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¿Qué es el Síndrome de Estocolmo? Enamoramiento hacia secuestradores

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El síndrome de Estocolmo está comúnmente relacionado con secuestros de alto perfil y situaciones de rehenes. Aparte de los casos de crímenes famosos, las personas comunes también pueden desarrollar esta afección psicológica en respuesta a varios tipos de trauma. En este artículo, analizamos cuidadosamente el síndrome de Estocolmo, por qué se llama así, los tipos de situaciones que pueden llevar a alguien a desarrollar este síndrome, y lo que puede hacerse para tratarlo. El síndrome de Estocolmo es una respuesta psicológica. Ocurre cuando los rehenes o víctimas de abuso crean vínculos con sus captores o abusadores. Esta conexión psicológica se desarrolla a lo largo de los días, semanas, meses, o incluso años de cautiverio o abuso. Con este síndrome, rehenes o víctimas de abuso pueden llegar a simpatizar con sus captores. Esto es lo contrario del miedo, el terror y el menosprecio que se podría esperar de las víctimas en estas situaciones. Con el paso del tiempo, algunas víctimas llegan a desarrollar sentimientos positivos hacia sus captores. Incluso podrían empezar a sentir que comparten objetivos y causas comunes.

La víctima podría comenzar a desarrollar sentimientos negativos hacia la policía o las autoridades. Pueden llegar a sentirse resentidos con cualquiera que esté intentando ayudarles a escapar de la peligrosa situación en la que están. Muchos psicólogos y profesionales médicos consideran que el síndrome de Estocolmo es un mecanismo de supervivencia, o una manera que ayuda a las víctimas a manejar el trauma de una situación aterradora. De hecho, la historia del síndrome puede ayudar a explicar a qué se debe.

Historia

En el año 1.973 se produjo un atraco en una sucursal del Banco de Crédito en Estocolmo. El atraco lo perpetró Erik Olsson, disparó a dos agentes y secuestró durante seis días a cuatro hombres y tres mujeres. A pesar de las continuas amenazas por parte del secuestrador a los rehenes, una de las mujeres mostró tras los eventos su plena simpatía y confianza hacia Olsson. Llegó incluso a ofrecerse a acompañarle en un viaje, a cambio de la liberación de dos rehenes. No fue hasta un año más tarde, en 1.974, cuando surgió el término síndrome de Estocolmo¸ al producirse otro famoso secuestro.

Patricia Hearst, de secuestrada a guerrillera

Patty Hearst era la heredera de una de las familias más adineradas e importantes de los Estados Unidos. Una noche, fue secuestrada a punta de pistola por el Ejército Simbiótico de Liberación (SLA). El SLA estaba compuesto por una docena de personas que consideraban a los Hearst como la supremacía fascista del país. No obstante, al poco tiempo de secuestrar a Patty, ésta declaró haberse unido al SLA, llegando a participar en varios atracos y revueltas. 18 meses después de su secuestro, fue detenida y condenada a siete años de prisión, de los que cumplió finalmente dos. Publicó sus memorias en 1.981 y señaló que durante casi dos meses había sido sometida a todo tipo de torturas y abusos.(mentsalud.com)

¿Cuáles son los síntomas?

El síndrome de Estocolmo se reconoce por tres eventos o “síntomas” distintos.

Síntomas del Síndrome de Estocolmo
  • La víctima desarrolla sentimientos positivos hacia la persona que la mantiene cautiva o abusa de ella.
  • La víctima desarrolla sentimientos negativos hacia la policía, las figuras de autoridad, o cualquier persona que podría estar tratando de ayudarles a alejarla de su captor. Incluso puede negarse a cooperar contra su captor.
  • La víctima comienza a percibir la humanidad de su captor y a creer que comparten los mismos objetivos y valores.
  • Estos sentimientos suceden a menudo debido a la situación emocional y muy cargada que ocurre durante una situación de rehenes o un ciclo de abuso.

Por ejemplo, las personas que son secuestradas o tomadas como rehenes suelen sentirse amenazadas por su captor, pero también dependen en gran medida del mismo para sobrevivir. Si el secuestrador o abusador les muestra algo de bondad, pueden empezar a sentir sentimientos positivos hacia su captor por esta “compasión”. Con el tiempo, esa percepción comienza a cambiar y sesgar la manera como ven a la persona que los mantiene como rehenes o abusa de ellos.

Ejemplos de casos de síndrome de Estocolmo

Varios secuestros famosos han dado lugar a episodios de alto perfil del síndrome de Estocolmo, incluyendo los que se enumeran a continuación.

Casos de Alto Perfil

Patty Hearst. Tal vez la más famosa, la nieta del empresario y editor de periódicos William Randolph Hearst fue secuestrada en 1974 por el Ejército Simbionés de Liberación (SLA, en inglés). Durante su cautiverio, renunció a su familia, adoptó un nuevo nombre e incluso se unió al SLA para robar bancos. Más tarde, Hearst fue arrestada, y utilizó el síndrome de Estocolmo como defensa en su juicio. Esa defensa no funcionó, y fue sentenciada a 35 años de prisión.

Natascha Kampusch. En 1998, Natascha, que entonces tenía 10 años, fue secuestrada y mantenida en una habitación oscura y aislada en un sótano. Su secuestrador, Wolfgang Přiklopil, la mantuvo cautiva durante más de 8 años. Durante ese tiempo, se mostró bondadoso, pero también la golpeaba y amenazaba con matarla. Natascha pudo escapar, y Přiklopil se suicidó. Reportes noticiosos en ese momento reportaron que Natascha “lloró inconsolablemente”.

Mary McElroy. En 1933, cuatro hombres detuvieron a punta de pistola a Mary, de 25 años, la encadenaron a las paredes de una granja abandonada y exigieron rescate a su familia. Cuando fue puesta en libertad, le fue muy difícil nombrar a sus captores en su posterior juicio. También expresó públicamente su simpatía por ellos.

El síndrome de Estocolmo en la sociedad actual

Si bien el síndrome de Estocolmo se asocia comúnmente con una situación de rehenes o secuestros, en realidad puede aplicarse a varias otras circunstancias y relaciones.

El Síndrome de Estocolmo también puede surgir en estas situaciones

Relaciones abusivas. La investigación ha demostrado que las personas abusadas pueden desarrollar vínculos emocionales con su abusador. El abuso sexual, físico y emocional, así como el incesto, pueden durar años. Durante este tiempo, una persona puede desarrollar sentimientos positivos o simpatía por la persona que abusa de ella.

Abuso infantil. Los abusadores frecuentemente amenazan a sus víctimas con daño, e incluso la muerte. Las víctimas pueden tratar de evitar molestar a su abusador siendo obedientes. Los abusadores también pueden mostrar amabilidad, lo cual podría ser percibido como un sentimiento genuino. Esto puede confundir aún más al niño y llevarlo a no entender la naturaleza negativa de la relación.

Tráfico sexual. Las personas que son víctimas de la trata a menudo dependen de sus abusadores para sus necesidades, como alimentos y agua. Cuando los abusadores proporcionan eso, la víctima puede comenzar a desarrollar sentimientos positivos hacia su abusador. También puede resistirse a cooperar con la policía por temor a represalias o pensar que debe proteger a sus abusadores para protegerse a sí misma.

Entrenadores de deportes. Participar en deportes es una gran manera para que las personas desarrollen habilidades y relaciones. Desafortunadamente, algunas de esas relaciones pueden, en última instancia, resultar negativas. Las técnicas severas de entrenamiento incluso pueden llegar a ser abusivas. El atleta puede decirse a sí mismo que el comportamiento de su entrenador es por su propio bien, y esto, según un estudio de 2018, puede, en última instancia, convertirse en una forma de síndrome de Estocolmo.

Tratamiento

Si crees que tú o alguien que conoces ha desarrollado el síndrome de Estocolmo, puedes encontrar ayuda. A corto plazo, la consejería o el tratamiento psicológico para el trastorno de estrés postraumático puede ayudar a aliviar los problemas inmediatos asociados con la recuperación, como la ansiedad y la depresión.

La psicoterapia a largo plazo puede ayudarte a ti o a un ser querido con la recuperación.

Los psicólogos y psicoterapeutas pueden enseñarte mecanismos de afrontamiento saludables y herramientas de respuesta para ayudarte a entender lo que sucedió, por qué sucedió y cómo puedes superarlo. Reasignar emociones positivas puede ayudarte a entender que lo que pasó no fue tu culpa.(healthline.com)

Fuentes

REDACCIÓN WEB DEL PSICÓLOGO

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