Sara Kuburic es psicóloga titulada por la Universidad de Burman y máster en Psicoterapia por la Universidad Trinity Western. Su éxito en medios de comunicación estadounidenses está directamente relacionado con su análisis de las generaciones millenial y siguientes que, como nativos digitales, han aprendido a relacionarse, enamorarse, sufrir y recuperarse a través de las redes sociales e Internet. ¿Cómo establecer límites en una relación o cómo identificar una “green flag” o “red flag” cuando conocemos a alguien? De la misma forma que en sus redes sociales comparte sus reflexiones sobre salud mental, bienestar o identidad, la autora propone reconsiderar en el día a día cómo nos relacionamos con el otro y con nosotros mismos cuando intervienen el anonimato y las pantallas. “Creo que muchos jóvenes se sienten decepcionados, desesperados, indefensos y enfadados por desperdiciar dos años de sus vidas, o sienten que la trayectoria en la que estaban ha cambiado. Y creo que es muy importante normalizarlo. Eso intento hacer con mis redes sociales. Normalizar lo que significa ser humano y lo difícil que ha sido, sobre todo en los últimos años”.
Edgar Costa. Eres muy conocida en redes sociales, tienes éxito. Y puedes ayudar a los jóvenes en tiempos extraños. Y me gustaría empezar preguntándote por el presente, que tal vez haya puesto en la cuerda floja la salud mental de estos jóvenes que lidian con tantas cosas.
Sí, han sido dos años muy extraños. Creo que a los jóvenes, no importa quién creas que encaja en esa categoría, les cuesta mucho identificarse, determinar cuál es su sentido y propósito en la vida o crear vínculos significativos. Sinceramente, creo que tener 20 o 30 años ya es bastante difícil. Por si fuera poco, hemos tenido una pandemia y muchos conflictos.
Y creo que eso solo hace que sea mucho más difícil para los jóvenes moverse entre lo personal y lo interpersonal, por los acontecimientos mundiales que están ocurriendo. Y creo que lo importante es reconocer que esto no es normal y que no pasa nada.
Creo que muchos se sienten decepcionados, desesperados, indefensos y enfadados por desperdiciar dos años de sus vidas, o sienten que la trayectoria en la que estaban ha cambiado. Y creo que es muy importante normalizarlo. Eso intento hacer con mis redes sociales. Normalizar lo que significa ser humano y lo difícil que ha sido, sobre todo en los últimos años.
En esa terapia profesional que brindas a través de las redes sociales, también te dan respuestas, te enteras de lo que realmente preocupa a los jóvenes hoy en día. ¿Cuáles son los problemas que detectas?
Creo que muchas personas no están seguras de quiénes son en este momento. Hay tanto ruido en este mundo que les resulta muy difícil averiguar quiénes son y cuál es su opinión sobre ciertas cosas. Lo sé porque recibo muchos mensajes que me piden consejo.
Me preguntan si han tomado la decisión correcta, si deberían dejar a su marido o novio o si deberían apuntarse a tal clase… Y claro, yo soy una desconocida, no tengo absolutamente ninguna forma de decirte cuál es la decisión correcta.
Pero me transmite falta de confianza y tal vez falta de conciencia de uno mismo, porque todos te dicen qué hacer, dónde estar, cómo presentarte, y a la gente le cuesta decidir si eso es adecuado para ellos o no. Así que hay mucha indecisión. Es algo muy común que he notado. Y creo que tal vez radica en personas que no saben quiénes son y que no confían en sus propias decisiones porque quizá cometieron un error en el pasado.
Supongo que la presión es algo que mencionas en esos mensajes, pero a veces también pienso: “Tengo suerte de no ser un adolescente ahora”, por las redes sociales.
¿Cómo afrontan esa presión?
¿Cómo afrontarlo? Buena pregunta. Creo que es distinto para cada uno, pero lo más importante para mí son los límites. Se ha vuelto un concepto muy popular en los últimos años: conocer tus necesidades y establecer tus límites es crucial. Por ejemplo, yo llevo mi Instagram, no tengo un equipo que lo haga, lo hago todo yo sola. Es bastante trabajo.
Y esta es mi experiencia personal, cuando miraba mis estadísticas, mis seguidores, cómo funcionaba cada publicación, si lo revisaba varias veces al día, realmente me afectaba. Y también paralizaba mi proceso creativo. Pensaba: “No les gusta esta publicación. No les gusto yo.
No les gusta este concepto”. ¿Y si no vuelvo a hablar de este concepto? Y tuve que sentarme a pensar: “¿Cuál es mi intención con esto? ¿Por qué hago esto? ¿Cómo puede ser significativo para mí? ¿Y para mi comunidad?”. No les va a gustar a todos y no pasa nada. Y, por ejemplo, un límite que me puse fue revisar las estadísticas solo una vez por semana.
Y solo miro mis comentarios o mensajes durante un período de tiempo. Y eso fue solo para mantener la cordura. Pero, sinceramente, me ayudó a ser más creativa y ayudó a mi autoestima.
Es duro ser creadora de contenido y recibir comentarios todo el tiempo, sobre todo al principio, cuando te lo tomas todo muy en serio y te tomas a ti misma demasiado en serio. Pero creo que es duro para los jóvenes, porque la mayoría de sus interacciones, o al menos gran parte de sus interacciones ocurren a través de Internet. Van a clase, pero se envían memes, y luego se van a casa y tienen otra realidad y otro universo que ocurre simultáneamente. Y eso es muy difícil.
Y cuando no desconectas de eso, tienes estímulos constantes y se espera de ti que hagas cosas que no son realistas. Y eso es agotador.
Tres claves importantes para tu hijo en redes sociales. Sara Kuburic
¿Y qué pasa con las relaciones personales en esos límites? Porque es importante entender lo que has mencionado, pero, a veces, si te relacionas con una persona que crees que es perfecta, crees que no necesitas límites, por ejemplo, y es importante ser muy consciente de eso.
“Los jóvenes se sienten decepcionados, desesperados, indefensos y enfadados”
Sí, creo que mucha gente piensa que el amor lo puede todo. O si alguien es muy buen amigo o muy buena persona, te parece que no tienes que pensar en los límites. Es normal. Es como respirar. No, no es así. Creo que todas las relaciones, incluso las mejores, necesitan límites. Y eso incluye la relación que tienes contigo mismo. Mucha gente piensa: “Yo soy yo, así que sabré lo que me hace falta o no. Yo no necesito límites, ya sabré cuándo parar”. Y creo que ambos podemos reírnos de eso, porque simplemente no es cierto.
Tenemos que ser muy explícitos, incluso con nosotros mismos, sobre cuáles son nuestras necesidades, cómo conseguirlas y cuándo parar. Lo esencial en los límites es la conciencia de uno mismo. Necesitas saber exactamente cuáles son tus necesidades y cómo satisfacerlas. Y un límite no consiste en restricciones. Un límite consiste en seguridad, en realización y en amor.
Y cuando cambiamos esa narrativa de qué son los límites, cuál es el objetivo de un límite, estamos más abiertos a ello. Si piensas que vas a restringirte o levantar un muro entre otra persona y tú, los límites se vuelven ofensivos, nos sentimos rechazados, en lugar de pensar que, al igual que otros te dicen cómo quererlos, tú también puedes decirte cómo necesitas quererte. Y eso cambia la narrativa.
Tal vez necesitemos estar preparados para esas interacciones. ¿Qué harías tú? ¿Crees que debería enseñarse en el colegio?
Eso espero. Lo digo de verdad. Creo que lo que los milenials hemos hecho bien, aunque tengamos una muy mala reputación, es haber reconstruido la sociedad. Tenemos una nueva forma genial de existir que ninguna otra generación ha experimentado antes. Pero no tenemos la fórmula. Hemos creado esto y ahora no sabemos qué hacer con esto.
No sabemos cómo interactuar con esto de forma saludable. Y creo que nos llevará tiempo a nosotros y a nuestro conocimiento ponernos al día con la sociedad en la que vivimos. Y con suerte podremos enseñar a nuestros hijos a no sufrir como nosotros estamos sufriendo ahora.
Critico a la gente que se hace demasiadas selfis y no disfrutan del momento, y luego yo hago lo mismo. ¿Cómo puedo asimilar ese consejo, que entiendo tan bien, porque tiene mucho sentido para mí, y lo pongo en práctica?
Hay que pensar que mereces la pena como para hacer el esfuerzo. Normalmente no hacemos cosas que no creemos que tengan mucho valor. Cuanto más valor ves en algo, más probable es que lo hagas naturalmente. No siempre. Pero es muy común.
Si ves más valor en que la gente vea tu selfi que en experimentar tu vida real, es más probable que pases todo tu tiempo en el móvil. Hay que cambiar la mentalidad a: “¿Cómo puedo valorar más mi vida?”. Pero también se reduce al amor propio, a: “¿Cómo puedo valorarme más? ¿Cómo puedo valorar mi experiencia más?”. Y creo que la mayor traba es que la gente no se para a pensar en la comparación.
Si te quitase el teléfono y te dijera: “¿Quieres vivir en el momento o quieres subirlo a Instagram?”, creo que dejarías el móvil, Pero creo que se ha vuelto una costumbre y por eso lo hacemos. Y así es como vivimos. Mientras me preparaba para salir aquí, y esa chica tan maja me estaba maquillando, saqué el móvil e hice una foto. Es lo primero que hice cuando me senté.
En lugar de decirle: “Dios mío, es un placer conocerte”, y seguir hablando, pensé: “Esta sería una buena foto”. Y es absurdo. Y todavía lo hago. Es como un instinto de que, si no lo publico, no es real. Y nunca diría que es así como pienso, pero mis acciones me demuestran lo contrario. Hay que ser brutalmente sincero contigo mismo cuando haces cosas así. Decir: “Esto no está bien. ¿Por qué no estoy disfrutando de esta nueva experiencia? ¿Por qué lo estoy publicando?”.
Esta entrevista fue publicada por el grupo BBVA: aprendemosjuntos.bbva.com
REDACCIÓN WEB DEL PSICÓLOGO