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¿Qué es un Trastorno Delirante?

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El trastorno delirante, antes llamado psicosis paranoica o paranoia, es un trastorno psicótico cuyo diagnóstico resulta complicado porque se caracteriza por experimentar situaciones que no son reales, pero que podrían darse en la vida real. Por ejemplo, los afectados creen que están siendo engañados por su pareja, que padecen una enfermedad, que les están envenenando o que alguien les persigue. Nada de hombrecitos verdes, zombies o seres invasores expertos en control mental. Esta es una de las diferencias con la esquizofrenia, en la que es habitual que el contenido de los delirios sea extraño y se produzcan alucinaciones. Nuria Núñez, psiquiatra de Ita Prisma Zaragoza, lo describe de la siguiente manera: “Se caracteriza por tener ideas delirantes, de duración superior a un mes y con un contenido que podría ser real, sin que exista otra patología de base”.

El contenido de esas ideas “no es extraño y puede crear dudas en el entorno, dilatándose el diagnóstico en el tiempo hasta que finalmente lo valora un profesional de la salud mental”. Hay una característica que complica todavía más la detección del problema: a diferencia de lo que ocurre en otros trastornos psicóticos, como la esquizofrenia, el paciente es completamente funcional y trabaja, tiene familia, lleva una vida normal e incluso plena.

Tipos de ideas delirantes

Los principales tipos de ideas delirantes son los siguientes:

Tipo erotomaníaco

Ideas delirantes que llevan a pensar que otra persona, en general de un estatus superior, está enamorada del sujeto.

Tipo de grandiosidad

Ideas delirantes de exagerado valor, poder, conocimientos, identidad o relación especial con una divinidad o una persona famosa.

Tipo celotípico

Ideas delirantes de infidelidad por parte del compañero sexual.

Tipo persecutorio

El afectado está convencido de que está siendo perjudicado de alguna forma.

Tipo somático

Ideas delirantes de que la persona tiene algún defecto físico o una enfermedad médica.

Tipo mixto

Ideas delirantes características de más de uno de los tipos anteriores, pero sin predominio de ningún tema. La psiquiatra de Ita Prisma Zaragoza indica que se trata de un trastorno bastante menos frecuente que la esquizofrenia o el trastorno bipolar. “La prevalencia del trastorno delirante en España se estima en un 0,025%. La incidencia anual es de 1 a 3 casos nuevos por cada 100.000 habitantes y supone un 5% de todos los ingresos hospitalarios por psicosis”.

La edad media de inicio se sitúa alrededor del final de la cuarta década de la vida, aunque puede iniciarse prácticamente en cualquier etapa de la existencia adulta: entre los 18 y los 90 años. “Existe una leve preponderancia de pacientes de sexo femenino”, agrega Núñez.

Una patología crónica

Puede darse el caso de que una persona cumpla durante un tiempo los criterios diagnósticos de este trastorno y se sienta perseguido por la policía o por un compañero de trabajo que crea que quiere perjudicarlo, o bien tenga delirios de grandeza… y, una vez superada la crisis, no vuelva a experimentar ningún tipo de paranoia. Sin embargo, desafortunadamente, este no es el escenario típico.

Tal y como comenta Núñez, “es posible que el delirio curse con un solo episodio y no se vuelva a manifestar, pero no es lo habitual”. En general, “puede reactivarse cuando el paciente está viviendo una situación de vulnerabilidad”. Por lo tanto, se suele considerar un trastorno crónico que se instaura de forma paulatina. El paciente acostumbra a tardar un tiempo en “comentar a sus allegados lo que le pasa y cómo se siente” y, a su vez, “como lo que cuenta no es extraño, la valoración profesional habitualmente se retrasa hasta que el delirio está muy asentado”.

Tratamientos para el trastorno delirante

El trastorno delirante se considera difícil de tratar. Los fármacos antipsicóticos, los antidepresivos y los fármacos que estabilizan el estado de ánimo se utilizan con frecuencia para tratar estas enfermedades mentales y hay un interés creciente en las terapias psicológicas como la psicoterapia y la terapia cognitivo conductual (TCC) como formas de tratamiento.

Esta revisión tuvo como objetivo evaluar la efectividad de todos los tratamientos actuales para los pacientes con trastorno delirante. Se realizó una búsqueda de ensayos controlados aleatorios en 2012. Los autores encontraron 141 citas en la búsqueda pero solamente se pudo incluir en la revisión un ensayo que asignó al azar a 17 pacientes. El estudio comparó la efectividad de la TCC con la psicoterapia de apoyo en pacientes con trastorno delirante. Los participantes ya estaban tomando medicación y esto continuó durante el ensayo. No fue posible incluir en la revisión cualquier estudio o ensayo que incluyera fármacos de cualquier tipo administrados para tratar el trastorno delirante.

Del estudio incluido se pudo utilizar información limitada. Fue difícil establecer conclusiones firmes y no hubo pruebas disponibles acerca de la mejoría en el comportamiento y la salud mental general de los pacientes. En el grupo de psicoterapia de apoyo más pacientes abandonaron temprano el estudio, pero el número de participantes fue pequeño y la diferencia general entre los grupos no fue suficiente para concluir que un tratamiento fue mejor que el otro. Se encontró un efecto positivo de la TCC sobre la autoestima social del paciente, aunque nuevamente este resultado estuvo limitado por la baja cantidad y calidad de los datos y no está relacionado con el funcionamiento social o cotidiano de los pacientes.

Actualmente hay una falta general de información de alta calidad basada en pruebas acerca del tratamiento de los trastornos delirantes y no hay pruebas suficientes para establecer recomendaciones acerca de cualquier tipo de tratamiento. Hasta que se obtengan dichas pruebas, el tratamiento de los trastornos delirantes probablemente se basará en los que se consideran eficaces para otros trastornos psicóticos y problemas de salud mental.

Se necesitan estudios de investigación adicionales de alta calidad y a gran escala en esta área. Los estudios de investigación podrían mejorarse al realizar ensayos específicamente dirigidos a los pacientes con trastorno delirante.(cochrane.org)

¿Se puede prevenir?

La investigación sobre el origen del trastorno delirante aún no ha dado todos los frutos esperados y todavía no se ha esclarecido su causa. “Se entremezclan factores genéticos, biológicos y psicosociales”, relata Núñez. “Suele haber una personalidad especial de base, de modo que aparece en personas sensitivas, suspicaces, hipersensibles y recelosas, con familiares de características similares y que han sido moldeadas así por acontecimientos vitales estresantes”.

En cuanto al factor genético, señala que no es determinante en ningún trastorno mental, pero sí constituye “un condicionante que no podemos desdeñar”. Por lo tanto, una persona con antecedentes familiares de trastornos psicóticos tendrá un mayor riesgo de desarrollar una patología de este tipo, sobre todo cuando el ambiente social es desfavorable y se combina con el consumo de drogas.

Es muy difícil prevenir una enfermedad cuando se desconoce su causa última, pero la psiquiatra ofrece algunas medidas útiles de profilaxis, que son similares a las que se recomiendan ante otros trastornos psicóticos:

  • Llevar una vida ordenada.
  • Evitar situaciones de estrés.
  • Una buena alimentación.
  • Evitar el consumo de tóxicos (alcohol, cannabis, cocaína, heroína y otras drogas).
  • Diferencias entre esquizofrenia y trastorno delirante

Un buen diagnóstico se basa en descartar las diferentes enfermedades que se parecen -especialmente, otros trastornos psicóticos- y, en palabras de Núñez, “siempre hay que comprobar que el origen no sea una descompensación médica (como una enfermedad neurológica, vascular, un tumor, una enfermedad infecciosa, metabólica o autoinmune) o que sea provocado por tóxicos (fármacos o drogas).

La principal diferencia entre el trastorno delirante y la esquizofrenia es que esta última suele afectar de forma muy importante a la funcionalidad del paciente. Los pacientes con esquizofrenia presentan síntomas positivos muy característicos (alucinaciones auditivas, ideación delirante que habitualmente sí es de contenido extraño, interpretaciones), pero, según la psiquiatra, la gran divergencia se da en los síntomas negativos, “que se refieren a la funcionalidad del paciente; es decir, está menos activo, descuida su autocuidado, empeora su rendimiento laboral o académico, se afectan las relaciones familiares”. En cambio, una persona con trastorno delirante “puede hacer una vida completamente normal”.(cuidateplus.marca.com)

Fuentes

REDACCIÓN WEB DEL PSICÓLOGO

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