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Cómo los castigos y gritos dañan el cerebro de tus hijos

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¿Qué ocurre en el cerebro de tu niño cada vez que le expones a un estrés que él todavía no está preparado para afrontarlo, como son los gritos, la agresión verbal, la agresión física, las discusiones entre sus padres, etcétera? El día de hoy te explicaré desde la neurociencia por qué los gritos, los malos tratos hacia un niño y todo aquello que genere un estrés que tu hijo o tu niño todavía no esté preparado para afrontarlo le es muy perjudicial. Para que puedas entender mejor todo este vídeo te voy a dar un poquito de teoría, así que atento, atenta. Eje hipotalámico hipofisiario adrenal, conocido como HHA, recuerden HHA, cuando estamos expuestos a estrés el HHA desencadena la producción de la hormona cortisol, el cortisol dispone al cuerpo a responder, lo cual es positivo porque quiere decir que estamos listos para actuar, es decir, el HHA nos ayuda a regular el estrés, sin embargo, la presencia continua o frecuente de cortisol en el torrente sanguíneo termina perjudicando al cerebro.

¿Por qué?

Uno, aumenta el tamaño y el número de conexiones neuronales en la amígdala, ¿de qué se encarga la amígdala?

De manera sencilla te diré que es el sentinel emocional, filtra los estímulos de una manera muy primitiva, por ejemplo, mis juguetes están regados en el piso y mamá se acerca con un rostro que denota desagrado, ¿es algo que odio?, ¿es algo que me puede herir?, ¿es eso a lo que temo? Si la respuesta es sí, la amígdala comienza a alertar y a preparar a todas las estructuras y zonas cerebrales implicadas en este proceso emocional y racional de este acontecimiento.

Atención, atención, esto nos puede hacer daño así que lucha por tu vida. Además un dato muy importante que debemos tomar en cuenta es que cuando una persona se siente en peligro, la amígdala anula la corteza prefrontal, la cual se encarga del pensamiento crítico y racional, es decir, cuando estamos bajo estrés, el eje HHA entra en acción preparando al cuerpo para la crisis. Durante muchas maniobras biológicas, la amígdala se apodera de la corteza prefrontal que es el centro racional del cerebro. En pocas palabras, cuando nos sentimos en peligro, nuestra biología activa nuestras respuestas instintivas para salvaguardarnos y anula nuestros procesos racionales.

Es por tal motivo que cuando discutías acaloradamente con tu pareja, en ese momento no pensabas cómo doy la mejor solución para no herir a mi pareja que amo tanto, no, sino en quién se queda con la última palabra o tal vez inclusive en herir a tu pareja, porque estabas emocional y tu parte racional se había desactivado.

Siguiendo con el ejemplo anterior, mis juguetes están desordenados y mamá viene disgustada, atención prepárense para la lucha, y como se desactivó la parte racional, puede darse el caso que antes de que la mamá llame la atención, el niño ya está reaccionando. Si una sola vez gritaste a tu hijo, no pasa nada, pero si esto ocurre de manera frecuente, la hormona cortisol se segrega de manera frecuente, lo cual lleva al crecimiento de la amígdala.

Esto quiere decir que tienes un sistema de alerta más poderoso, ojo, no más eficaz, solo más poderoso, es decir, sobreactivado, es como si le dijeras a tu amigo miedoso que te avise cada vez que hay peligro, adivina qué va a pasar, exacto, lo que estás pensando te dará muchas falsas alarmas, que mi hijo pegó a su amiguito y la docente me dijo que fue sin motivo alguno, que hizo berrinche de la nada, que la menor cosita desencadena en él reacciones exageradas, ¿Qué anda mal aquí? Pues la amígdala, que es la que se encarga de interpretar y poner en marcha todo lo necesario para hacer frente a lo percibido como amenazante.

Continuamos, número 2, se deteriora el hipocampo, ¿de qué se encarga el hipocampo?

Según Goleman, autor del libro Inteligencia Emocional, todo lo que aprendemos, leemos, hacemos, entendemos y experimentamos se debe a que el hipocampo funciona correctamente. Además, la gran mayoría de la neurogénesis, que es la producción del cerebro de nuevas neuronas y de establecer conexiones con otras neuronas, tiene lugar en el hipocampo.

Cuando el cuerpo soporta el estrés continuo, el cortisol afecta la velocidad a la que se agregan o restan neuronas del hipocampo. Cuando el cortisol ataca a las neuronas, el hipocampo pierde neuronas y se reduce su tamaño. ¿Esto qué quiere decir Guillermo? Que el aprendizaje, la memoria y la capacidad de inhibir la acción del eje HHA, que como vimos anteriormente es el eje hipotalámico-hipoficiario-adrenal que controla el estrés, se ven muy afectadas. Entonces, si nosotros exponemos a nuestros hijos a un estrés continuo de gritos, malos tratos, mal clima familiar u otros, ¿cómo pretendemos que regulen su conducta? Es decir, que se al afectar su hipocampo, el HHA, que es el que controla el estrés, se ve muy afectado.

Como ven, se genera un círculo vicioso. A más estrés, menos capacidad para controlarla. Hay muchísimas más repercusiones que genera el estrés en el cerebro del niño. Hoy solamente he hablado de cómo afecta a la amígdala y al hipocampo. Y ojo, pese a que solamente he hablado de las consecuencias emocionales, no he tocado de las consecuencias a nivel intelectual, a nivel cognitivo, que son muchas. Ya de esto hablaré en otra ocasión.

Quiero recalcar que al estrés que me refiero es al estrés tóxico, al que genera malestar, al que el niño aún no es capaz de poder afrontarlo, manejarlo, porque hay otros tipos de estrés que sí son beneficiosos para el niño, como de repente los juegos de competencia, como de repente los exámenes, como algunos retos para su creatividad, etc. Ese tipo de estrés sí es beneficioso para el niño. Ahora, ¿cómo puedo saber cuál es el estrés negativo? ¿Cuál es el estrés tóxico para mi hijo? Fácil, fácil. Todo aquello que represente un riesgo para su integridad física y o emocional es un estrés tóxico para tu niño.

Gritos, amenazas, insultos, humillaciones, agresión verbal, agresión física, sí. Que eres burro, que tú eres un niño malo, que le voy a decir a la profesora que te portas mal, etc. Ese tipo de situaciones afectan. Nuevamente repito, si es que esto es continuo, si es que excepcionalmente lo hiciste, ¿quién no lo ha hecho? ¿Quién no ha cometido un error de dejarse llevar por su impulsividad? Yo lo he hecho. Todos creo que lo hacemos. No somos santos. Pero a mí me han criado con gritos, golpes, amenazas, insultos. Yo siempre he visto discutir a mamá y a papá y no me ha pasado nada. Soy un hombre de bien, soy una chica hecha y derecha.

REDACCIÓN WEB DEL PSICÓLOGO

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