Encara el mundo actual a través de los ojos de los griegos. Convencido de que las preocupaciones humanas siguen siendo las mismas, el filósofo Mauro Bonazzi se retrotrae al pensamiento de hace más de dos milenios para explorar cuestiones como la felicidad, el alma, la justicia o la resistencia al poder. “Entender el pasado, entender de dónde venimos, también significa entender adónde queremos llegar, entender la trayectoria”, asegura. Mauro Bonazzi estudió Lenguas Clásicas y Filosofía en la Universidad de Milán. Ha trabajado como profesor e investigador en diversas universidades europeas: Leiden, Cambridge o Milán, entre otras. Actualmente ocupa la Cátedra de Historia de la Filosofía Antigua y Medieval en la Universidad de Utrecht. A este experto en Platón y pensamiento político griego, le interesa también “el uso y el abuso” del pensamiento griego antiguo en la filosofía moderna. En su último ensayo, ‘Sabiduría antigua para tiempos modernos’, reconoce que muchos de los problemas actuales ya se plantearon en la Grecia antigua. Un estudio lleno de nuevos interrogantes en los que intercala a Woody Allen y Star Wars con Platón o los sofistas. Bonazzi, interpela al lector para hacerlo partícipe de la comprensión del mundo, que es donde radica, dice, la auténtica felicidad. “La felicidad no es la del millonario que monta una fiesta llena de famosos, sino la de Einstein en el momento de entender la ley de la relatividad, la ley que sostiene el universo”, concluye.
Siempre que estudiamos a filósofos en clase, son solo hombres. A las mujeres no las estudiamos. ¿Me puedes decir por qué pasa esto, qué mujeres filósofas de la historia son más importantes para ti y qué podemos aprender de ellas?
Sí, esto es un problema importante para la filosofía. Y no es solo un problema de división entre filósofos y filósofas. Los filósofos a los que estudiamos forman parte de una tradición de pensamiento muy concreta, que es la occidental o europea. Filósofos europeos y americanos. Todo lo que se ha hecho en África, la India o China no lo sabemos, no lo tenemos en cuenta.
La globalización, este nuevo mundo de diálogo entre diferentes lugares, nos está enseñando que la filosofía tiene que responder a esto e intentar dialogar también con las demás civilizaciones. Este es el primer problema: salir de esa mentalidad colonial, del «todo lo importante ya lo hemos dicho nosotros y somos los mejores porque los griegos eran europeos». Y luego también hay que tener en cuenta el aporte de las mujeres filósofas. Este es un problema, sobre todo, histórico.
Durante siglos, las mujeres han vivido en una situación de inferioridad social. No han podido estudiar o trabajar como los hombres. Esto, claramente, se refleja también en que no hayan podido filosofar, aunque sabemos que ha habido muchísimas mujeres con una gran inteligencia filosófica. Por ejemplo, la reina de Suecia se escribía con Descartes, y muchas ideas de Descartes eran fruto de esa correspondencia. Hay una filósofa en concreto de cuya importancia me gustaría hablar, una filósofa del siglo XX que se llama Hannah Arendt.
Todo el mundo la conoce por su relación amorosa con uno de los grandes filósofos del siglo XX, Martin Heidegger. Una relación complicada, porque luego ya sabéis que Heidegger se hizo miembro del partido nazi y aquello proyectó una sombra muy negativa sobre él, y también un poco sobre ella. Pero es una filósofa muy interesante, porque demuestra las posibilidades que nos ofrece aún la filosofía. Un dato, que quizá suena gracioso pero que hay que tomarse en serio, es que Hannah Arendt no quería que la llamaran filósofa. Decía: «Yo no soy filósofa». Curioso, porque lo era, y muy buena. ¿Por qué?
No lo decía a modo de broma, ni por humildad. «¡No, hombre, no, filósofo es Kant, no yo!». No, siempre dijo muy deliberadamente que ella no era filósofa. ¿Por qué? Arendt empezó a trabajar, sobre todo, después de la Segunda Guerra Mundial, del nazismo y del Holocausto. Ella era de origen judío. ¿Por qué dice que ella no es filósofa? Porque, según ella, la filosofía había fracasado. La filosofía no había entendido lo que estaba pasando, no había entendido el nazismo, ni el Holocausto, ni nada.
Decía: «A mí no me interesa la filosofía si la filosofía es Platón, luego Kant y luego Hegel». Es un ataque frontal a la filosofía. Y es muy interesante, porque la ataca filosóficamente. La filosofía, perdida en su deseo de conocimiento, porque la filosofía es eso, «filo» y «sofía», «el deseo del conocimiento», no había sabido entender el mundo de los hombres.
Estaba perdida en su mundo perfecto de ideas y pensamiento, y no se enteró de lo que estaba pasando. Había necesidad de refundarla y empezar de nuevo. Y es justo lo que hizo Arendt en sus obras principales. Su primera obra importante fue ‘La condición humana’, en la que dice que los filósofos, hasta entonces, lo que han hecho ha sido ocuparse del conocimiento, cuando de lo que hay que ocuparse es de la acción. Los filósofos solo hablan del conocimiento.
Lo que hacemos en el día a día no les interesa. Les parece una actividad inferior, pero es fundamental. ¿Qué es trabajar? ¿Qué es actuar? ¿Qué es actuar juntos? ¿Qué es producir? Y en este libro espléndido intenta demostrar, volviendo a los griegos, para no variar, que lo más interesante es el campo de la acción. Porque nosotros, ante todo, actuamos. Somos seres que hacen cosas, que actúan, que intentan construir algo, y eso lo tenemos que entender. Ese, para mí, es un primer punto interesante porque inaugura una nueva idea de la filosofía, en la que lo que importa es nuestra existencia concreta.
No el yo ideal, abstracto y puramente racional del que siempre han hablado los filósofos. El alma de Platón, el ego de Descartes, el yo trascendental de Kant… No. Nosotros, nuestra vida cotidiana, con todo tipo de dificultades. ¿Qué es vivir? ¿Qué es actuar? De eso hay que ocuparse. No significa negar el problema del pensamiento, porque también somos seres racionales. También hay que indagar. Hannah Arendt, en su última obra, menos conocida que ‘La condición humana’ pero igual de importante, que se llama ‘La vida del espíritu’, investigó el pensamiento.
Porque pensar es fundamental para vivir. Aparte de actuar, tenemos que entender lo que hacemos. El problema, como le decía antes a vuestra profesora, no es el del conocimiento, sino el del sentido. Hay una serie de preguntas fundamentales que no tendrán respuesta jamás, que son las preguntas de la filosofía. ¿Qué es la justicia? ¿Qué es la felicidad? No hay respuesta, por suerte, porque cada generación tiene que buscar sus respuestas. La idea es aumentar el conocimiento, y nosotros lo estamos haciendo. Pensad en todo lo que estamos descubriendo del universo, o del cerebro humano.
“Pensar es fundamental para vivir. Aparte de actuar, tenemos que entender lo que hacemos”
Hola, soy Carlos, estudiante de Filosofía, y me gustaría saber con qué mito explicarías los hechos que ocurren hoy en día.
Los mitos son importantes, porque narran historias aparentemente ajenas y extrañas, que parecen no tener nada que ver con nosotros, pero en realidad nos ayudan a entender mejor, a poner en orden los fragmentos de nuestra existencia, nos dan… eso, un orden, una trayectoria. Es difícil decidir cuál es el mito más actual, porque todos lo son.
Quizá podríamos hablar del mito de Ulises, que es uno de los más bonitos y lleva transmitiéndose desde la antigüedad. Pero quiero que os fijéis en un punto interesante, para que veáis la vitalidad de los mitos. El mito de Ulises, tal y como lo conocemos, no es un mito. Es un mito que, en cierta manera, no viene de la antigüedad. ¿Quién es Ulises? Para nosotros, es el héroe del conocimiento. Por poneros algún ejemplo contemporáneo, hace un tiempo, la Agencia Espacial Europea llevó a cabo una gran misión científica.
Mandó una sonda a estudiar el sol y la heliosfera. Y a la sonda la llamaron Ulysses, porque precisamente era un viaje inédito, un viaje nuevo para descubrir los secretos del sol, de la estrella de la que depende nuestra vida. Y nadie mejor que Ulises como representación de ese deseo de conocimiento, ese viaje hacia el conocimiento.
O una de las películas más famosas de la historia: ‘2001, una odisea del espacio’. Aparte del título, el protagonista se llama David Bowman. David es un nombre judío, es el judío errante. «Bowman» significa «arquero». Y en la ‘Odisea’ es Ulises, con un arco, el que mata a los pretendientes de Penélope. Pero lo interesante de este mito es que no tiene que ver con el Ulises de la ‘Odisea’. En la ‘Odisea’, a Ulises le da igual el conocimiento. Lo único que quiere es volver a casa. Ulises es el héroe de la nostalgia, del deseo de volver a casa. Entonces, ¿de dónde sale esa imagen, ese mito de Ulises como héroe del conocimiento?
Se trata de una rescritura, una reinterpretación de Ulises, y se la debemos a un gran poeta medieval italiano, que es Dante Alighieri, autor de ‘La divina comedia’. Dante no hablaba griego, no había leído la ‘Ilíada’ ni la ‘Odisea’, pero sabía la historia de Ulises. A partir de varios textos, se inventa un nuevo personaje, caracterizado por ese deseo de conocer. En buena medida, el Ulises de Dante es el Ulises que tenemos en mente hoy en día, el héroe del conocimiento. ¿En qué se inspiró Dante, en realidad, para construir ese nuevo mito de Ulises? De nuevo, en la filosofía griega, en Aristóteles. ¿Qué es la filosofía? El deseo de conocimiento. El Ulises de Dante es una representación grandiosa de lo que es la filosofía.
Tú, como filósofo, ¿Cuál crees que es la importancia de la filosofía griega en nuestros días?
Buena pregunta. Vivimos en una época frenética, una época en continua aceleración, en la que todo cambia continuamente sin que consigamos controlar lo que pasa a nuestro alrededor. Es como ir en coche y correr cada vez más, o como jugar a un videojuego e ir cada vez más rápido. Llega un momento en el que el objetivo es, sencillamente, no estrellarse y limitarse a superar los obstáculos, sin entender realmente adónde queremos llegar ni qué queremos hacer.
Entender el pasado, entender de dónde venimos, también significa en cierto modo entender adónde queremos llegar, entender la trayectoria. Por eso es tan importante conocer nuestro pasado, y por eso es tan importante el mundo antiguo, porque en el fondo venimos de ahí. Pero también hay otro problema que quiero comentar brevemente para que entendáis de verdad la importancia del mundo antiguo. A menudo hablamos del mundo antiguo, de Grecia, de los filósofos griegos, como si fueran perfectos, como si hubieran logrado todos sus objetivos y tuvieran todas las respuestas que necesitamos en la actualidad.
Es una manera bastante banal y estéril de entender el mundo antiguo. Y es que recurrir a los filósofos antiguos como si fueran sabios que lo hubieran resuelto todo es empobrecerlos. Porque al final, en cierto modo, lo que nos encontramos es lo que ya conocemos: nos limitamos a confirmar nuestros prejuicios, nuestros errores y nuestras ideas. Es una forma superficial e inútil de leer a esos filósofos.
En el fondo, nadie nos obliga a entender ni a estudiar el mundo antiguo. En realidad, para mí, lo que hace que el mundo antiguo sea tan interesante, lo que hace que todavía valga la pena leer a filósofos y a escritores que vivieron hace dos milenios, o dos milenios y medio, no es que sean como nosotros, sino que son diferentes a nosotros. En cierto modo, nos plantean los problemas a los que nos tenemos que enfrentar nosotros, pero de otra manera. Porque los problemas son siempre los mismos. Desde que el mundo es mundo, los humanos nos hemos tenido que enfrentar siempre a las mismas incógnitas.
¿Qué es la felicidad? ¿Qué es la justicia? ¿Qué es el amor? ¿Cómo podemos convivir felices? Estos son los interrogantes. No cambian, son siempre los mismos. Pero en el mundo antiguo las preguntas y respuestas eran diferentes. Cuando leemos de verdad a autores antiguos, sin limitarnos a buscar algo que confirme nuestras ideas, nos ofrecen puntos de vista originales y diferentes, que quizá nos ayuden a entender mejor los retos a los que nos enfrentamos. Os voy a poner un ejemplo, para explicar mejor la situación. Pensad en uno de los temas clave, del que creo que hoy hablaremos mucho: el tema de la felicidad.
Todo el mundo sabe lo que es la felicidad, y todo el mundo sabe que es importante. Pero ¿de verdad sabemos lo que es la felicidad? Vamos a planteárnoslo: ¿Qué es la felicidad hoy en día? Si nos pusiéramos todos a reflexionar sobre qué es la felicidad, podríamos decir… Fijémonos, por ejemplo, en los anuncios. La publicidad, a menudo, nos ofrece una visión, un reflejo exacto de lo que pensamos. Y los anuncios siempre se estructuran igual, ¿no?
“Desde que el mundo es mundo, los humanos nos hemos tenido que enfrentar siempre a las mismas incógnitas”
Esta entrevista fue publicada por BBVA: aprendemosjuntos.bbva.com
REDACCIÓN WEB DEL PSICÓLOGO