El SPI (o RLS, por sus siglas en inglés) es un trastorno sensitivo y motor que se define en base a cuatro criterios diagnósticos mayores: Necesidad imperiosa de mover las piernas, generalmente acompañada o causada por una sensación desagradable, de dolor o malestar en las mismas. Síntomas que aparecen y se agravan en situaciones de inactividad, como estando sentado o tumbado. Síntomas que desaparecen o mejoran sustancialmente con el movimiento o el estiramiento de las piernas, al menos mientras dura la actividad, aunque pueden reaparecer inmediatamente al cesar el movimiento. Existencia de un claro ritmo circadiano, apareciendo o empeorando los síntomas por la tarde y especialmente al anochecer. La persona que padece SPI, puede controlar durante un tiempo la necesidad imperiosa de mover las piernas, pero cuanto más está sin moverse mayor es la urgencia de hacerlo, mientras que al mover las piernas nota un alivio pasajero que pronto se sustituye por las ganas de moverse de nuevo. Algunas personas cuentan que si se fuerzan a no mover las piernas acaban teniendo pequeñas sacudidas involuntarias en los pies, especialmente cuando se adormecen.
Pero ¿a qué se debe esta necesidad de mover las piernas?
Esta necesidad de mover las piernas viene motivada por la búsqueda de alivio de una sensación desagradable que la persona siente como algo profundo, en el interior de sus piernas y que en general le cuesta definir. Algunos hablan de quemazón, otros de burbujeo, tirantez, presión (“como si me estiraran o me apretaran los huesos o los tendones”), algunos lo llaman dolor, otros simplemente nerviosismo, inquietud o desasosiego.
El aspecto más distintivo o poco usual del trastorno es que los síntomas son activados por el hecho de acostarse y tratar de relajarse. Y es por ello que la mayoría de las personas con SPI tienen dificultad para conciliar y mantener el sueño.
Por lo mismo, la mayoría de las personas encuentran que los síntomas se notan menos durante el día y son más pronunciados en la noche, especialmente al comienzo del sueño. En muchas personas, los síntomas desaparecen en la madrugada, permitiendo un sueño más reparador a esa hora. (espanol.ninds.nih.gov)
El SPI ocurre en ambos sexos, pero la incidencia puede ser ligeramente mayor en las mujeres y aunque el síndrome puede comenzar a cualquier edad, las personas severamente afectadas son de edad media o mayores.
Es importante comentar, que más del 80 por ciento de las personas con SPI también sufren una condición más común conocida como trastorno de movimiento periódico de las extremidades (PLMD, por sus siglas en inglés), que se caracteriza por movimientos involuntarios bruscos de las piernas, como jalones o tirones, que ocurren durante el sueño, típicamente cada 10 a 60 segundos.
Los síntomas hacen que el paciente se despierte repetidamente e interrumpen severamente el sueño. A diferencia del SPI, los movimientos causados por el PLMD son involuntarios -las personas no los controlan. Aunque muchas personas con SPI también desarrollan el PLMD, quienes padecen PLMD en su mayoría, no sufren de SPI.
Pero ¿Qué causa el síndrome de las piernas inquietas? en la mayoría de los casos se desconoce su causa (lo que se llama idiopático). Sin embargo existe un historial familiar de la enfermedad en aproximadamente un 50 por ciento de los casos, lo que sugiere una forma genética del trastorno. Las personas con la forma hereditaria de SPI tienden a ser más jóvenes cuando los síntomas comienzan y tienen una progresión más lenta de la enfermedad.(ses.org.es)
En otros casos, el SPI parece estar relacionado a los siguientes factores o condiciones, aunque los investigadores aún no saben si estos factores realmente causan el síndrome:
- Niveles bajos de hierro o con anemia
- Enfermedades crónicas como el fallo renal, la diabetes, la enfermedad de Parkinson, y la neuropatía periférica
- Embarazo, especialmente en su último trimestre. En la mayoría de estas mujeres, los síntomas generalmente desaparecen a las 4 semanas del parto.
Medicamentos como las drogas para prevenir la náusea (proclorperazina o metoclopramide), las convulsiones (fenitoin o droperidol), las antipsicóticas (haloperidol o derivados de la fenotiazina), y algunos medicamentos para el catarro o las alergias-pueden agravar los síntomas. En este caso recomiendo que hable con su médico sobre la posibilidad de cambiar los medicamentos.
La cafeína, el alcohol, y el tabaco pueden agravar o provocar los síntomas si se tiene predisposición a desarrollar el SPI. Algunos estudios han mostrado que una reducción o la eliminación total de tales sustancias puede aliviar los síntomas, aunque no está claro si la eliminación de estas sustancias puede evitar que los síntomas ocurran del todo.
Ahora bien, si no se trata, el trastorno provoca agotamiento y fatiga durante el día; muchas personas refieren que se ve afectado su trabajo, sus relaciones personales y las actividades diarias, como resultado del cansancio. A menudo no se pueden concentrar, tienen la memoria deteriorada, o fallan en el cumplimiento de sus tareas diarias.
Pero lamentablemente, muchas personas que padecen este trastorno tardan en acudir al médico al considerar que sus síntomas son leves o que no se les va a tomar en serio. Igualmente, algunos médicos equivocadamente atribuyen los síntomas al nerviosismo, al insomnio, al estrés, a la artritis, a los calambres musculares o al envejecimiento.(espanol.ninds.nih.gov)
Si sospechas que podrías padecer esta enfermedad, acude de inmediato al especialista, quien para poder diagnosticar SPI, evaluará tu historial y los síntomas; deberás cumplir con los cuatro criterios básicos mencionados al inicio del presente artículo.
A pesar de ello, debo resaltar también que es difícil hacer un diagnóstico clínico de SPI. Los médicos deben confiar en gran parte en la descripción del paciente de sus síntomas y la información de su historial médico incluyendo problemas médicos pasados, historial familiar, y medicamentos actuales, y tomar en cuenta la frecuencia, duración e intensidad de los síntomas así como su tendencia a patrones de dormir diurnos y somnolencia, perturbación del sueño o su funcionamiento durante el día.
Si el historial del paciente sugiere un diagnóstico de SPI, se pueden realizar pruebas de laboratorio para eliminar otras enfermedades y respaldar dicho diagnóstico.
En el caso de los niños, su diagnóstico resulta aún más complicado, porque el médico depende en gran medida en la explicación del paciente de sus síntomas y, dado la naturaleza de los síntomas del SPI, un niño puede tener dificultad para describirlos. En ocasiones, se diagnostica incorrectamente el síndrome como “dolores de crecimiento” o trastorno de déficit de atención.
Tratamiento
En cuanto al tratamiento, aunque el movimiento les produce alivio, generalmente es sólo temporal. Sin embargo, el SPI se puede controlar si se encuentra otra posible afección que contribuya al síndrome. A menudo, al tratar la condición médica asociada, se alivian muchos de los síntomas. Para los pacientes con SPI idiopático, el tratamiento se dirige al alivio de los síntomas.
Para aquellos con síntomas leves a moderados, la prevención es la clave, y muchos médicos sugieren cambios en el estilo de vida y las actividades que se realizan para reducir o eliminar los síntomas:
Una disminución en el uso de cafeína, alcohol y tabaco puede proporcionar algún alivio. También, los médicos pueden sugerir el tomar suplementos para corregir deficiencias de hierro, folato, y magnesio.
Si se mantiene un patrón regular de dormir, se pueden reducir los síntomas. Algunas personas, al darse cuenta que los síntomas del SPI son menores en las primeras horas de la mañana, cambian su rutina de dormir. Otras han encontrado que una rutina de ejercicio moderado les ayuda a dormir mejor mientras que otros pacientes reportan que el ejercicio excesivo les agrava los síntomas.
Tomar un baño caliente, darse masajes en las piernas o aplicarse una bolsa caliente o hielo puede ayudar a aliviar los síntomas en algunos pacientes. Aunque muchos pacientes sienten alivio con estas medidas, estos esfuerzos rara vez eliminan los síntomas completamente.
A veces se prescriben medicamentos, que varían dependiendo de la gravedad, intensidad, frecuencia de los síntomas. Desgraciadamente no hay una sola droga que sea eficaz para todas las personas con SPI. Lo que puede ayudar a una persona puede en realidad empeorar los síntomas de otra. Además, los medicamentos que se toman regularmente pueden perder su efecto haciendo necesario que los medicamentos se cambien periódicamente.
Para concluir, cabe resaltar, que generalmente el SPI es una enfermedad que dura toda la vida y que no tiene cura. Los síntomas pueden empeorarse gradualmente con la edad, aunque más lentamente para aquellos con la forma idiopática que para quien también sufre de alguna afección médica asociada.
Algunos pacientes tienen remisiones -período en que los síntomas disminuyen o desaparecen por días, semanas o meses, aunque los síntomas generalmente reaparecen eventualmente.
No obstante, las terapias actuales pueden controlar el trastorno, disminuyendo los síntomas y aumentando los períodos de sueño reparador.(ses.org.es)
Fuentes
REDACCIÓN WEB DEL PSICÓLOGO