José Mazaira. Hasta el año 2021, los psiquiatras infanto-juveniles vivían una situación similar a la que a día de hoy siguen viviendo algunas especialidades no reconocidas oficialmente en España. Por ejemplo, pese al nivel de excelencia y reconocimiento con el que cuentan algunos genetistas para ejemplo, el de Ángel Carracedo, no existe una especialidad como tal.
Era lo que les pasaba a estos especialistas de la psiquiatría hasta el verano de hace un par de años. No es que no existiesen, porque estar estaban, como reivindica José Mazaira, jefe del servicio del Complexo Hospitalario Universitario de Santiago. «Que se creara ahora la especialidad de psiquiatría infanto-juvenil, no quiere decir que no existiese.
Siempre la hubo, lo que pasa es que era una sección que dependía de psiquiatría». Si tardó tanto en aparecer fue por cuestiones que dependían más de lo político que de lo clínico, una batalla sobre a quién debía pertenecer la atribución: si a pediatría o a psiquiatría. Sea como fuere, ya está aquí. Se hacía necesaria teniendo en cuenta que muchos trastornos de la esfera psiquiátrica comienzan a manifestarse en la primera infancia.
Uno podría pensar que los problemas psiquiátricos tienen que ver más con el existencialismo del mundo adulto, ¿cómo se trabaja en psiquiatría con niños?
José Mazaira. Atendiendo a su frecuencia, uno entiende su importancia. La frecuencia de problemas psíquicos en niños y en adolescentes es la misma que en el mundo adulto. Alrededor de entre un 10 y un 20 % de los niños y jóvenes en todo el mundo padecen algún trastorno mental; un porcentaje que dependerá de lo laxos que sean los criterios. Pero no solo eso, sino que la gran mayoría de los trastornos psiquiátricos de los adultos comienzan durante la infancia.
Hablamos de entre un 10 y un 20 % de incidencia de problemas psiquiátricos en general, ¿pero son las mismas patologías? Pensando en una depresión, generalmente, la asociamos al mundo adulto; a problemas de relaciones, de duelos, sociales o económicos que no suelen padecer los niños.
Claro que la prevalencia de los distintos trastornos varían según la edad. Pero en concreto la depresión existe desde la infancia. En la adolescencia, la depresión es un trastorno frecuente que padecen alrededor de un 4 o un 5 % de los jóvenes.
Lo digo porque tradicionalmente se nos han repetido frases machaconas como que los niños deben ser felices porque es «el mejor momento de la vida».
A mí eso ya me suena muy antiguo. Pero sí, hace tiempo se pensaba que los niños tenían pocos problemas psíquicos y que estos problemas desaparecían con el tiempo. Desde esas ideas, toda la investigación que hay hasta la fecha se empeña en demostrar que ninguna de las dos premisas son ciertas. Para empezar, los problemas psíquicos de los niños son frecuentes.
Y, además, muchos de ellos no desaparecen, sino que se prolongan a la adolescencia y a la edad adulta. Por ejemplo, los trastornos psíquicos más frecuentes en la infancia son los trastornos de conducta, el TDAH y los trastornos de ansiedad. Pues el trastorno de conducta tiene una muy alta continuidad en la edad adulta; también tiene bastante continuidad el TDAH. Pero no solo los problemas externalizados de comportamiento, sino también los trastornos de ansiedad tienen una alta continuidad. O sea, que ni son poco frecuentes ni desaparecen con el tiempo. Todo lo contrario.
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¿Cuánto influye el contexto?, ¿hay familias perfectamente funcionales en las que también se presentan estos problemas?
José Mazaira. Lo que piensa mayoritariamente la comunidad científica es que para la grandísima parte de los trastornos psiquiátricos infantiles no suele haber una única causa, sino que suele haber una combinación de factores. Algunos que predisponen a la aparición de un trastorno, otros que los desencadenan y otros que los mantienen. Además de que hay factores protectores.
Pero dentro de esos factores de riesgo para la aparición de psicopatologías interaccionan entre sí los factores biológicos, incluyendo los genéticos, y los factores ambientales. ¿Cuánto? Depende del tipo de trastorno. Por ejemplo, los trastornos de conducta suelen estar más mediados familiar y socialmente.
Sin embargo, los trastornos del espectro autista, el TDAH o el trastorno bipolar tienen una mayor influencia genética. Pero tanto los factores genéticos como ambientales interaccionan entre sí y acaban por determinar un mayor riesgo de presentar un problema.
La especialidad de Psiquiatría Infantil se incorporó al catálogo de la Sanidad Pública en el año 2021. Teniendo en cuenta lo que dice, que muchos trastornos empiezan en la infancia y luego tienen continuidad, ¿se notará en unos años un descenso de pacientes adultos?
Pensar en vaciar las alas de psiquiatría me parece que es ser demasiado optimista, pero sí mejorar el pronóstico y en algunos casos favorecer el reestablecimiento de problemas. España ha sido de los últimos países europeos en crear la especialidad. Creo que los últimos fuimos Bulgaria, Albania y nosotros. Es una especialidad común en Europa desde hace mucho tiempo.
A día de hoy seguimos mirando con cierto recelo a los psicofármacos, ¿Cómo reaccionan unos padres a los que se les dice que hay que medicar a su hijo?
Pues mira, el empleo de los psicofármacos en psiquiatría infantil es un arma terapéutica más. Lo que quiero decir es que no se utilizan psicofármacos para todos los problemas infantiles. Para algunos problemas de la infancia, los psicofármacos no son efectivos.
Por ejemplo, para el trastorno de conducta simple, que tiene que ver con condicionantes ambientales o sociales, este tipo de fármacos no funcionan. Los tratamientos que hay que hacer aquí son de tipo psicoterapéutico, de control ambiental o tratamientos familiares. O la anorexia nerviosa, se sabe que no hay ningún medicamento hasta la fecha que cambie el pronóstico de la enfermedad, el tratamiento es fundamentalmente psicoterapéutico.
En el otro extremo, hay trastornos que no se resuelven sin el empleo de medicación como el trastorno bipolar, la esquizofrenia; digamos, los trastornos más graves. No siempre se utiliza medicación. A la mayor parte de los padres no nos gusta utilizar fármacos para problemas psíquicos con nuestros hijos.
Lo que hacemos habitualmente, cuando detectamos determinado problema, es plantear las distintas opciones de tratamiento. Y dentro de estas posibilidades se recomiendan más unas u otras, por lo que con los propios padres, incluso con el paciente si este es un poco mayor, decidimos el tratamiento a utilizar.
Esta entrevista fue publicada originalmente por La voz de la salud: lavozdegalicia.es
REDACCIÓN WEB DEL PSICÓLOGO