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Frances Jensen: “El cerebro no se desarrolla del todo hasta casi los treinta años”

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Neuróloga y madre, así se define Frances Jensen, una de las voces más respetadas a nivel internacional por sus estudios sobre el cerebro adolescente. Es presidenta del Departamento de Neurología de la Universidad de Pensilvania. Jensen ha sido también profesora de neurología en la Escuela de Medicina de Harvard, directora de neurociencia traslacional y directora de investigación sobre epilepsia en el Hospital de niños de Boston. En su último trabajo “El cerebro adolescente. Guía de una madre neurocientífica para educar adolescentes”, la neurocientífica ofrece una mirada revolucionaria sobre esta etapa de la vida. Un manual científico para padres y educadores que permite entender cómo funciona la mente adolescente y aporta claves para ayudar a los jóvenes a hacerse adultos. “Los adolescentes son máquinas de aprendizaje” sostiene la neuróloga, aunque matiza que “aprenden mejor tanto lo bueno como lo malo”. Desde su posición privilegiada como científica, profesora y madre, Jensen explora, disipa mitos sobre la adolescencia y brinda consejos prácticos para superar esta compleja etapa vital.
De lo que vamos a hablar principalmente es de lo que la neurociencia dice y los conocimientos que tenemos ahora mismo sobre el cerebro de los adolescentes, y cómo pueden beneficiarse los padres y los profesores de ese conocimiento. Así que, la primera pregunta con la que empezar esta conversación es: como neurocientífica, ¿Qué hemos aprendido? ¿Qué nos ha enseñado la neurociencia sobre el cerebro de los adolescentes?

Es una estupenda pregunta para comenzar porque es mucho y todo esto se sabe desde hace poco tiempo, así que, las primeras investigaciones sobre el cerebro de los adolescentes empezaron a hacerse hace tan solo diez o quince años, como mucho, y estamos aprendiendo de décadas de trabajos sobre anatomía, estudios sobre el desarrollo del cerebro y con modelos de animales. Pero, más recientemente, debido a los avances en resonancias magnéticas, han empezado a hacerse muchos estudios en humanos. Y hemos visto cómo las diferentes zonas del cerebro se iluminan cuando estamos haciendo diferentes tareas. Así que estos estudios se han unido con estudios de las células y las moléculas, y han empezado a explotar con nuevos descubrimientos.

Pero, ¿Qué hemos aprendido? Diría que hace unos 15 años todos pensábamos que el cerebro ya estaba desarrollado del todo hacia los doce años, al principio de la pubertad. Eso se debe probablemente a Piaget, que era un neurobiólogo del desarrollo que llegó a esa conclusión hace casi un siglo. Bueno, me temo que la neurobiología moderna ha demostrado que estaba bastante equivocado, que el cerebro es el órgano más complejo del cuerpo y el que más tarda en desarrollarse, así que es el último órgano en llegar a la edad adulta y no lo hace del todo hasta llegar casi a los treinta años. Esto quiere decir que los adolescentes solo han recorrido tres cuartas partes del camino hasta tener un cerebro totalmente desarrollado.

¿Qué tienen de diferente? Bueno, hay dos cosas muy importantes de las que siempre hablo y que tienen mucha relevancia. En primer lugar, tenemos cien mil millones de neuronas en nuestro cerebro y cien billones de sinapsis, que es lo que utilizan para hablar entre ellas y que sirven como puntos de conexión. Tenemos muchas de esas en los primeros años de vida y las vamos perdiendo conforme nos hacemos mayores, podríamos decir que si no se usan se pierden y vamos construyendo conexiones cuando aprendemos cosas nuevas. O sea, que tienes más cuando eres joven y se van perdiendo en la edad adulta. Resulta que necesitas estas sinapsis para poder aprender. Y los adolescentes tienen una enorme ventaja, al igual que los niños e incluso más, en el sentido de que tienen muchas más sinapsis que les ayudan a aprender. Esto significa que aprenden más rápido y de manera más eficiente que los adultos.Podríamos decir que los adolescentes son como máquinas de aprender.

Es una etapa privilegiada del desarrollo. De hecho, sabemos que los adolescentes, bueno, que somos capaces de cambiar nuestro CI en la adolescencia. Antes se pensaba que al final de la niñez ya se quedaba como estaba, pero ahora hay estudios que demuestran que más o menos en un tercio de la gente se queda como está, en un tercio disminuye y en un tercio aumenta durante esta etapa. Esta es la primera parte: tienen un cerebro muy activo, así que todas las áreas de tu cerebro están más activas cuando eres niño o adolescente. Eso es, hasta cierto punto, una ventaja.

Otro problema es la forma en la que diferentes áreas especializadas del cerebro hablan entre ellas: el sistema visual hablando con el sistema auditivo o con el sistema del lenguaje. Requiere de la realización de conexiones entre una zona de las células cerebrales y otra en otro lugar, para transmitir un pensamiento, una idea o un movimiento. Esto tiene que suceder muy rápidamente, son señales eléctricas que bajan muy deprisa por la célula.

Y, al igual que en un cable eléctrico, para hacer que baje muy deprisa es necesario que esté aislada. Y nosotros no tenemos caucho en el cerebro. Pero sí tenemos algo llamado mielina, que es una sustancia rica en lípidos que cubre nuestros axones, las prolongaciones de nuestras neuronas que van de una región a otra y ese es un proceso que dura mucho tiempo, porque recordemos, tenemos cien mil millones de neuronas en nuestros cerebros, y todas esas conexiones han de hacerse en el transcurso de nuestras primeras dos a tres décadas de vida. El cerebro tarda, literalmente, casi treinta años en estar terminado. El truco está en que comienza en la parte trasera del cerebro y termina en la de delante.

La última parte en conectarse completamente es la parte delantera del cerebro, el lóbulo frontal. ¿Qué hace el lóbulo frontal? Es donde se gestiona la función ejecutiva: control de impulsos, juicio, empatía, organización… creo que ves a dónde quiero llegar. Así que los adolescentes tienen áreas emocionales muy activas, porque estas se encuentran en la parte trasera del cerebro, más o menos donde las orejas, y forman parte del sistema límbico. Así que tenemos las emociones, la sexualidad, riesgo, recompensa, deseo… todo eso está situado en esta área.

Todo esto está muy bien conectado en la adolescencia. Pero sin la capacidad del lóbulo frontal para devolver las señales que controlan un impulso y le dicen: “Mala idea, no lo hagas”, o “Quizá no deberías hacer esto”, o “No hagas eso, haz esto primero”. El adolescente tiene el lóbulo frontal, pero no tiene esa conectividad tan rápida debido a que la mielinización todavía no ha finalizado. Esto permite que los adolescentes tengan niveles muy altos de conducta exploratoria. Esto es algo que puede ser bueno, pero la parte mala es que, quizá, les haga correr riesgos excesivos ya que puede que no tengan necesariamente la misma capacidad de juicio que un adulto. Así que estas son las dos cosas principales con las que podemos empezar la conversación y que creo que todo el mundo necesita conocer, e incluso los propios adolescentes deben conocer de sí mismos: tienen fortalezas y debilidades.

Esto es realmente interesante, doctora Jensen, porque nos estaba diciendo que, cuando éramos adolescentes, nuestros padres echaban la culpa a las hormonas acerca de nuestra actitud irracional o cabezonería. Lo que nos está diciendo es que no son las hormonas, sino el propio cerebro que se está desarrollando.

Los científicos creen que se debe más a los problemas propios del desarrollo del cerebro y los papeles relativos del lóbulo frontal y las áreas del cerebro que manejan los centros de riesgo-recompensa, que probablemente contribuyen más a ese tipo de conducta. No está tan firmemente unido a las hormonas como pensábamos. Y otra cosa, que también he comentado a los padres, es que si usas esto que sabemos ahora, piensas sobre ello y miras a tu hijo adolescente, empezarás a dejar de decirle: “¿En qué estabas pensando? Eres tonto por hacer estas cosas”. Y te darás cuenta que no tienen el mismo cerebro que tienes tú. Tienen un cerebro que todavía no es capaz de llegar a esas conclusiones. Y, a veces, cuando hablo con padres y profesores les digo que nosotros que tenemos un lóbulo frontal en funcionamiento deberíamos ayudarles con su propio lóbulo frontal.

“Es importante comprender y respetar el desarrollo de los adolescentes”

Cuénteme un poco más acerca de eso, porque sé que usted es neurocientífica, pero también es madre y sé que muchos padres ven estos vídeos. Así que, ¿Qué les recomienda que hagan cuando tengan que tratar con sus hijos adolescentes?

La mayor parte de la fricción viene de que los padres intentan entender y se preocupan mucho por los riesgos que corren los adolescentes. También se preocupan por los estallidos emocionales excesivos que parecen tener. En realidad, la biología está detrás de ello. Recuerda que antes comentaba que las áreas de sus cerebros tienen más células y más conexiones, y son más activas. Las partes emocionales de su cerebro, su sistema límbico, está más activo en esas edades. Y tampoco tiene los efectos de modulación del lóbulo frontal a la hora de calmar a las personas cuando notan desencadenantes emocionales. Se han realizado estudios con escáneres IRM funcionales en adolescentes humanos comparándoles con niños y con adultos, mostrándoles, por ejemplo, imágenes con elevada carga emocional.Y analizan cuál es la actividad de la parte emocional de su cerebro. Y, al comparar los resultados de ese mismo estímulo entre un niño, un adulto y un adolescente, estos forman una curva pronunciada.

Los adolescentes responden, literalmente, el doble ante un estímulo emocional. Y esto se debe a los factores que acabo de nombrar. A veces digo que están experimentando las emociones en tecnicolor y nosotros las vemos en blanco y negro. Y eso es algo de lo que debes darte cuenta como padre. Por ejemplo, cuando entra tu hija y está llorando porque alguien llevaba la misma ropa en el colegio, o el mismo vestido, y para ella es como si hubiera estallado un incidente internacional. Si pudieras entrar en su cerebro y compararlo con el de un adulto, verías que para ella es un incidente internacional, tiene el mismo nivel de actividad.

Ella está experimentando, realmente, el estrés a ese nivel. No puedes decirle: “Estás siendo ridícula, para ya”. Esa no es una forma realista de tratar el asunto, has de pensar en no reírte de ellos, sino de entenderles porque eres adulto. Creo que esto es muy importante, siempre les digo a los padres que intenten parar, contar hasta diez y no alienar a sus hijos, porque van a necesitar tu ayuda, van a necesitar ayuda con su lóbulo frontal y seguir conectados contigo, manteniendo una buena relación contigo, lo bastante como para mantenerla durante el resto de su adolescencia y sus primeros años de adultos: cuando vayan a la universidad, o se marchen de casa o vayan a buscar su primer trabajo. Puede que sigas sin estar de acuerdo con sus ideas y tu no querrás ser esa persona que diga: “Qué cosa más ridícula estás diciendo”, sino alguien que no haya creado interacciones negativas de este tipo. Creo que eso es algo muy importante.

Doctora Jensen, me gustaría que nos hablara de cosas que los adolescentes sean más propensos a hacer debido a este cerebro en desarrollo. La primera es el estrés. ¿Son más vulnerables o susceptibles al estrés?

Sí. Debido a su mayor respuesta inconsciente a estímulos emocionales, pueden experimentar el estrés a niveles mayores que los adultos. Y se sabe que ciertos niveles de estrés, que podrían tener solo un efecto temporal en un adulto, duran mucho más en un adolescente y podrían provocar TEPT, trastorno por estrés postraumático, o depresión años más tarde, así que un alto nivel de estrés cuando se es joven puede asociarse con un mayor riesgo de depresión de adultos. Sabemos que el cerebro está desarrollándose durante todos estos años y todo lo que sucede en el entorno afecta a la forma en que se desarrolla el cerebro. He mencionado las sinapsis en el aprendizaje. El aprendizaje necesita sinapsis. Llamamos a eso plasticidad, plasticidad sináptica, lo que significa que creas y moldeas sinapsis y conexiones según tus experiencias; si estudias para ser pianista tendrás más sinapsis y conexiones en tu oído musical, en tu cerebro. También si eres tenista, etc. Sabemos que el estrés también puede tener este efecto y que, si en cierto punto del desarrollo atacas al cerebro con estrés, vas a cambiar la forma en que funciona tu cerebro durante el resto de tu vida.

De la misma forma que cambiarás la forma en que funciona tu cerebro si te conviertes en una estrella del tenis, si eres un niño prodigio, aprendes desde muy pequeño y haciéndolo más eficientemente a esa edad. Esas es las parte buena y mala de esto. El otro problema es que esta plasticidad sináptica aumentada les hace más fuertes, de alguna forma, ya que pueden mejorar su CI, aprender más rápido o memorizar mucho mejor que los adultos, pero por otro lado su cerebro también puede aprender cosas malas. Si vemos el estrés como algo malo, se asienta mucho más profundamente que si lo hiciera en un adulto. Un buen ejemplo es la adicción a las drogas, y hablaremos de ello porque los adolescentes corren riesgos y, potencialmente, pueden experimentar con diferentes tipos de drogas.

“Los adolescentes pueden experimentar más estrés que los adultos”

Doctora Jensen, en relación con el estrés, los compañeros y el sentido de pertenencia a un grupo son muy importantes para los adolescentes. Pero, al mismo tiempo, puede ser una enorme fuente de estrés. ¿Qué dice la neurociencia sobre eso?

Sí. Me parece que creemos en este efecto llamado presión social, en el que el sistema límbico está guiando la conducta de forma más pronunciada que en el cerebro de los adultos, que puede modular mejor al tener un mayor acceso al lóbulo frontal, tiende más a ir a por una gratificación inmediata sin tener en cuenta las consecuencias, y la presión social es una de esas cosas. Y es también un estímulo emocional ante el que ellos son muy vulnerables. Solemos pensar, ante la responsabilidad por los delitos y cosas así, que los adolescentes no son adultos. No son adultos responsables, pero puede que estén bajo la influencia de un adulto que les dice que hagan cosas malas, o incluso un compañero que les dice que hagan cosas malas. Este es el tipo de cosas que los profesores y adultos pueden hablar con adolescentes, decirles: “Mira, vas a salir solo con tus amigos por la ciudad, piensa de antemano qué cosas pueden pasar. Piensa bien en que no vas a tomar drogas ni vas a beber demasiado, qué palabras usarás, y seguirás manteniendo tu estatus social, no vas a ser un apestado. Piénsatelo bien”. No van a ser capaces de hacerlo en un instante debido a esta falta de conexión rápida con su lóbulo frontal. No van a encontrar una excusa o una respuesta, ni seguramente piensen en las consecuencias.

Lo que podemos hacer es ensayar situaciones de alto riesgo. Hablo de situaciones de alto riesgo comunes para los adolescentes y hablar de ellas. Tienen mucha capacidad de aprendizaje, son excelentes alumnos, así que esperamos que al enseñarles, enseñándoles de una forma que les importe… creo que una de las cosas que los adultos tienden a hacer es reñir a los adolescentes, sin adornar las cosas y sin hacer que les importe mucho lo que les están diciendo. Los adolescentes necesitan una mayor estimulación y yo siempre digo: “Si intentas decirle algo a un adolescente, haz que sea una charla TED”. Hay que intentar que sea rápido, que impacte, que solo pueda decir: “Sí”, y puede que escuchen. Haz que tenga que ver con ellos, y habla sobre ellos.

Ha mencionado las adicciones diciendo que los adolescentes son más susceptibles a ellas. Ha mencionado uno de los temas que, probablemente, más preocupa a los padres, que es el de prevenir las adicciones. ¿Qué piensa acerca de ello?

El cerebro está atravesando esta época de desarrollo muy sutil, y las drogas tienen un efecto real sobre el cerebro. Cojamos primero el alcohol, que es legal en la mayoría de países del mundo. El alcohol tiene un mayor efecto sobre el cerebro de un adolescente que sobre el de un adulto, la misma cantidad, el mismo nivel de alcohol en sangre que haría que un adulto estuviera aletargado podría provocar daños cerebrales en un adolescente, debido a que el alcohol funciona, al igual que muchas drogas que tomamos y alteran nuestra consciencia, nuestro cerebro y nuestro comportamiento, trabajan sobre las sinapsis, esas cosas de las que ellos tienen más. Piénsalo: tienen más sinapsis de aquellas a las que se pegan estas drogas, van a tener un mayor efecto, ellos son más sensibles a estas drogas. Esta es la primera parte. Sabemos que estas drogas pueden afectar al desarrollo del cerebro.

Beber compulsivamente y habitualmente afectará a la larga al cerebro, porque afecta a sus sinapsis y estas intentan crecer día tras día. Sabemos que algunas de esas conexiones que se están creando a partir de los últimos años de la adolescencia con el lóbulo frontal pueden reducirse por el consumo habitual de alcohol. Entonces, tenemos a alguien que hace algo arriesgado, porque está en la etapa de la adolescencia, toman la droga que más los desinhibe y que detiene el proceso normal de maduración de su sistema inhibitorio. Hay estudios que demuestran que la gente que ha consumido alcohol habitualmente en su adolescencia tiende a arriesgarse más cuando son adultos que los que no beben. Es interesante porque sugiere que nos cambia los circuitos.

Otro ejemplo de esto es el cannabis que, según un estudio de Michigan sobre la gente joven de este país, que fue publicado hace unos años por el Centro de Investigaciones Pew, es una de las drogas legales… bueno, droga legal-ilegal más consumida por los adolescentes. Resulta que el cannabis actúa suprimiendo la actividad de las sinapsis, y por ello el cannabis tiene cierto efecto sedante. También, si observas experimentos donde puedes ver cómo las neuronas hablan entre ellas y desarrollan sinapsis, ves cómo hace que dejes de aprender, es decir, impide la plasticidad sináptica.

Debido a que hay más sinapsis a las que pegarse en el cerebro adolescente, se ha demostrado que permanecen más tiempo en el cerebro que en la sangre, estamos hablando de días. Así que, si te drogas durante el fin de semana y tienes un examen el jueves, estarás estudiando y tu aprendizaje, para el que necesitas esa plasticidad sináptica, todavía se verá afectado cuatro días después. Eso sucede a corto plazo. Pero, ¿Qué sucede a largo plazo? Hay estudios que demuestran que el consumo de cannabis diario de manera habitual durante esta etapa del desarrollo es una de las cosas que se asocia a un CI más bajo, a un descenso en tu CI desde la adolescencia hasta la adultez temprana, comparado con los niveles normales.

Creemos que afecta a la capacidad del cerebro de continuar con su desarrollo normal, y también hay estudios que afirman que afecta a la conexión entre el lóbulo frontal y las demás partes del cerebro. Eso puede estar unido a que el consumo de cannabis diario durante la adolescencia incrementa el riesgo de esquizofrenia, porque en los esquizofrénicos se observa la misma falta de conexión entre el lóbulo frontal y otras estructuras. Es preocupante que hayamos legalizado esta droga y ponerla a disposición de todos porque, aunque es para mayores de 21, los adolescentes van a hacerse con ella porque está en su entorno. Son listos, saben cómo conseguir lo que quieren, ¿verdad? Me he dado cuenta de que este mensaje no está llegando ahí fuera. Y yo diría que todas estas cosas durante la adolescencia pueden cambiar permanentemente la estructura de tu cerebro más adelante, y esto no es recomendable, pero los políticos sacaron esto adelante y nunca escucharon a los científicos, de hecho, ni siquiera preguntaron.

Doctora Jensen, estábamos hablando de adicciones y el impacto de diferentes drogas sobre el cerebro de los adolescentes. Hemos hablado de alcohol y cannabis, ¿qué ocurre, por ejemplo, con la nicotina?

He mencionado antes la nicotina porque la uso como ejemplo de que hace una generación o dos la gente tendía a fumar cigarrillos. Afortunadamente, los cigarrillos ya no están tan extendidos, lo que es algo bueno, pero ahora hay cigarrillos electrónicos, Juul y otros dispositivos para vaporear nicotina que están extendiéndose enormemente, prácticamente mes a mes entre los adolescentes. Entonces, ¿Qué sabemos del efecto de la nicotina en el cerebro adolescente?

Se hicieron estudios hace años en animales, que demostraban que la cantidad de zonas que se activaban en el cerebro al hacer que el animal inhalara nicotina era muy superior en el animal adolescente que en el animal adulto. También se observó que el efecto de la adicción, la plasticidad sináptica, sucedía a un ritmo mucho más elevado. Nos preocupa mucho el efecto de la nicotina sobre el cerebro adolescente.
Resulta que la adicción a la nicotina puede llevar a otras formas de adicción porque tu cerebro aprende sobre la adicción en general, y eso también es un problema. Lo que vemos ahora con los cigarrillos electrónicos es muy preocupante porque los cigarrillos para vaporear, y no me refiero al Juul sino a los de vapor, contienen cuatro veces más nicotina. Un cigarrillo normal contiene unos ocho miligramos de nicotina, o de cuatro a ocho, y estos contienen más de doce en cada calada.

¿Qué pueden hacer con todo este conocimiento nuevo que tenemos de la neurociencia? ¿Cómo nos puede ayudar a guiar a los adolescentes? Porque tienen que guiarles, ayudarles a crecer, tener una buena educación

Una parte de ello es contarles más acerca de lo que sabemos que ocurre en sus cerebros, y de que no deberían dar nada por hecho. Todos damos cosas por hecho y probablemente los adolescentes asumen muchas cosas: que son inmortales, que tienen todo el tiempo del mundo, que las habilidades que tienen las tendrán siempre, y años más tarde te das cuenta de que esas suposiciones seguramente no fueran correctas. Pero, simplemente, decirles que esta etapa en la que están y las debilidades que vienen con ella, ya sabes: correr riesgos, susceptibilidad, incremento de susceptibilidad y las emociones, la susceptibilidad a la presión del grupo… pero al mismo tiempo tienen fortalezas y pueden mejorar algunas de las debilidades que tienen, si tienen un problema de aprendizaje se les da mal una materia en concreto o un deporte, probablemente, si sienten que necesitan mejorar en esa materia o practicar ese deporte, este es el momento para trabajar en ello. Creo que esto requiere una mayor individualización del programa de aprendizaje.

Todavía no hemos llegado allí en la mayoría de distritos escolares o sistemas escolares. Creo que con la tecnología de la información o la inteligencia artificial inventaremos formas para personalizar la experiencia de aprendizaje de cada cerebro, por así decirlo. Tienes una clase de alumnos de 15 años y puede que algunos tengan ciertas dificultades en el desarrollo y no tengan muchas conexiones con el lóbulo frontal, y otros van muy por delante, y les estás enseñando exactamente lo mismo. Eso no es razonable. Tenemos que encontrar mejores formas de hallar cuál es el momento adecuado para enseñar cálculo o idiomas. “¿Está este cerebro listo para esto? ¿Qué tenemos que hacer?”. Y creo que ese momento no está demasiado lejano, gracias a la inteligencia artificial, las aplicaciones y las formas de interactuar de forma individualizada con algoritmos. Creo que va a suceder y va a ser muy interesante.

Nos presenta un tema que es controvertido porque si presentamos la tecnología aquí, probablemente los adolescentes estén más expuestos a la tecnología que ninguna otra generación, y es imposible sacarlos de la tecnología, no puedes decirle a un adolescente que guarde su teléfono. ¿Cómo podemos hacer que esta relación entre la tecnología y el cerebro en desarrollo sea algo beneficioso?

Este es un problema muy nuevo y tenemos herramientas para analizar este problema, pero los estudios están incompletos. No hay estudios definitivos acerca de cuántas horas de redes sociales o de conexión a internet deberíamos tener al día. Sin embargo, se sabe que en los niños se ha demostrado que antes de los 18 meses de edad pasar más tiempo delante de la pantalla e interactuar con dispositivos digitales y redes sociales reduce la capacidad del niño más adelante, en la infancia media, de establecer contacto visual o leer el lenguaje corporal. La Academia Americana de Pediatría ha recomendado a los padres que no se les ponga una pantalla delante antes de los 18 meses, en los Estados Unidos. ¿Tendremos algo similar para los adolescentes? Quizá, la ciencia lo dirá, pero es mucho más fácil ver a un niño de los cero a los cinco años que de los cero a los veinticinco, va a llevar mucho tiempo realizar ese estudio para descubrirlo. Mientras tanto, sabemos que no se lo podemos quitar, pero sí sabemos algo importante sobre el aprendizaje, y es que al cerebro humano no le gusta que lo distraigan cuando está aprendiendo. Se han hecho muchos estudios acerca de todo esto de la multitarea.

Claro, los adolescentes son expertos en multitarea, pueden hacer diez cosas a la vez. Pueden estar escribiendo sin mirar con su iPhone y escribir mensajes mientras ven otra cosa. Se rodean a sí mismos con estímulos de todo tipo, la mayoría digitales, mientras están en casa intentando leer a Shakespeare, leer un ensayo o incluso escribirlo. Lo que sabemos por los estudios es que al analizar las curvas de aprendizaje en este periodo, de estos maestros digitales que son los adolescentes de esta población, se demostró que si se les pide que hagan una tarea su curva de aprendizaje… Si les distraes durante la fase de memorización, en vez de en la fase de repaso para el examen, si se les distrae durante la fase de memorización, su capacidad de aprendizaje disminuye en gran medida.

Esta entrevista fue publicada por el grupo BBVA: bbva.com

REDACCIÓN WEB DEL PSICÓLOGO

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