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Ramón López de Mántaras: “Por muy general que llegue a ser una inteligencia artificial, nunca será igual a una inteligencia humana”

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¿Cómo afrontaremos el uso de la inteligencia artificial en los próximos años? ¿Cómo será el futuro de la IA? En este podcast, José María Lassalle, director del Foro de Humanismo Tecnológico de Esade, y Ramón López de Mántaras, director del Instituto de Investigación de Inteligencia Artificial del CSIC en Barcelona, debaten sobre las últimas tendencias en inteligencia artificial, el papel de las máquinas en la toma de decisiones y por qué la inteligencia artificial no sustituirá al ser humano. Según los expertos, el temor a la implantación de una superinteligencia que sustituya a la humana nos distrae de otros problemas reales derivados de la inteligencia artificial, como las posibles amenazas a la privacidad, la vigilancia masiva de la ciudadanía, la regulación del reconocimiento facial o las armas autónomas letales. José María Lassalle: Bienvenidos de nuevo a esta sección de podcasts del Foro de Humanismo Tecnológico de Esade. Hoy vamos a reflexionar sobre la inteligencia artificial, uno de esos temas recurrentes que nos han acompañado de una manera muy determinante durante toda la gestión de la pandemia y que se esgrimen como uno de los instrumentos que las políticas públicas y la nueva economía va a tener que desarrollar de manera intensa. Para ello, tenemos a uno de los máximos expertos españoles e internacionales en inteligencia artificial, Ramón López de Mántaras, fundador y director del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial del CSIC en Barcelona y miembro del Consejo Asesor del Foro de Humanismo Tecnológico de Esade. Bienvenido, Ramón, es un placer tenerle hoy con nosotros.

José María Lassalle: ¿Qué podemos decir de la inteligencia artificial, un tema tan recurrente sobre el que se habla habitualmente? ¿Es una inteligencia humana o es una inteligencia que se asemeja a la humana? Explíquenoslo, por favor, porque yo creo que es una de esas dudas metódicas que están en el ambiente.

Ramón López de Mántaras: Muchas gracias. El problema con la inteligencia artificial es que la estamos antropomorfizando demasiado, es decir, hay una confusión excesiva acerca de lo que realmente es.

Ello, posiblemente tenga que ver con la denominación misma de inteligencia artificial, pero es un nombre que ha cuajado y ahora sería absurdo replanteárselo y proponer otro. La llamaron así en 1956, quienes “fundaron” la inteligencia artificial moderna, la que se realiza mediante ordenadores digitales, aunque la idea de automatizar el razonamiento, la inteligencia y demás aspectos relacionados con el ser humano arranca de muchos siglos antes.

De lo que estamos hablando ahora es de la inteligencia artificial entendida como un conjunto de tecnologías –no es una cosa monolítica– que permiten emular, a través de las máquinas y algoritmos, algún tipo de comportamiento, como llevar a cabo tareas, resolver problemas o ayudar en la toma de decisiones que requieren “inteligencia”, aunque aún no sepamos muy bien qué es eso de la inteligencia. En el ámbito de la ciencia y de la psicología cognitiva, ni los filósofos ni los neurocientíficos tienen muy claro qué es la inteligencia.

En la actualidad, la inteligencia artificial es una realidad capaz de emular aspectos y tareas muy específicos.

José María Lassalle: ¡Fantástico! De todos modos, este desarrollo que menciona para la inteligencia artificial y estos modelos de razonamiento causal que pueden estar detrás de la generación del tan ansiado sentido común plantean la siguiente cuestión: si la inteligencia artificial se transforma en eso que se ha denominado inteligencia artificial general, ¿podría sustituir realmente la inteligencia humana?

Hasta el momento, la inteligencia artificial suscita interés porque, mediante su capacidad de análisis de datos y de construcción de evidencias, ayuda al ser humano a tomar con más seguridad decisiones que le eviten estar expuesto a errores, a fallos. Esto puede ser un elemento extraordinariamente útil en la gestión de la pandemia o en los procesos de reconstrucción que tendrán que afrontar las democracias, desde el punto de vista político, y en cierto modo es el objetivo que está detrás de ella.

Pero, ¿usted cree que podría plantearse realmente una sustitución de la capacidad de decisión humana? Porque, a partir del momento en que hay un razonamiento causal, un sentido común y una capacidad de construcción de evidencias mucho más sólida que la que el ser humano es capaz de atesorar, este podría quedar marginado en los procesos de toma de decisiones. ¿Cree que este es un riesgo real al que nos enfrentamos?

Por muy general que llegue a ser una inteligencia artificial, nunca será igual a una inteligencia humana

Ramón López de Mántaras: No. En mi opinión, por muy general que llegue a ser una inteligencia artificial, por muy multitarea que sea, nunca será igual a una inteligencia humana. Existe incluso un libro que se titula How the body shapes the way we think, eso es, cómo el cuerpo conforma nuestra forma de pensar.

Cabe afirmar que, de hecho, la inteligencia depende del cuerpo donde está situada. Acaso haya filósofos que estén en desacuerdo conmigo en este punto, pero yo pienso que es así: para mí, la corporeidad es importante en la capacidad inteligente. Y ello enlaza con la fenomenología de Heidegger: el cuerpo, con todos sus deseos, emociones, etc.

Yo creo, por ejemplo, que si en lugar de andar sobre dos piernas anduviéramos sobre cuatro patas, si tuviéramos visión ultravioleta o infrarroja, en lugar del espectro de visión actual, y no sé cuántos tipos de sensores distintos; si captáramos nuestra visión del mundo a través de un sistema sensorial distinto del que tenemos, no tendríamos el cerebro que tenemos. Estoy convencido de que todo ello influye enormemente en todo el desarrollo cognitivo de un ente, de un ser vivo, en ese caso.

Cualquier máquina, por muy sofisticada y capaz que sea para realizar múltiples tareas y resolver problemas complejos en un amplio espectro de situaciones distintas, no es un dispositivo biológico. Y, aunque en el futuro, utilizando otras tecnologías distintas de las de ahora, no sabemos cómo llegará a ser, no sé si llegaremos a tener replicantes del tipo Blade Runner, que sean diseñados genéticamente, producto de la biotecnología, pero de carne y hueso.

Por muy humanoide que construyamos un robot y hagamos que camine sobre dos piernas como nosotros, nunca será exactamente igual a un ser humano

Lo que ahora tenemos es una inteligencia artificial implantada en ordenadores digitales, basados en tecnología de silicio y derivados, y con cámaras para captar la visión con unas determinadas características, que tienen necesariamente su manera de percibir el entorno en que se mueven.

Por muy humanoide que construyamos un robot y hagamos que camine sobre dos piernas como nosotros, y que tenga una altura similar a la de un ser humano, con visión estereoscópica y algún tipo de piel artificial que pueda tener sentido del tacto, por mucho que intentemos acercarlo al máximo a lo que es el cuerpo de una persona, eso es, por mucho que lo antropomorficemos, no será exactamente igual a un ser humano. No captará las cosas igual que las captamos nosotros y la inteligencia resultante de todo ello, en mi opinión, será necesariamente distinta.

Y no solo eso. No creo que logremos que estas máquinas, por muy similares a nosotros que sean, sigan unos procesos de socialización y que sus experiencias “vitales” a lo largo de su existencia sean como las nuestras.

Por tanto, suponiendo que haya en ellas algo similar al desarrollo cognitivo, en el sentido de Piaget, no creo que lo desarrollen hasta el punto de que sea comparable al nuestro, como para pensar que sean inteligencias absolutamente indistinguibles de las nuestras y que nos puedan sustituir. O, como aventuran los defensores de la singularidad tecnológica y del transhumanismo, que incluso nos lleguen a superar, por el hecho de ser superinteligencias, y hagan que los humanos seamos completamente inservibles.

Los temores ante una superinteligencia sofisticada muy superior a la humana nos están distrayendo de los problemas reales que plantea la inteligencia artificial

Esto casi me da más risa que otra cosa, y lo siento por los seguidores del transhumanismo, que manifiestan un fervor casi religioso en algunos casos. Soy un poco crítico con esto porque creo que las cosas no van a ir por ahí, ni mucho menos.

Considero que los temores ante estas superinteligencias, que serán no solo indistinguibles de la nuestras, sino muy superiores, nos están distrayendo de los problemas reales que plantea la inteligencia artificial, que no son de futuro sino de presente, y están relacionados con las amenazas a la privacidad, con la posibilidad de una vigilancia masiva a la ciudadanía, con las armas autónomas letales y otras muchas cosas que ya no son ni mucho menos una invención, sino reales, hasta tal punto de que el productor de Black Mirror ha dicho que ya no va a hacer más capítulos porque la realidad ya lo ha superado.

Esta entrevista fue publicada originalmente por Do Better: dobetter.esade.edu

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REDACCIÓN WEB DEL PSICÓLOGO

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