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Pilar Jericó: “Nuestros hijos son nuestros maestros, son nuestros espejos de aquellas dificultades que a veces tenemos”

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Ayudarnos a identificar y conquistar la emoción del miedo es uno de los grandes objetivos de Pilar Jericó. Es doctora en Organización de Empresas y posee una amplia formación internacional con estudios de especialización en Harvard y en la Universidad de California, entre otras.

Escritora, profesora en la Universidad Carlos III y en diferentes escuelas de negocio, de forma paralela a su actividad docente, Pilar Jericó se dedica a la divulgación sobre temas como el desarrollo personal y el liderazgo a través de conferencias y colaboraciones en medios como El País. Jericó ha sido galardonada como una de las 100 Mujeres Líderes en España.

Pilar hace hincapié en títulos como ‘No Miedo’, ‘Poderosamente frágiles’, ‘¿Y si realmente pudiéramos?’, en la educación y la confianza como el mejor antídoto para enfrentarnos a nuestras incertidumbres cotidianas, y de esta manera, aprender a educar en el “no miedo” a nuestros hijos:

“Nuestros hijos son nuestros maestros, son nuestros espejos de aquellas dificultades que a veces tenemos”. La cultura, la educación y los refuerzos positivos son capaces de gestionar los miedos innatos, concluye Jericó.

Pilar Jericó. Hola, soy Pilar Jericó. Muchas gracias por tener la oportunidad de estar con todos vosotros y con todas vosotras hablando de una de mis grandes pasiones, que es la educación. Para hablar de la educación me gustaría comenzar con una cita, con una frase que leí en el libro de El Principito que decía: “Todas las personas mayores antes fueron niños”

Claro. ¿Un niño qué es? Un niño es una posibilidad, es un mundo de grandes posibilidades. Pero, ¿qué es lo que permite que un niño, ya de mayor, sea una gran persona, una buena persona, o se quede por el camino? Lo que define un camino u otro es, precisamente, la educación. La educación que recibe en casa, la educación que recibe en la escuela, la educación que recibe en todo el contexto. El alcanzar una posibilidad u otra va a depender de nosotros, de lo que hagamos como adultos, nosotros como padres, nosotros como educadores.

¿Y cómo podemos despertar la grandeza en nuestros hijos? Y cuando hablo de grandeza, no hablo de la grandeza de éxitos profesionales, de éxitos financieros… No hablo de esa grandeza, hablo de una grandeza más importante, la grandeza de espíritu. La grandeza que nos permite tener una vida con sentido, el coraje para tener una vida en la que nosotros somos los protagonistas de la misma.

Cuando no caemos en la queja, cuando no caemos en la culpa, cuando en el fondo, como diría la madre de Nelson Mandela, creamos un mundo mucho mejor de como lo encontramos. Esa es la grandeza, la grandeza de espíritu, que para eso hace falta coraje.

Coraje, que es una palabra que viene de la palabra corazón, porque hace falta desarrollar ese corazón, querer. Pero claro, ¿qué hacemos para que nuestros hijos tengan grandeza, para despertar en ellos esa fuerza? Pues el comienzo empieza en nosotros.

Pues bien, entró en el colegio público, pero tan solo estuvo 12 semanas, porque al cabo de esas 12 semanas el pequeño Thomas llegó a casa con una cartita que le dijeron en el colegio que solo se la podía dar a su madre, que solo la podía leer ella. Y Thomas, cuando se la dio no sabía lo que había, lógicamente. La señora Edison abrió la carta y la leyó, y comenzó a llorar.

El pequeño Thomas, se quedó preocupado: “¿Qué pasa, mamá? ¿Qué pasa?”. Ella se recompuso y le dijo: “Thomas, ¿sabes lo que dice la carta? Que eres un genio, que eres un genio y que en el colegio no te pueden enseñar más, que tengo que enseñarte yo”. Bueno, y ahí empezó a ser ella, la madre, la propia profesora. Así, poco a poco, hasta que Thomas a los 11 años devoraba la literatura, leía libros y leía libros.

A los 12 ya empezó a emprender sus primeros caminos en pequeños proyectos, así poco a poco. Hasta que empezó con la vida de ser un inventor. Bueno, a la edad de 24 años la madre de Edison murió y Thomas, junto con sus hermanos, recogió las cosas y encontró aquel pedacito de carta que le había llevado cuando él era pequeño del colegio.

Cuando abrió la carta para recordar lo que su madre había dicho, en ese momento, Thomas fue quien lloró porque la carta no decía lo que su madre le había dicho, la carta decía: “Thomas es un niño enfermo mentalmente, no le permitimos que vuelva al colegio”. Eso es el coraje y la grandeza de una madre o de un padre. Ese es el coraje de poder ver más allá de las etiquetas. La grandeza que tenemos como padres consiste en ver la grandeza en nuestros hijos.

“La educación es el mejor antídoto contra el miedo”

Y ese es el camino que tenemos en la educación, despertarlo dentro de nosotros. Darnos cuenta que a veces tenemos conflictos, dificultades, como decía: “Nuestros hijos son nuestros espejos”.

Esas dificultades están en nosotros, pero en la medida en que cada uno de nosotros, siendo padres, siendo educadores, podamos conectar con la grandeza, podamos conectar con nuestra vulnerabilidad, aprendamos a perdonarnos, aprendamos a vivir la vida de una manera mucho más delicada, en ese momento estaremos despertando la grandeza en nosotros y la grandeza en ellos. Y este es el gran camino de la educación.

Educar el corazón para despertar la grandeza. Y de esto es de lo que venimos a hablar, de educación, y a escucharos a vosotros con las preguntas y las posibles reflexiones.

“Nuestros hijos son nuestros maestros, son nuestros espejos de aquellas dificultades que a veces tenemos”

Juan. Hola, Pilar. Me gustaría que nos hablaras de la autoestima con nuestros hijos. Que nos dieras una serie de pinceladas para ver cómo somos capaces de cuidar de la autoestima de nuestros hijos.

Pilar Jericó. Muchas gracias por la pregunta. Es una pregunta absolutamente fundamental. ¿Cómo generar autoestima en nuestros hijos? Como decíamos antes, la autoestima en nuestros hijos primero tenemos que buscarla nosotros. La autoestima es un proyecto de vida.

De hecho, yo creo que vamos siempre trabajando sobre ella, porque nos vamos encontrando diferentes escollos que nos ponen un poco en vilo esa autoestima. Para cultivarla, el mejor camino, desde mi punto de vista, es conectando con la vulnerabilidad.

Curiosamente, con aprender a querernos tal cual somos. Y es curioso porque las personas que flaquean en autoestima tienen dos tendencias, y además son dos tendencias opuestas. Una de ellas es sentirse hundido y que no valen para nada, y otra es que son los mejores del mundo. Ambas tienen el mismo problema, un exceso de falta de autoestima. ¿Qué podemos hacer nosotros?

REDACCIÓN WEB DEL PSICÓLOGO

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