Cuando miramos al pasado con los ojos del presente, los conocimientos actuales suelen distorsionar nuestra memoria. Creemos que sabíamos lo que iba a suceder, cuando en realidad no es así. Esa tendencia a pensar que sabíamos lo que iba a pasar puede jugarnos malas pasadas y hacer que nos culpemos por cosas que en realidad no podíamos prever. De hecho, no solo nos ocurre en el plano personal. Ese sesgo retrospectivo también se extiende al área profesional. Los médicos, por ejemplo, a menudo sobreestiman su capacidad para haber previsto el resultado de un caso y afirman haberlo sabido desde el inicio. Los historiadores también son propensos a ese sesgo cuando describen el resultado de una batalla y ni siquiera los jueces se salvan cuando juzgan un caso ya que piensan que tanto el imputado como el acusado podían haber previsto de cierta manera lo que iba a ocurrir.
¿Qué es el sesgo retrospectivo?
A mitad de los años 1970, los investigadores Beyth y Fischhoff realizaron un experimento muy interesante en el que pidieron a los participantes que juzgaran la probabilidad de que se produjesen determinados resultados antes de que Richard Nixon viajase a Beijing y Moscú.
Tiempo después de que el presidente Nixon regresara, pidieron a esas mismas personas que recordaran o reconstruyeran las probabilidades que habían asignado a cada resultado. Constataron que sobreestimaban las probabilidades para los eventos que habían ocurrido y minimizaban el resto. O sea, las personas tendían a pensar que sabían lo que iba a ocurrir, aunque no fue así.
Ese mismo año, Fischhoff realizó otro experimento en el que daba a las personas una historia corta con cuatro posibles resultados, pero les indicaba de antemano que uno de ellos es cierto. Luego les pedía que asignaran una probabilidad para cada resultado en particular. Así comprobó que la gente suele asignar una mayor probabilidad de ocurrencia a cualquier resultado que se les haya dicho que es cierto.
Así surgió el concepto de sesgo retrospectivo, también conocido como prejuicio de retrospectiva. Se trata de un sesgo cognitivo que se produce cuando sabemos lo que ha ocurrido pero modificamos nuestros recuerdos de la opinión previa a favor del resultado final. También llamado determinismo progresivo, es la tendencia a pensar que los eventos pasados eran más predecibles de lo que fueron en realidad. Oeberst, A. & Goeckenjan, I. (2016)
Después de que ocurre un evento, pensamos que podríamos haberlo predicho o creemos que conocíamos los resultados con un elevado grado de certeza antes de que ocurrieran. En práctica, una vez que conocemos el resultado final, modificamos nuestro recuerdo para pensar que sabíamos lo que iba a ocurrir, como si fuésemos una especie de Nostradamus.
Lo que sucede es que el conocimiento actual genera un falso recuerdo que nos hace pensar que sabíamos lo que iba a ocurrir, cuando en realidad no era así.
¿Qué nos lleva a pensar que sabíamos lo que iba a ocurrir?
Existen diferentes factores que pueden acrecentar o minimizar nuestra tendencia a pensar que ya sabíamos lo que iba a pasar. Un estudio realizado en la Universidad de Texas comprobó que el sesgo retrospectivo es más común cuando el resultado de un evento es negativo en lugar de positivo, lo cual demuestra nuestra tendencia a prestar más atención a los resultados negativos de los eventos que a los positivos.
Además, cuanto más graves son los resultados negativos, más intenso es ese sesgo. En este sentido, un ejemplo de sesgo retrospectivo se produjo en 1996 cuando LaBine propuso un escenario en el que un paciente psiquiátrico le había dicho a un terapeuta que estaba contemplando la posibilidad de dañar a otra persona. Sin embargo, el terapeuta no advirtió a esa persona del peligro que podría correr. Calvillo, Dustin P. (2013)
A cada participante le dieron tres posibles resultados: la persona en peligro no resultó herida, fue herida levemente o sufrió heridas de gravedad. Luego les pidieron que determinaran el nivel de negligencia del terapeuta. Cuando se mencionaron las “lesiones graves”, las personas eran más propensas a calificar al terapeuta como negligente y dijeron que el ataque era más previsible.
La sorpresa también influye en la manera en que reconstruimos las predicciones previas al resultado. Por ejemplo, si creemos que un resultado era prácticamente imposible, es menos probable que seamos víctimas del sesgo retrospectivo. En práctica, cuando un evento nos toma completamente por sorpresa, es poco probable que al mirar atrás pensemos que lo sabíamos o que lo habíamos previsto.
Las consecuencias del prejuicio de retrospectiva
El sesgo retrospectivo puede causar distorsiones de los recuerdos de lo que sabíamos o creíamos antes de que ocurriera un evento. Eso puede generar un aumento de la confianza en nuestro desempeño y capacidad para predecir los resultados de eventos futuros, lo cual puede ser positivo o negativo. Aunque se trate de una distorsión, siempre que se mantenga dentro de unos límites razonables, es positiva ya que nos ayuda a afrontar con mayor seguridad las situaciones adversas al aumentar la confianza en nuestras decisiones.
Sin embargo, cuando esa confianza es excesiva e infundada puede llegar a ser negativa y llevarnos a tomar decisiones precipitadas que no estén sustentadas en un análisis detenido de la situación. De hecho, el sesgo retrospectivo también disminuye nuestro pensamiento racional debido a las emociones intensas que suelen estar asociadas a los eventos a los que se refiere, de manera que puede dejarnos más expuestos al pesimismo extremo o el optimismo tóxico. Harley, E. M. (2007)
Además, el sesgo retrospectivo puede afectar nuestra capacidad para aprender de las experiencias, ya que nos impedirá aprender de los errores. Si miramos atrás y pensamos que ya lo sabíamos todo, seremos menos propensos a analizar nuestros errores. A su vez, esa certeza puede generar un gran sentimiento de culpa. De hecho, muchas personas se recriminan por lo que sucedió en el pasado pensando que podían haberlo evitado ya que suponen que sabían que iba a pasar.
Este sesgo también puede conducirnos a juzgar erróneamente a las personas. Por ejemplo, el sesgo de retrospectiva puede hacer que un jurado piense que los acusados eran capaces de prevenir el mal resultado, de manera que podrían ser más severos. Asimismo, cuando los demandantes asumen un riesgo, el jurado puede pensar que debían haber actuado con mayor cautela ya que podían preveer las consecuencias, lo cual podría conducir a un veredicto más condescendiente con el culpable, llegando incluso a activar la creencia en un mundo justo que conduce a culpar a la víctima.
¿Cómo mitigar el sesgo retrospectivo?
Es muy difícil escapar del sesgo retrospectivo. El conocimiento posterior es como un velo a través del cual solemos mirar y evaluar el pasado. Sin embargo, una estrategia para luchar contra esta tendencia natural consiste en pensar en todos los caminos posibles, de manera que no nos limitemos únicamente a lo que ocurrió. Vale la pena recordar todas las opciones que valoramos en aquel momento y la información de la que disponíamos. Eso no hará que el sesgo desaparezca, pero al menos lo mitigará.
Otra pista proviene de un estudio realizado en la Universidad Estatal de California. Cavillo comprobó que existe una relación entre la cantidad de tiempo que dedicamos a responder y la intensidad del sesgo a la hora de recordar nuestros juicios iniciales. En práctica, si tenemos más tiempo para reflexionar sobre lo ocurrido, el sesgo retrospectivo se reduce. Por tanto, solo tenemos que tomarnos el tiempo necesario para intentar reconstruir cómo nos sentíamos y qué pensábamos realmente. Schkade, D.; Kilbourne, L. (1991)
Fuentes:
- Oeberst, A. & Goeckenjan, I. (2016) When being wise after the event results in injustice: Evidence for hindsight bias in judges’ negligence assessments. Psychology, Public Policy, and Law; 22(3): 271–279.
- Calvillo, Dustin P. (2013) Rapid recollection of foresight judgments increases hindsight bias in a memory design. Journal of Experimental Psychology: Learning, Memory, and Cognition; 39 (3): 959–964.
- Harley, E. M. (2007) Hindsight bias in legal decision making. Social Cognition; 25(1): 48–63.
- Schkade, D.; Kilbourne, L. (1991) Expectation-Outcome Consistency and Hindsight Bias. Organizational Behavior and Human Decision Processes; 49: 105–123.
REDACCIÓN WEB DEL PSICÓLOGO