Una nueva forma de hacer psicología



Beneficios psicológicos de la actividad física en la infancia

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La actividad física es esencial para el mantenimiento y mejora de la salud y la prevención de las enfermedades, para todas las personas y a cualquier edad. La actividad física contribuye a la prolongación de la vida y a mejorar su calidad, a través de beneficios fisiológicos, psicológicos y sociales, que han sido avalados por investigaciones científicas. Sin embargo, la naturaleza de las actividades relacionadas con el tiempo libre en niños y niñas ha cambiado drásticamente en las últimas décadas. La aparición de la televisión, los videojuegos y el internet ha provocado que los niños de ambos sexos dediquen en la actualidad una parte mucho mayor de su tiempo libre a actividades de tipo sedentario. No hay duda de que disminuir el sedentarismo y tener una actividad física regular es bueno para la salud. El estilo de vida físicamente activo en la niñez es una buena forma de prevención para ciertas enfermedades crónicas muy frecuentes en la edad adulta, ya que existen pruebas científicas sólidas que sugieren que: Los niños y niñas más inactivos presentan más probabilidades de tener un exceso de grasa, incluso a una edad tan temprana como el final de la niñez, así como los que dedican más tiempo a tareas sedentarias tales como ver la televisión o los juegos de ordenador.

Los niños y niñas menos activos físicamente y aquellos con una condición física cardiovascular (aeróbica) deficiente presentan más probabilidades de tener factores de riesgo para enfermedades cardiovasculares, aunque no sean propias de la infancia, tales como unos niveles inferiores de colesterol “bueno”, una presión sanguínea más elevada, un incremento de los niveles de insulina y un exceso de grasa, y por ello a crecientes niveles de obesidad.

Este hecho, a su vez, es probablemente responsable del incremento de la prevalencia de la diabetes de tipo 2 en niños, niñas y adolescentes, una enfermedad que hasta hace poco sólo se observaba en personas adultas obesas o con sobrepeso.

La obesidad en la infancia se puede mantener hasta la edad adulta y de hecho, el riesgo de obesidad en la edad adulta es al menos dos veces más elevado en niños y niñas obesos que en aquellos no obesos. Además, las personas adultas que fueron obesas en la infancia presentan una salud peor y una mortalidad más elevada que aquellas que no fueron obesas en su infancia

Los niños y niñas con niveles de actividad más bajos presentan una prevalencia más elevada de trastornos emocionales y psicológicos

La actividad física durante la niñez genera una serie de beneficios, que incluyen:

  • Un crecimiento y un desarrollo saludables del sistema cardiorrespiratorio y músculo-esquelético
  • El mantenimiento del equilibrio calórico, y por lo tanto, un peso saludable; controla el sobrepeso y la obesidad
  • Una especie de protección frente a la obesidad en etapas posteriores de la vida
  • La prevención de los factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares tales como la hipertensión o el elevado contenido de colesterol en sangre
  • Menor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares en la edad adulta
  • La oportunidad para desarrollar interacciones sociales y fomentar la sociabilidad
  • Sentimientos de satisfacción personal y bienestar mental

Un medio importante para que niños, niñas y adolescentes tengan éxito, lo que contribuye a mejorar su bienestar social, su autoestima y sus percepciones sobre su imagen corporal, y su nivel de competencia, provocando un efecto más positivo en aquellos que ya tengan una baja autoestima

Durante la pubertad temprana, en especial las actividades de fuerza muscular (cargas de peso que tensionan en mayor medida los huesos), pueden servir para lograr una mayor masa ósea que constituya una protección frente a la osteoporosis en la tercera edad(csd.gob.es)

Bienestar psicológico infantil

Probabilidades de tener un mejor funcionamiento cognitivo. El mantenimiento de los hábitos físicos establecidos durante la infancia y la adolescencia durante los primeros años de la edad adulta y en etapas posteriores de la vida

Contribuye a un mejor descanso y a mejorar la calidad de sueño, así como a reducir el tiempo en el que los niños y adolescentes tardan en quedarse dormidos

Existen innumerables tipos de actividad física que los niños y adolescentes de ambos sexos pueden llevar a cabo. Ciertos tipos de actividades pueden ser más adecuados que otros en función de las características de la persona, como, por ejemplo, la edad, el género, el tipo corporal, las características de la personalidad, los antecedentes culturales, etc.

Es importante que los niños, niñas y adolescentes se vean expuestos a una serie de actividades físicas y deportes diferentes, de modo que dispongan de la oportunidad de descubrir cuáles son las actividades que les gustan y cuáles en las que se ven más capaces, puesto que éstos son factores que afectarán a sus probabilidades de mantener la actividad.

Además, la exposición a diversos deportes durante el crecimiento ocasionará probablemente un desarrollo físico y de capacidades más completo, en la medida en que se ponen a prueba las diferentes facetas de la preparación física y del desarrollo motor.

Con el fin de aumentar las probabilidades de persista en la práctica de un determinado deporte o actividad, las características de dicha actividad deben favorecer las características de la persona.

Por ejemplo, algunos niños y niñas pueden ser más competitivos por naturaleza y, por lo tanto, estar más adaptados a las actividades competitivas que a las no competitivas. Otra consideración importante es la cuestión de los deportes individuales frente a los deportes de equipo. Los niños y niñas más sociales y extrovertidos se pueden sentir más cómodos con los deportes de equipo (por ejemplo, el rugby y el fútbol), mientras que otros niños y niñas tímidos o menos sociables pueden preferir los deportes o las actividades individuales(por ejemplo, el patinaje o el footing).

Algunos niños y niñas con coordinación óculo-manual u óculo- pedal natural probablemente se verán atraídos por los deportes que requieren estas características (por ejemplo, los de raqueta o el fútbol), mientras que las niñas y niños que no tienen estas capacidades se pueden sentir frustrados o desalentados con facilidad.

Algunos niños y adolescentes de ambos sexos se sentirán atraídos por actividades altamente estructuradas (por ejemplo, los juegos y los deportes basados en reglas), mientras que otros preferirán actividades menos estructuradas con reglas o restricciones mínimas. El nivel de riesgo percibido o de incertidumbre en una actividad (por ejemplo, la escalada o el surf) puede ser un factor de motivación para niños, niñas y adolescentes más atrevidos, mientras que otros preferirán actividades más predecibles con un menor riesgo percibido.

Los más aventureros pueden requerir un mayor nivel de estímulo para mantener el reto y, por lo tanto, se sentirán más atraídos por actividades como los toboganes de agua en las piscinas, las pistas americanas o los parques acrobáticos forestales (recorridos sobre cuerdas entre árboles), el paintball u otras actividades de carácter aventurero.

En último término existen muchas formas posibles de clasificar las actividades, aunque el factor más importante es que los niños y niñas cuenten con una variedad y una capacidad de elección y que las personas adultas sean sensibles a sus capacidades y sus deseos. La base es que las actividades sean divertidas e interesantes para los niños y niñas, de modo que mantengan una actitud positiva hacia la actividad física durante la adolescencia y en la edad adulta.

Ahora bien, por todo lo mencionado, se recomienda que:

Los niños, niñas y adolescentes deben realizar al menos 60 minutos (y hasta varias horas) de actividad física de intensidad moderada a vigorosa todos o la mayoría de los días de la semana.

Al menos dos días a la semana, esta actividad debe incluir ejercicios para mejorar la salud ósea, la fuerza muscular y la flexibilidad. Debo mencionar, que durante los años de crecimiento (en especial, la adolescencia), los chicos y las chicas desarrollan rápidamente la densidad mineral de sus huesos.

Este hecho es importante, puesto que el desarrollo de tanta masa ósea como sea posible durante la infancia y la adolescencia reduce las probabilidades de pérdidas excesivas de masa ósea en etapas posteriores de la vida (conocidas como osteoporosis). Entre los ejemplos de actividades beneficiosas, se incluyen las de impacto osteoarticular y fuerza muscular en las que soportamos nuestro propio peso corporal, como, por ejemplo, los saltos, el baile, el aeróbic, la gimnasia, el voleibol, el balonmano, los deportes de raqueta, el fútbol o la bicicleta de montaña.

En este caso, las actividades de bajo impacto como la natación no resultan eficaces a la hora de promover mejoras en la masa ósea. La masa ósea máxima se alcanza a la edad de 20-30 años, por lo que los esfuerzos por mejorarla se deben centrar en la infancia y la adolescencia.

Pero ¿Cómo pueden llevar a cabo los niños, niñas y adolescentes estas recomendaciones sobre actividad física?

Primero debo aclarar que estas recomendaciones sobre actividad física son los niveles mínimos sugeridos para que niños, niñas y adolescentes obtengan beneficios para su salud, y que los aumentos de la actividad física que sean superiores a los niveles recomendados generarán unos beneficios adicionales para la salud.

Ahora bien, los pequeños pueden llevar a cabo el objetivo de los 60 minutos de actividad física mediante la acumulación de sesiones de actividad de duración variable a lo largo del día, que puede incluir sesiones cortas e intermitentes de actividad física, así como actividades más largas, como la participación en deportes.

Este hecho refleja los modelos naturales de actividad de los niños y niñas, que incluyen los juegos espontáneos durante los recreos escolares o en las cercanías del hogar, así como desplazarse andando hasta y desde el centro escolar, y las actividades programadas, como la educación física y los deportes, la natación o los juegos.

También, sabemos que el entorno familiar inmediato (padre, madre, hermanos y hermanas) constituye una fuerte influencia sobre los niveles de actividad física de los niños y niñas, y sobre otras conductas relacionadas con la salud, de tal forma que si los padres y madres tienen una actitud positiva hacia la actividad física, presentan más probabilidades de proporcionar un respaldo y una motivación a sus hijos o hijas, los cuales, a su vez, tendrán más probabilidades de ser físicamente activos.

Así que todas las personas adultas de nuestra sociedad somos responsables de ayudar a que los niños y las niñas incluyan la actividad física en sus rutinas diarias. Si tú eres padre, madre, tutor/a, entrenador/a, monitor/a de actividad o de campamento, administrador/a escolar, supervisor/a de ocio o de deportes de la comunidad, profesional de la salud o una persona que se preocupa por la salud de los niños, niñas y adolescentes, te invito a:

  • Proporcionar un buen ejemplo a través de la propia actividad física, de la realización de elecciones saludables en materia de nutrición, y del hecho de no fumar
  • Hablar a los niños y adolescentes de ambos sexos acerca de los programas deportivos y recreativos de su comunidad
  • Desalentar el uso de la actividad física como castigo
  • Fomentar que tus hijos sean físicamente activos
  • Aprender cuáles son los deseos de tus hijos e hijas en relación con los programas de actividad física y ayudarles a elegir las actividades adecuadas
  • Jugar y ser físicamente activo con ellos
  • Enseñarles los principios del juego limpio y de la deportividad en las actividades físicas y los deportes(msssi.gob.es)

Fuentes

REDACCIÓN WEB DEL PSICÓLOGO

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