? Porque estoy en el siglo… fines del siglo XX y estoy estudiando cosas que se descubrieron hace 100 años, ¿no? Relatividad, mecánica cuántica…” Y era un poco la frustración de… Yo decía: “Qué bueno haber estado 100 años antes, cuando todo esto estaba pasando, y ser parte de la gran revolución en la física”. Y es como que yo sentía: “Llegamos tarde”.

O sea, yo llegué tarde. Y uno de los aspectos interesantísimos del estudio del cerebro es que la gran revolución está pasando ahora. Casi te diría que todo lo que sabemos del cerebro, la gran mayoría de las cosas que sabemos del cerebro pasaron hace diez, veinte años. O sea, no es el conocimiento de hace 50 años, ni siquiera de hace 30. Te estoy hablando de hace cinco años, diez años. Los grandes descubrimientos, los grandes experimentos se están haciendo ahora.

Entonces es ahora el momento para estudiar el cerebro. Y eso lo hace fascinante. Y, por otro lado, estudiar el cerebro es estudiarme a mí mismo. O sea, trato de entenderme a mí, trato de entender qué es lo que me hace ser lo que soy.

Sé que gran parte de su trabajo está dedicado a estudiar la memoria. A mí me gustaría saber qué es y cómo funciona. Por ejemplo, ¿es lo mismo recordar la capital de Perú que recordar montar en bici?

En principio podríamos decir que es almacenar y luego evocar experiencias de tu pasado, conocimiento que adquiriste en el pasado. De hace muchos años sabemos que la memoria no es una cosa única, que tiene distintos aspectos, hay distintas subdivisiones. Entonces, en tu pregunta vos diste en el clavo con la gran subdivisión que tenemos en la memoria, que se llama la memoria declarativa y la memoria de procedimientos. Andar en bicicleta es una memoria de procedimientos.

Es algo que aprendiste a hacer y que no sos consciente que estás haciendo. Vos andás en bicicleta y no pensás: “A ver, que tengo que pedalear de acá, que tengo que pedalear de allá, que tengo que agarrar el manubrio”. Lo hacés intuitivamente. Lo mismo que si yo te digo: “Atate los cordones de los zapatos”, no estás pensando dónde ponés cada soguita del zapato, el cordón del zapato, lo hacés intuitivamente, te sale. Eso es un tipo de memoria. Memoria procedural.

“Estudiar el cerebro es estudiarme a mí mismo”

Es la memoria que, por ejemplo, tratamos de generar cuando entrenamos, cuando hacemos un deporte de alta competición. Vos lo que hacés es… Cuando Rafael Nadal hace un saque de tenis, lo hace automático, no está pensando a qué altura tira la pelota y si le impacta un poquito más atrás, más adelante. Es como que ya todo le sale innato. O sea, no está pensando en eso.

Por otro lado, tenés la memoria, que es la memoria declarativa, que son las cosas de la que sí sos consciente. Yo te puedo decir: “Mirá, me acuerdo que estuve en Madrid hace un mes y me junté con un amigo y fuimos a comer a un restorán, y que esto y que lo otro”.

Son memorias de mis experiencias, o sea, yo te las estoy contando, yo las almacené de alguna manera y las estoy evocando. Es muy distinto a la memoria que tengo de cómo funciona cómo andar en bicicleta. Dentro de estas memorias conscientes se hace otra subdivisión que es la memoria episódica y la memoria semántica. La memoria episódica son las memorias que tengo del pasado, de lo que hice con mi amigo cuando fuimos al restorán a Madrid.

Y las memorias semánticas, vos diste el ejemplo que se usa en todos los libros de texto en neurociencia: “¿Cuál es la capital de Perú? Lima”. Son hechos. Memoria fáctica. De hecho, el ejemplo que se usa siempre es:

“¿Cuál es la capital de Francia? París”. Son todas estas cosas que no involucran una experiencia, no involucran necesariamente una experiencia personal. Es conocimiento. Es saber que la matemática es algo que trabaja con los números y saber que la geografía trabaja con acordarse de ríos, de montañas y esas cosas… Son todos conocimientos fácticos.

Pero bueno, habiéndote dicho eso, que existen estos compartimentos dentro de la memoria, la distinción, cuando te pones a estudiarla en serio, no es tan tajante, porque a veces… Yo te puedo decir: “Mirá, Lima es la capital de Perú”. Es un conocimiento, es un hecho. Memoria semántica.

Pero yo te puedo decir: “Yo me acuerdo cuando aprendí que Lima era la capital de Perú, me acuerdo de mi profesora de Geografía que me dijo: ‘Bueno, fíjense, esto es Perú y la capital se llama Lima’”. Entonces ahí ya, ¿qué es? ¿Episódica o semántica? Porque yo me acuerdo del hecho de haber estudiado eso, de haber aprendido eso, pero también tengo el conocimiento.

Entonces es como que tenemos estas subdivisiones dentro de la memoria, pero no son compartimentos estancos, son cosas que a veces es difícil de categorizar. Hay un experimento o hay un hecho que pasó en neurociencia que fue muy llamativo. La distinción entre estos dos tipos de memorias viene a partir del estudio de un paciente muy famoso. Es el paciente más estudiado en la historia de la ciencia y diría en la historia de la humanidad. Se llamó H. M., lo llamamos por sus iniciales: H. M.

Después de que falleció, nos enteramos del nombre: Henry Molaison. Un paciente en Estados Unidos que, para tratar de curarlo de epilepsia, un cirujano lo operó, le quitó un área del cerebro que se llama el hipocampo. No importa el nombre.

Es un área del cerebro que está acá dentro, que hoy día sabemos que es clave para la memoria que, en aquel entonces, 1950 y pico, no lo sabíamos. Y este hombre tenía epilepsia, tenía muchas crisis, no las podía controlar, tenía problemas cognitivos, no podía… ya no podía ir a trabajar. Entonces dijeron: “Bueno, si las crisis epilépticas vienen del hipocampo…”, como sabían en ese momento, pudieron determinar que venían del hipocampo. “¿Qué pasa si quirúrgicamente removemos esta área del cerebro, que en principio pareciera que no hace nada? Muy probablemente curemos al paciente, a H. M.

Esta entrevista fue publicada por BBVA: aprendemosjuntos.bbva.com

REDACCIÓN WEB DEL PSICÓLOGO

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