La autoestima es esencial para nuestra salud mental, emocional y relaciones interpersonales. En este artículo, exploraremos su importancia y cómo fortalecerla para lograr bienestar. La autoestima se refiere a la valoración y percepción de nosotros mismos, y una autoestima saludable nos brinda confianza, estabilidad emocional y relaciones satisfactorias. Fortalecerla tiene beneficios significativos, como mejorar nuestra toma de decisiones, autoconfianza y desarrollo personal. Para fortalecer la autoestima, es importante conocernos a nosotros mismos, aceptarnos y cuidarnos. Establecer metas realistas, practicar la autoafirmación y buscar apoyo social también son recomendables. En casos más profundos, se puede acudir a un profesional de la salud mental. En resumen, la autoestima impacta en todos los aspectos de nuestra vida. Con autoconocimiento, aceptación y cuidado personal, podemos construir una autoestima sólida que nos impulse a vivir una vida plena. ¡Tú vales mucho y mereces fortalecer tu autoestima! La protagonista de esta historia es una niña tímida y con voz quebrada que, como queriendo abrazar su antípoda, pasó la infancia soñándose artista. Los cuentos nocturnos, el amor por las palabras y el apoyo familiar trazaron el camino. Así, Victoria Siedlecki encontró su lugar en la narración oral escénica. “Ahí tenía la libertad de elegir lo que decía, de decidir cómo y dónde lo hacía, y podía reproducir cada día esa felicidad que sentía cuando por las noches nuestra madre o nuestro padre nos contaban una historia”, reconoce la cuentacuentos.
Esta artista multidisciplinar se formó en ballet, interpretación y canto en la Escuela de Teatro Musical de Julio Bocca, en Argentina. Y desde hace más de dos décadas reside en España, a donde llegó para ampliar sus estudios de baile y flamenco. Las historias que habitan en Victoria Siedlecki se revelaron primero a través del cuerpo, de la danza, para más tarde configurarse y fortalecerse en la narración oral. “Tengo el cuerpo todo lleno de palabras”, recita con emoción la actriz.
Laura. Hola, Victoria, me llamo Laura, para mí es muy difícil aprenderse los cuentos de memoria y mi pregunta es si tienes alguna manera más fácil.
Sí, la tengo, porque es cierto que le tenemos bastante miedo a esto de aprender cosas de memoria. Y es que la memoria, como estamos acostumbradas a trabajarla, al fin y al cabo, es absolutamente contraria a nuestra verdadera memoria, que es profunda e infinita. Es una memoria un poco endeble porque tenemos tendencia a aprendernos las cosas de memoria, palabra por palabra.
Y ese tipo de memoria es frágil, porque en cuanto nos asalta una emoción o pasa algo que no esperábamos, nos olvidamos de todo. Entonces les voy a compartir tres técnicas que usamos en la escuela para asimilar las historias que vamos a contar. Son, por un lado, hacer el storyboard de la historia que hemos elegido. Llevarnos el cuento a la cama. Ahora les voy a contar qué es eso.
Y hacer dos columnas. El storyboard, lo que hacen en cine. Primero leo la historia que he elegido muchas veces en voz alta, en voz baja, la voy asimilando. Y después, decido en seis viñetas resumir esa historia, la dibujo y sé, y además veo, que hay personas que están pensando: “Pero si yo no sé dibujar un árbol, voy a dibujar un cuento entero, ¡qué horror!”. Miren, llevo muchos años con esto. No he conocido nunca a nadie que dibuje peor que yo. ¿Igual de mal? Si, mucha gente. ¿Peor? Les prometo que nadie. Esto que les estoy proponiendo no lo va a ver nadie más. Es solo para ustedes.
Dibujar la historia nos va a ayudar a organizarla, a reflexionar sobre ella, a ponernos creativos, a solucionar problemas, porque hay cosas muy difíciles de dibujar y esas cosas no se te olvidan más. Los dibujos pueden ser más o menos completos según la complejidad de la historia y esto es la previa a contar sin ningún apoyo.
Primero tengo el cuento que pude haber adaptado, porque quienes narramos adaptamos mucho nuestras historias para acercarlas a nuestra impronta personal. Después la dibujo y después, me lanzo a ver si con el recuerdo de esas imágenes puedo contarla. Llevarse el cuento a la cama tiene que ver con lo mismo.
Es a la cama, al sofá, al asiento del autobús. Cerrar los ojos e imaginar que frente a esos ojos que hemos cerrado se enciende la pantalla de un cine. Y es que hemos ido a ver la película del cuento que estamos trabajando. Y entonces dejamos que aparezcan ahí cosas que ya sabíamos y cosas absolutamente inesperadas, de pronto, el personaje principal tiene un vozarrón.
No sabíamos que hablaba así. O, de pronto, lleva un sombrero muy cómico que me encanta y se lo voy a contar después al público. Quizás aparecen cosas que no nos van a servir porque son demasiado delirantes, pero está bien haber hecho este recorrido, que tiene que ver con las imágenes, que tiene que ver también con la sensorialidad. A qué huele el cuento. Quizás no se dice exactamente, pero sí el protagonista pasa frente a una panadería y son las siete de la mañana y todavía están horneando pan, ¿cierto?
También podemos decir cuáles son los sonidos que acompañan al cuento. No solo lo que está sucediendo, sino si la escena sucede junto a un colegio y los niños acaban de salir al patio, hay dos personajes hablando y de fondo podríamos escuchar las voces de los niños y las niñas jugando en el patio. Todo esto que tiene que ver con la sensorialidad, con verlo, con olerlo, con oírlo, va a ser que tengamos mayor conciencia de esta historia, que lo hayamos vivido como propio, que lo hayamos visto.
“La emoción es todo y hay que elegir los cuentos desde ese lugar apasionado”
Esta entrevista fue publicada originalmente por BBVA: aprendemosjuntos.bbva.com
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REDACCIÓN WEB DEL PSICÓLOGO